
El FMI y Christine Lagarde han sido desde el comienzo valedores de los estímulos extraordinarios adoptados por el BCE para salvar el euro y sacar a la economía europea de la recesión. El Fondo avaló la compra de deuda y ha alabado la gestión de Mario Draghi. Ante la perspectiva, de una nueva ronda de estímulos económicos, el equipo de Lagarde anima al BCE a ir más allá en la política monetaria, a pesar de impacto negativo en la banca por los tipos negativos. El próximo mes de octubre, Lagarde sustituirá a Draghi en octubre al frente del BCE.
El FMI entra en el debate sobre tipos negativos y su efecto negativos, justo cuando su jefa, ha sido la elegida para sustituir a Mario Draghi al frente del BCE, el próximo mes de octubre. En un informe oficial del fondo sobre la zona euro, anima al banco de seguir con sus políticas monetarias, incluso aunque signifique ir más allá con los tipos negativos. Actualmente, el tipo de refinanción se sitúa en el 0%, pero tasa de depósito, aplicada a los bancos por su exceso de liquidez se sitúa en el -0,4%, que implica en la práctica tipos negativos.
El FMI asume la teoría BCE que el actual nivel de las tasas de interés no son el problema de la baja rentabilidad del sector bancario. El FMI sostiene que los costes directos para la banca relacionados con el exceso de liquidez ascienden a unos 7.500 millones de euros al año, alrededor del 0,03% de los activos del sistema, por lo que establecer un mecanismo "escalonado" que eximiera una parte de las reservas de la tasa negativa del BCE sobre los depósitos de la banca "tendría un impacto muy pequeño sobre la rentabilidad agregada del sector" y un impacto "cuestionable" en las condiciones de crédito, puesto que podría llevar a las entidades a acumular más reservas en vez de prestar.
Los costes directos para la banca se ven superados por sus efectos positivos sobre la demanda agregada
"En general, los costes directos de las tasas negativas se ven probablemente superados por sus efectos indirectos positivos sobre la demanda agregada y la rentabilidad bancaria", defiende el FMI. Todo un aviso para navegantes de lo que puede ser el talante de Christine Lagarde en su nueva etapa en el BCE.
La directora gerente del Fondo renunció la semana pasada temporalmente a su cargo mientras dure el proceso de nominación a presidenta del BCE, que ocupará con toda probabilidad a partir del próximo 1 de noviembre en lugar de Mario Draghi, por lo que la hasta ahora máxima responsable del FMI será la encargada en gran medida de gestionar las nuevas medidas de estímulo y, más adelante, pilotar la normalización de la política monetaria de la zona euro, algo que finalmente Draghi no ha logrado completar durante su mandato.
A pesar de sus recomendaciones, el FMI admite que un periodo prolongado de política monetaria acomodaticia "no está exento de riesgos" debido a la heterogeneidad de los países del euro, lo que podría dar distintos resultados en las diferentes economías del bloque.
De este modo, la institución reconoce que reanudar la expansión del balance en un escenario de debilitamiento económico crea riesgos, aunque considera que estos se vean probablemente compensados por los riesgos de "hacer demasiado poco".
El justifica las recomendaciones por la desaceleración económica y la acumulación de riesgos a la baja. Será necesario un mayor esfuerzo político para apoyar el crecimiento y reducir las vulnerabilidades, recoge la institución con sede en Washington, que advierte de que "no será fácil", dadas las diferencias sustanciales entre los países de la región en diferentes aspectos, incluyendo posición en ciclo, espacio fiscal y competitividad.
En este sentido, los pronósticos del FMI apuntan a que el debilitamiento de las previsiones de crecimiento, que oscilarán entre el 1,3% este año, el 1,6% en 2020 y el 1,5% en 2021, así como los menores precios de la energía, han dañado las expectativas respecto de la evolución de la inflación, que actualmente "solo está previsto que converja con el objetivo del BCE en 2022".
De este modo, la intención del BCE de mantener su política monetaria acomodaticia por más tiempo "es vital" y resulta esencial la reciente decisión de la entidad de retrasar la normalización de esta en un contexto en el que las expectativas del mercado cada vez apuntan más a un pequeño recorte de los tipos.
"Si las perspectivas de inflación se deterioran aún más, el BCE debería considerar medidas adicionales, al mismo tiempo que vigila los posibles riesgos para la estabilidad financiera", recomienda el FMI.
Así, el Fondo apoya "resucitar" si es necesario el programa de compra de activos, al que el BCE puso fin el pasado 31 de diciembre, manteniéndolo anclado a la clave de capital de los países, aunque ampliando su alcance para incluir una mayor variedad de activos.
En caso de una recesión económica severa, la institución afirma que los países de la zona del euro con espacio fiscal disponible deberían estar preparados para implementar estímulos, mientras aquellos más vulnerables deberían frenar temporalmente la consolidación.