
En pocas comunidades habrá este domingo tantas miradas puestas desde Génova y Ferraz como en Castilla y León. Para los populares es vital mantener el poder en el que ha sido uno de sus principales bastiones durante los últimos 30 años, mientras que el PSOE acaricia una oportunidad histórica para hacerse con una de las regiones que tradicionalmente le han sido más hostiles. En medio, Ciudadanos, será el que puede inclinar la balanza.
Por primera vez en 30 años, las encuestas dan la victoria en unas autonómicas al Partido Socialista y le ponen a tiro de poder gobernar pactando con Ciudadanos. Su ventaja, sin embargo, no es tan grande como para descartar la posibilidad de una alianza PP-Ciudadanos después del próximo 26 de mayo.Tanto Pedro Sánchez como Pablo Casado han situado esta Comunidad como sus principales objetivos y la han elegido para cerrar la campaña.
Según el CIS, el PSOE ganaría las elecciones autonómicas del próximo 26 de mayo en Castilla y León pero el bloque de derechas rozaría la mayoría absoluta. Los socialistas obtendrían un 32,9% de los votos y entre 30 y 31 escaños mientras que el PP caería al 30,4% con entre 28 y 29 diputados. En un Parlamento con 81 procuradores, tres menos que en la anterior legislatura por la despoblación, el sondeo otorgaba la llave a Ciudadanos con entre 10 y 13 representantes, daba 8 escaños a Podemos y la posible entrada de Vox con un diputado.
Perder la región, un terremoto
La indefinición del candidato naranja, Francisco Igea, posible socio tanto para socialistas como populares, obliga al líder del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, a ganar en sufragios al socialista Luis Tudanca y dejar a Ciudadanos sin el argumento de apoyar la lista más votada para un pacto de gobierno.
Para los populares la pérdida del poder en Castilla y León sería todo un terremoto no sólo porque ha sido uno de sus más fieles bastiones electorales, sino porque es auténtico emblema para el partido.
Desde que en julio de 1987 José María Aznar se convirtió en presidente de Castilla y León, el PP ha dirigido de forma ininterrumpida los destinos de esta Comunidad, a cuyo frente han estado también auténticos referentes en la formación popular como Jesús Posada, Juan José Lucas o Juan Vicente Herrera.
Fue en Castilla y León desde donde el PP emergió como fuerza capaz de ser alternativa de gobierno tras la operación pilotada por el abulense Feliciano Blázquez para situar a Aznar al frente del partido y donde los populares han conseguido sus victorias más apabullantes. La Comunidad ha sido puesta además por el partido como modelo de gestión y es una de las que menos ha sufrido el azote de la corrupción, aunque tampoco ha escapado de la que ha sido la mayor lacra de los populares.
Pero la larga permanencia en el poder también se ha convertido en un lastre en unos comicios en los que los populares no sólo se enfrentan al auge socialista, el avance de Ciudadanos y la irrupción de Vox, sino que además lo hacen con un candidato novel.

Pese a ocupar distintos puestos de responsabilidad en el Gobierno regional y haber sido alcalde de Salamanca durante casi cuatro años, el candidato del PP, Alfonso Fernández Mañueco, no goza de la popularidad ni del tirón del que hasta dentro de unos días ocupará el Colegio de la Asunción, el burgalés Juan Vicente Herrera, un valor seguro para los populares tras casi 18 años como presidente de la Junta y cuya retirada trató de evitar sin éxito Rajoy.
Para el PP regional, la pérdida del Gobierno podría tener unas consecuencias dramáticas. El desalojo de centenares de cargos medios de la Administración acabaría con el mejor pegamento para una formación política y abriría la puerta a una desbandada a Ciudadanos, necesitada de cuadros en el caso de entrar en un hipotético gobierno.
Un desalojo del poder del PP no sólo podría tener consecuencias en la región, sino también a nivel nacional. Con el liderazgo de Pablo Casado debilitado por la fuerte derrota en las generales, al presidente nacional de los populares la pérdida de territorios históricos como Castilla y León, Madrid o Murcia le dificultaría enormemente esquivar un congreso y mantenerse al frente del partido.
Para los socialistas, Castilla y León es también una "perita en dulce". Repetir una victoria socialista como la de las últimas elecciones generales con margen suficiente para acceder al poder convertiría a Pedro Sánchez en un auténtico "mago" electoral al arrebatar al PP uno de sus tesoros más preciados y un territorio en el que sociológicamente el PSOE lo ha tenido casi todo en contra.
Su hombre fuerte en la Comunidad, Luis Tudanca, tiene por su parte en Sánchez su mejor baza electoral pero también su mayor desafío. Desde hace tres décadas que no se ha presentado para los socialistas una mejor coyuntura para gobernar la Comunidad pero una victoria insuficiente proyectaría la imagen de que Tudanca no ha sido capaz de aportar demasiado al tirón de su líder nacional.