Elecciones Generales

Adiós a un ciclo de cinco años: ¿se acabó el multipartidismo?

  • Las elecciones europeas de 2014 fueron la puesta de largo de Iglesias y Rivera
  • La caída del PP y su gestióm de Cataluña provocó la resurrección de Vox
  • Ahora, los graves errores de Podemos y Cs explican el nuevo bipartidismo
Albert Rivera y Pablo Iglesias, en su primero debate electoral, en 2015. Foto: EP

Hasta aquel domingo 25 de mayo Pablo Iglesias todavía era presentado como "tertuliano y profesor universitario". A partir de ahí sería conocido como eurodiputado primero y líder de Podemos después. Todo había sucedido tan rápido que el partido no se constituyó como tal hasta pasados cinco meses, justo a tiempo para competir en las generales que se celebrarían en diciembre del año siguiente. Especial Elecciones 10-N

Aquellos comicios supusieron la entrada de la incipiente formación de Iglesias en las instituciones con cinco eurodiputados, a la vez que Ciudadanos -entonces Ciutadans- debutaba con dos escaños y Vox, con Alejo Vidal Quadras como candidato, se quedaba a las puertas. UPyD e IU todavía eran más fuertes, pero se barruntaba que algo iba a suceder: la política española había sido demasiado estable como para que dos formaciones dieran ese salto, aunque fuera pequeño, en tan poco tiempo.

Por eso desde esa noche electoral la atención de los medios giró. Las elecciones europeas de 2014 no eran relevantes en términos políticos, pero sí suponían un aldabonazo: era la puesta de largo de ambas formaciones en la política nacional. Los bloques se movían.

A pesar de que las formaciones de Rosa Díez y Cayo Lara eran mucho más relevantes, los focos se posaron en un Iglesias y un Rivera que supusieron un soplo de aire fresco en un panorama envejecido. El contexto de la crisis económica, el estallido de las protestas sociales y la desafección política hicieron el resto. Era cuestión de tiempo que Podemos engullera a IU y Ciudadanos hiciera lo propio con UPyD.

Desde entonces y hasta ahora la política ha cambiado. Ya no hubo dos bloques, sino cuatro. Todo se volvió complicado: desaparecidas las mayorías, las formaciones debían negociar. Y a cada pacto conseguido, el bloque contrario atacaba.

Muletas del régimen a derrocar

Tras las elecciones autonómicas y municipales que tuvieron lugar un año después de las europeas las ondas del cambio político llegaron a las instituciones locales, sobre todo de mano del entorno de Podemos. Y aunque fuera en segunda línea, también llegaron a la política autonómica, donde los emergentes debutaron haciendo de muletas de los partidos tradicionales.

Así, Ciudadanos apoyó al PSOE en Andalucía y al PP en la Comunidad de Madrid. Podemos hizo posibles los gobiernos socialistas de Aragón, Comunidad Valenciana o Castilla La Mancha. En poco tiempo habían pasado de tener escaños testimoniales a ser determinantes en la formación de gobiernos. Y aspiraban a superar al resto en la contienda de las generales.

El plan no resultó, a pesar de las encuestas: en diez meses el CIS pasó de encumbrar a Podemos en primer lugar a hacer lo propio con Ciudadanos. Al final quedaron en tercera y cuarta posición. Fue un éxito brutal, dado el inmovilismo tradicional de los flujos de voto, pero acabó siendo una derrota en diferido.

Las legislaturas del bloqueo

La victoria de Mariano Rajoy devino en un bloqueo institucional que forzó la repetición electoral seis meses después. Tras eso, apenas dos años de gobierno y la moción de censura. Después, nuevas elecciones sin gobierno y una nueva repetición. Cuatro elecciones generales en cinco años en los que sólo los Presupuestos de Cristóbal Montoro han demostrado tener continuidad. La polarización empezó a acelerarse.

La caída del PP desde la mayoría absoluta a la oposición por los escándalos de corrupción y su gestión de la crisis catalana hizo posible la resurrección de Vox como quinta fuerza. Su aparición desembocó en el cambio de gobierno en Andalucía o en Madrid capital justo cuando peores fueron los resultados de los populares.

El crecimiento acelerado de ambas fuerzas también ha conllevado una madurez sobrevenida. Podemos se ha visto sacudido por controversias y tensiones internas que han dado lugar a la escisión de Íñigo Errejón y los suyos en un sexto partido político.

Así las cosas, los vientos han cambiado. El PSOE, contra pronóstico, sobrevivió a las luchas fratricidas y a las intentonas conquistadoras de Susana Díaz. El PP, contra pronóstico, remonta en los sondeos tras la demolición del 'marianismo' y las heridas abiertas por Pablo Casado y los suyos. Sólo los graves errores de Podemos y Ciudadanos explican la resurrección del bipartidismo.

Si las encuestas no yerran, PSOE y PP volverán a ser las dos fuerzas más votadas, y esta vez volverán a serlo con un amplio margen. Por detrás, una pléyade de cuatro formaciones se repartirán decenas de escaños. Ningún partido podrá volver a gobernar en solitario, pero a tenor de la incapacidad para el acuerdo demostrada en este lustro parece claro que ninguna formación volverá a ser imprescindible para sumar.

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