
El inicio de año en las principales bolsas europeas y en Wall Street ha sido espectacular. En ambos lados del Atlántico, las rentabilidades obtenidas en solo siete sesiones superan el 3%, lo que aleja a los indicadores de sus soportes y los sitúa cerca de romper resistencias. Este repunte generalizado está bien fundamentado. Para empezar responde al hecho de que el euro no da más señales de fortaleza y se aleja de su resistencia clave de 1,21 dólares.
También las previsiones de que el bono americano está próximo a concluir su periodo alcista, unidas a las escasas perspectivas de rentabilidad en el mercado de deuda europeo, lleva a los inversores a decantarse por la renta variable. Y por si falta algo, las perspectivas económicas en Europa y EEUU y la rebaja de la tensión con Corea del Norte completan el cóctel de buenos síntomas para las bolsas.
Pero hasta ahora al combinado le faltaba el tirón del sector bancario, que abriera un escenario de fortaleza para los mercados. Esta ayuda ya ha llegado. Ayer el indicador sectorial que reúne a los bancos europeos rompió su resistencia, situada en los 445 puntos, lo que no lograba desde agosto de 2017. Conviene recordar que la banca es el termómetro de la recuperación bursátil, por la elevada exposición al mismo de importantes indicadores, como el Ibex 35, y por la expectativa de subida de tipos de interés.
Por tanto, el hecho de que las entidades financieras se hayan sumado a la tendencia alcista impulsa a las bolsas europeas y abre el camino para que estas plazas aumenten otro 6% hasta alcanzar los máximos de 2015. Con todo, un resultado euroescéptico en las elecciones italianas, o la posibilidad de nuevas tensiones en la escena internacional, aún podrían romper el buen momento para la bolsa en 2018.