
Tras la Primera Guerra Mundial, el ministro de Defensa francés, André Maginot, ordenó la construcción de una barrera estática de defensa a lo largo de la frontera con Alemania e Italia. Kilómetros y kilómetros de fuertes, fortines, minas, fosas antitanques, alambre de espino y zonas de tiro que estuvieron listos en 1936, cuando Hitler era más que una verdadera amenaza. En 1940 el ejército alemán entró en el país por Bélgica, y Francia cayó en menos de 30 días. Cuando se prepara un sistema de defensa de barrera hay que asegurarse de que el enemigo no puede colarse por ningún resquicio y tener lista una reserva móvil y una tercera línea de resistencia. Francia no tenía ni dinero ni efectivos para ello.
En la guerra contra el Covid-19 todavía no existen armas para atacar al virus (vacuna o terapia) por lo que la defensa es la única estrategia a la que pueden apelar las empresas para volver a operar, eso sí, sin quebrar en el intento. La triada de defensa que las aerolíneas han puesto sobre la mesa para mitigar el riesgo de contagio dentro de los aviones se articula sobre los filtros de aire HEPA, el uso de mascarillas y la higiene, tanto de los pasajeros y tripulantes como de las aeronaves.
Aunque la distancia social es más que recomendable para evitar la exposición a los contagiados (con o sin síntomas) y limitar la propagación del virus, no es una opción para el sector aéreo puesto que pondría en riesgo su viabilidad económica y es difícil de conseguir y controlar en un espacio pequeño, por lo que no sería efectivo. Siempre está el riesgo del portillo belga.
A la espera de que la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) publique las normas para volver a volar, la Comisión Europea apeló a los filtros HEPA y el sistema de ventilación vertical de las aeronaves para señalar que no es necesario dejar asientos vacíos, algo que si es obligatorio en trenes y autobuses. "No estamos recomendando en este momento específicamente tener asientos vacíos en los aviones. Sabemos que los aviones tienen ciertas características como el filtro de aire de grado hospitalario", explicó la comisaria de Transporte, Adina Valean.
"Todo el aire que se introduce en la cabina es estéril y se renueva cada dos o tres minutos ocho veces más de lo necesario"
Pero, ¿qué es el escudo HEPA que exhiben las aerolíneas para luchar contra el coronavirus sin distancia física? ¿Es verdaderamente eficiente y seguro? Jesús Elices, responsable de normas y procedimientos de operaciones de vuelo de Iberia, asegura que "todo el aire que se introduce en la cabina es estéril" y que éste se renueva cada dos o tres minutos, "ocho veces más de lo necesario". "Una parte del aire viene del sangrado de los motores por lo que ha sufrido un salto térmico muy importante que destruye cualquier patógeno, y otra parte es aire recirculado que antes de ser reinsertado pasa por un proceso de higienización que utiliza luz ultravioleta de romance lejana y filtrado de alta eficiencia con los filtros HEPA o de carbono activo", explica Elices en un vídeo de Iberia. Asimismo, recuerda que el aire se introduce en la cabina por la parte superior por lo que no se comparte ni con los pasajeros que están a los lados ni atrás ni delante.
Los coronavirus miden 0,12 micrones y el filtro HEPA funciona principalmente con partículas de 0,3
El fabricante Airbus señala que los filtros eliminan las partículas según su tamaño y que para ser calificado como HEPA, éstos deben eliminar el 99,95% de las partículas de 0,3 micrones de tamaño, lo que incluye virus y bacterias. Según la Enciclopedia Británica un coronavirus mide 0,12 micrones y según la National Library of Medicine el Covid-19 tiene un diámetro de 0,125 micras (una micra es una milésima parte de un milímetro).
Con estos datos sobre la mesa no estaría tan claro que los filtros HEPA pudieran limpiar el aire de los aviones de coronavirus y además no hay ninguna investigación directa o específica que lo verifique, pero lo cierto es que hay cierto consenso en que sí son eficaces, al menos como una primera línea de defensa. "Podemos inferir de lo que sabemos de virus similares, como el SARS, que los purificadores de aire podrían ayudar en algunas situaciones", asegura el profesor Jeffrey Siegel de la Universidad de Toronto.
"Podemos inferir de lo que sabemos de virus similares, como el SARS, que los purificadores de aire podrían ayudar en algunas situaciones"
En esta línea, el blog Particle counting apunta que los HEPA funcionan con partículas de entre 0,3 y 1 micrones o micras pero que también son eficaces para capturar las más pequeñas por la morfología de las mismas. "Estas partículas tienen una masa tan pequeña que en realidad rebotan como un pinball cuando golpean las moléculas de gas (eso se llama Movimiento Browniano). Se mueven en patrones de zigzag aleatorios por lo que terminan golpeando las fibras y se atascan. Ese proceso se llama difusión", especifica el blog.
El físico Yaneer Bar-Yam, científico de sistemas y presidente del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra, y Blake Elias (MIT) publicaron el nueve de marzo de 2020 un estudio en el que analizaban la posibilidad de que los sistemas de filtrado de aire como el HEPA o el ULPA ayudaran a reducir la gravedad y la propagación del coronavirus Covid-19. Aunque ambos expertos recuerdan que trabajan con hipótesis y que se debería realizar investigaciones más a fondo, llegan a la conclusión de que son sistemas muy eficaces que se deberían instalar en las habitaciones de hospital donde fueran a estar los pacientes y, por supuesto, en medios de transporte cerrados.
"En teoría, todos los virus SARS-CoV-2 podrían filtrarse y capturarse, suponiendo que puedan ponerse en contacto con un filtro de aire. Esto apunta a la posibilidad de reducir la contaminación de una habitación o espacio, haciendo circular el aire a través de un filtro HEPA o ULPA, para atrapar tantas partículas de virus como sea posible antes de que se adhieran a una superficie", señalan Elias y Bar-Yam en el artículo, en el que también reconocen que los filtros ULPA son más eficaces para atrapar el 99,99% de las partícula de 0,12 micrones o menos.
"Los filtros HEPA permiten un control efectivo de infecciones pero la proximidad y el tiempo de exposición también influye en la transmisión de enfermedades a bordo"
La profesora adjunta de la Escuela de Medicina de la Universidad de Tufts, Alexandra Mangili, publicó en 2015 un artículo en la revista científica Microbiology Spectrum sobre los riesgos de infección de los aviones (Infectious Risks of Air Travel). Aunque Mangili, autora principal del artículo, señala que los sistemas HEPA que llevan los aviones comerciales suponen "un control efectivo de infecciones" al "disminuir la concentración de organismos", considera que la proximidad y el tiempo de exposición también "influye en la transmisión de enfermedades a bordo". Así, recuerda el caso del vuelo de Air China 112 de 2002 en el que se detectaron 22 casos de SARS entre los pasajeros que se sentaron en las siete filas contiguas al enfermo.
En este punto, señala que los mayores casos de contagios a bordo se han dado cuando los sistemas de ventilación no estaban activados ya que muchas compañías los apagan en tierra. Mangili desvela que en 2004 el 15% de los aviones de largo radio de las aerolíneas de EEUU no los conectaban, porcentaje que llega al 50% en los vuelos regionales. Iberia asegura que los conecta nada más cerrar las puertas
Otro punto a tener en cuenta es el mantenimiento de los filtros, que no tienen un protocolo propio. Así, según el libro Risk and Challenges in Medical Tourism, el protocolo se basa en el número de millas recorridas por el avión y no en el nivel de funcionamiento del filtro o su saturación. En esta línea, Airbus explica que los filtros HEPA se cambian según el tipo de aeronave y el tiempo de mantenimiento programado. "Este cronograma se revisa continuamente en el marco de actividades continuas de aeronavegabilidad. Algunos tipos de aparatos también tienen sensores de presión para controlar la caída de presión a través del filtro", apunta el fabricante europeo, que lleva desde 1994 trabajando con este sistema.
Para las partículas que se depositan en las superficies la higiene y las mascarillas son las barreras de defensa
Las infecciones durante los vuelos pueden transmitirse no sólo por las partículas que permanecen en el aire y pueden inhalarse, sino también por grandes gotas que se depositan en las superficies o por contacto directo con las secreciones, fluidos corporales o superficies contaminadas. Ahí entran como defensa las mascarillas, el uso de geles hidroalcohólicos para mantener la higiene de las manos, la limitación de movimientos y la limpieza de las aeronaves propuestas por las compañías frente a los protocolos actuales que se centran en garantiza la distancia social y limitar el tiempo de exposición. En este contexto también es muy importante el papel de los aeropuertos, que deben realizar controles para evitar que los enfermos suban a los aviones y estos son mucho más efectivos a la salida que a la llegada, en incluso la fijación de pasaportes sanitarios.
"Los pasajeros sentados cerca de una persona infectada están en riesgo, independientemente de los procesos de filtración del aire", señalan por su parte los autores del libro Risk and Challenges in Medical Tourism, Jill R. Hodges, Leigh Turner y Ann Marie Kimball, que no tienen en cuenta la reserva móvil tras la línea Manigot de las aerolíneas.