La construcción de viviendas en España tiene ante sí un gran reto por delante. En 2006 en España se construían cerca de 800.000 viviendas al año. 14 años después, apenas hay proveedores para construir 80.000 viviendas. La última crisis destruyó cerca del 90% del tejido industrial del sector construcción.
En los últimos tres años hemos visto una reactivación del sector inmobiliario residencial a un ritmo que el conjunto de proveedores y suministradores no han podido mantener. Este desajuste ha supuesto incrementos en los costes de construcción superiores a los dos dígitos que han provocado serias dificultades financieras a todos los niveles.
Ante esta dura realidad, es una labor de todos, pero especialmente de los promotores, contribuir a revertir esta situación en aras a conseguir la normalización. Tenemos el reto de cambiar la manera en la que entendemos la construcción de viviendas en España y contribuir a que la tecnología entre en la construcción residencial con mucha más fuerza, como así lo ha hecho en otras industrias.
La digitalización, principalmente con el BIM, ha llegado a la fase de diseño, pero debe implantarse también en la fase de construcción. En ese entorno colaborativo tienen que incorporarse al proceso los demás agentes: proveedores, suministradores, fabricantes, subcontratistas y, por supuesto, las empresas constructoras. Es necesario que éstas intervengan desde la fase de diseño porque ellas, mejor que nadie, conocen los costes de construcción y pueden aportar las mejores ideas en cuanto a optimización de soluciones técnicas que contribuyan, a su vez, a una estandarización de soluciones arquitectónicas.
Pero el cambio esencial en la construcción está en las personas. La tecnología, la transformación digital y la industrialización son catalizadores".
Además, la industrialización como alternativa a la construcción artesanal mejora la seguridad en obra, la productividad, la eficiencia en el uso de materiales y la calidad del producto terminado. El sistema constructivo offsite también reduce los plazos de construcción de las obras y contribuye a la creación de un entorno más atractivo para futuros profesionales que deben incorporarse a nuestra industria.
Y un papel fundamental deben jugar la sostenibilidad y la descarbonización, conceptos cada vez más interiorizados por todos y encaminados a hacer un uso eficiente y racional de los recursos sin comprometer a las generaciones venideras. Las nuevas exigencias normativas convertirán nuestros edificios en inmuebles mucho más eficientes energéticamente.
Pero el cambio esencial en la construcción está en las personas. La tecnología, la transformación digital y la industrialización son catalizadores. Se requiere de un proceso de innovación corporativo que nos permita resolver los problemas de manera diferente. Los pilares del cambio son la reingeniería de procesos, la transformación digital y la gestión integral de los recursos humanos.
Innovar es adaptarse a lo que el cliente reclama en cada momento. Es el elemento esencial para la competitividad. Está en nuestra mano dar respuesta a esa demanda cada vez más exigente que quiere viviendas mejor construidas y más económicas. El reto es apasionante.