
El invierno demográfico -el término acuñado por los científicos sociales para designar el envejecimiento de la población- es el mayor reto al que se enfrenta la economía española. España corre el riesgo de convertirse en el Japón de finales del siglo pasado por el envejecimiento de sus habitantes. Supondría condenar al país a décadas de crecimiento pírrico que pueden terminar con la pérdida de niveles de bienestar y tensiones sociales.
El envejecimiento de la población española marcha a un ritmo imparable. Las últimas cifras publicadas por el INE dejan números desoladores durante el primer semestre del año. El crecimiento vegetativo se situó en su nivel más bajo de toda la serie histórica, al registrarse un número de nacimientos récord a la baja y elevarse los fallecimientos al número más alto desde 1941.
Las comparaciones con Japón durante las dos últimas décadas son inevitables. La economía asiática pasó de crecer de promedio a final de siglo por encima del 5% a hacerlo al 0,8% entre el periodo de 1996 y 2014, con un desplome de la productividad desde el 4,6% al 1% por el declive de la fuerza laboral. El escenario de una japonización de la economía española de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) para las dos próximas décadas contempla un crecimiento promedio del 0,7%, con un fuerte deterioro del estado de bienestar y fuertes desequilibrios en el mercado de trabajo hasta 2050. De darse, la población en edad de trabajar caerá un 9% entre 2018 y 2050.
Sin embargo, el presidente de la AIReF, José Luis Escrivá, está convencido de que la situación no será tan grave gracias a los inmigrantes que recibirá España. Durante el primer semestre del año llegaron casi 300.000 personas desde el exterior compensando la pérdida de población natal. El empuje de la inmigración no solo apuntala el crecimiento vegetativo a corto plazo, también a medio plazo mejora las perspectivas para la natalidad.
Pero Escrivá, esta semana en el Senado, ha advertido de que este impulso que recibe actualmente la población española no es suficiente para garantizar el crecimiento demográfico "si no se mantiene la flexibilización de las leyes españolas para favorecer las entradas de trabajadores". El toque de atención se produce justo en un momento en el que los países occidentales están abrazando el proteccionismo, que incluye la restricción de los flujos migratorios.
Francia se ha convertido en un referente con sus medidas para estimular la natalidad
El presidente de la AIReF ha ensalzado las iniciativas de Francia para impulsar la natalidad: gracias a ellas la tasa de fecundidad ha remontado a niveles de entre 1,9 y 2 hijos por mujer durante las últimas dos décadas. El país vecino se sitúa como el Estado de la Unión Europea con los niveles más elevados.
Francia tiene un sistema fiscal que reduce el IRPF según aumenta el número de hijos. Además, cuenta con ayudas directas para cuidado infantil con apoyo económico para guarderías y escolarización. Destina el 3,6% del PIB a este cometido, según los últimos datos disponibles de la OCDE, frente al 1,46% de España, que se coloca a la cola entre los países industrializados.
Escrivá ha defendido que las ayudas a las familias no son suficientes y las medidas también se tienen que adoptar en el mercado laboral estimulando el empleo a tiempo a parcial. La tesis del presidente de la AIReF apunta a que los países con mayor porcentaje de empleo a tiempo parcial tienen las tasas de fertilidad más altas. Holanda con más de la mitad de mujeres de entre 15 y 39 años empleadas a tiempo parcial, registran la mayor tasa de fecundidad con la edad media más elevada por detrás de Irlanda.
Otro frente para atacar son las medidas de igualdad de género que abarquen la igualación de la carga laboral y familiar entre los padres, permisos de paternidad mejor remunerados, fraccionables y acumulables y diferentes tipos impositivos para el primer y segundo contribuyentes del hogar.
Despoblación y dispersión territorial, la España vacía donde ya ha llegado el invierno demográfico
Pero los problemas demográficos de España no terminan en el envejecimiento y la baja natalidad, y se acentúan en el noroeste de la península con la movilidad interna de la población. Mientras Madrid, Cataluña, las islas y el arco mediterráneo crecen demográficamente con fuerza, aumentando los habitantes en más del 40%, el resto de zonas geográficas se están desplomando a un ritmo alarmante.
Para Escrivá, "el reto no solo es incrementar la población, sino también cómo distribuirla a lo largo del territorio con un diseño anticipado y ordenado de políticas públicas que tenga en cuenta la financiación territorial y evaluación del gasto público".
El economista propone una descentralización de la administración siguiendo los pasos de Reino Unido y Dinamarca para potenciar las de aéreas que se van quedando viudas de habitantes.
También recomienda plantearse reducir el IRPF en las zonas más castigadas como hace Australia. El país austral ha conseguido reducir la despoblación hasta un 6% en las regiones más remotas del país.
En materia de empleo, cree que sería buena idea promover una mayor disponibilidad de vacantes en áreas rurales para limitar las migraciones internas proclives a moverse a grandes centros urbanos en busca de mejores oportunidades laborales.
Noruega es otra de las referencias a seguir con creativas medidas de deslocalización. El país nórdico ha abierto universidades en zonas despobladas para crear urbes alrededor de los centros educativos.