
El Ibex 35 vivió ayer otra jornada aciaga, en la que cayó un 2,1%, hasta los 9.428 puntos. El selectivo encadena así diez jornadas consecutivas de descensos, una mala racha que no se vivía desde inicios de 1990, y ya sólo le separa un 2% con respecto a los soportes propios del verano, en plena crisis china. Esta situación sólo puede sorprender en la medida en que el contexto actual es muy diferente.
El gigante asiático aún da síntomas de enfriamiento e inestabilidad, los más recientes en su sector exterior, pero nada comparable al corralito bursátil decretado en julio o a las devaluaciones sorpresivas del yuan en agosto. Es cierto que ahora actúa un nuevo factor de calado, como es la caída del crudo por debajo de 40 dólares y la expectativa de que se mantenga en mínimos durante largo tiempo, ante la total descoordinación que reina en la OPEP.
De hecho, nunca antes ha habido tantas posiciones bajistas en el mercado del crudo americano. A ello, se suma, en Europa, la decepción causada por un BCE que no supo estar a la altura de sus propias expectativas, y las comprensibles dudas acerca de los efectos que tendrá el alza de tipos de mañana en EEUU, el primero en 10 años. Con todo, no hay lugar para especulaciones sobre una nueva recesión mundial como las que se extendieron durante el pasado verano y que tanto castigaron a los mercados, Por tanto, si ahora el Ibex 35 regresa a los soportes de aquellos momentos sólo cabe concluir que es fruto de un castigo excesivo.
La ausencia de bases objetivas aconseja no dejarse llevar por el pánico, en la medida en que puede haber rebotes en los próximos días, al compás de la reacción con la que el Dow Jones acoja la decisión de la Reserva Federal.