
Tras su aciago comienzo de semana, las bolsas europeas dieron ayer un respiro, mostrando un rebote que, en el caso del Ibex 35, fue del 2,7%, lo que le permitió volver a cerrar por encima de los 8.000 puntos. En un momento en el que el sector financiero europeo está plagado de incertidumbres, resultó de gran ayuda la demostración de fuerza de Deutsche Bank, una entidad que tiene en vilo a los inversores desde que, en octubre, anunciara una profunda reestructuración.
No en vano el mayor banco alemán planea una milmillonaria recompra de su propia deuda, que sería el mejor aval para su solvencia. Pero aún más decisivas fueron las palabras que la presidenta de la Reserva Federal (Fed) pronunció ante el Congreso de EEUU.
Janet Yellen mostró su optimismo habitual sobre la primera economía del mundo, destacando el avance del consumo interno, pero se mostró sensible a las turbulencias que aquejan a los mercados globales. Esa posición equivale a rebajar las expectativas sobre una próxima continuación de las alzas de tipos iniciadas.
Está aún por demostrarse si el incremento anunciado en diciembre fue prematuro; lo que es más seguro es que la cautela de Yellen resulta bienvenida en un momento en que más alzas de tipos agravarían la crisis de los emergentes acelerando las salidas de capitales y elevando su deuda denominada en dólares. Los mercados así lo manifestaron con sus avances, pero los rebotes no pueden tomarse aún como visos de un verdadero cambio de ciclo.
La tendencia, de momento, sigue siendo bajista y todavía hay riesgo de mayores caídas al compás que marquen los datos provenientes de China, las caídas del crudo o las dificultades de los bancos, en un contexto de tipos aún bajo mínimos.