No habrá más opciones. En una nueva rebelión contra Theresa May, la mayoría del Parlamento ha dado al traste con el calendario y los planes de la primera ministra para aprobar su acuerdo de salida con la UE. Si el próximo martes 15 su proyecto resulta rechazado, el Gobierno deberá presentar un plan alternativo en tres días de sesión, es decir, el lunes 21, lo que deja a May sin ningún margen de maniobra.
La moción, aprobada por 308 votos contra 297, supone algo más que la enésima muestra de que May ha perdido la confianza del Parlamento en las negociaciones del Brexit. También señala que los diputados están dispuestos a tomar el control sobre el proceso de salida, incluso a costa de dejar al Gobierno reducido a un mero pasajero sin poder.
En la práctica, esto significa que, tras la prevista derrota del martes, May no tendrá la posibilidad de intentar renegociar el acuerdo con la UE ni de esperar hasta el último día y volver a presentar el pacto bajo la amenaza de una salida caótica inmediata si vuelve a fracasar. Así, la votación del martes deja de ser un trámite en el que la única duda era saber por cuántos votos perdería May y se convierte en una cuestión de vida o muerte para su acuerdo y, posiblemente, su Gobierno.
Si la votación fracasa, May tendrá que presentar un nuevo proyecto en tres días. Y, como se aprobó hace un mes, los diputados podrán decidir en ese mismo momento si ese proyecto les gusta, o si ordenan al Gobierno adoptar un plan diferente, que puede ir desde aplazar la salida unos meses, celebrar otro referéndum o ir al 'plan Noruega' de permanecer en el mercado común.
"Crisis constitucional"
Pero la parte más importante de la votación es, casi, la forma en la que se ha producido. Históricamente, solo el Gobierno puede introducir el tipo de moción usada hoy. En su lugar, lo ha hecho un diputado rebelde 'tory', Dominic Grieve, ex-Fiscal General en el Gobierno de David Cameron. La líder parlamentaria de los 'tories', Andrea Leadsom, insistió en que la moción no podía votarse sin su apoyo, respaldada por la opinión de los letrados parlamentarios. Pero el presidente de la Cámara, John Bercow -también diputado del Partido Conservador-, anunció que se votaría por su decisión personal.
Entre los medios y expertos británicos, las frase más repetida es que esto supone una "crisis constitucional", en la que el Poder Legislativo ha dejado al Gobierno sin el control del principal problema que debería gestionar. Y la enésima muestra de que la mayoría anti-Brexit duro, formada por prácticamente toda la oposición y una veintena de diputados 'tories', está dispuesta a romper con los precedentes y aprobar lo que haga falta para frenar al Gobierno.
En respuesta, los diputados 'brexiteros' se lanzaron contra Bercow. Uno le acusó de "no ser neutral" porque tiene una pegatina anti-Brexit en su coche (Bercow aclaró que el coche en cuestión es de su mujer, no suyo). Otro denunció que había prometido estar solo en el cargo 7 años, en vez de los 10 que cumplirá el próximo mes de junio. Por su parte, un amplio abanico de diputados opositores celebraron tener "un presidente que se preocupa por los derechos de nuestro Parlamento soberano" frente al Gobierno.
La duda está en qué posible solución puede contentar al Parlamento. No hay mayoría para cambiar al Gobierno, ni para convocar elecciones, ni para salir sin ningún acuerdo. Si May fracasa en la votación del martes sobre su pacto con la UE, la pregunta será en qué solución queda que pueda recabar un apoyo mayoritario.