
El líder del partido laborista británico, Jeremy Corbyn, presentó este lunes una moción de no confianza (equivalente 'light' de una moción de censura) contra la primera ministra, Theresa May, en un nuevo intento de acabar con su mandato. El anuncio, hecho de forma inesperada, ha sido recibido con dudas en el Parlamento e indiferencia en los mercados.
Pero el demonio está en los detalles. La moción no es una censura contra el Gobierno, que, de acuerdo a la ley electoral, obligaría a celebrar una nueva investidura inmediata o convocar elecciones en un plazo de dos semanas. En su lugar, se presenta contra la primera ministra. Esta figura no está oficialmente recogida en la ley, pero el comité de la Cámara encargado de estudiar su significado -y presidido por un Tory- consideró que, de ser aprobada, se consideraría retirada la confianza a May, que tendría que dimitir para ser reemplazada al frente del Gobierno por otro diputado de su partido, sin amenaza de elecciones. Es decir, es una medida a medio camino entre oficial y simbólica.
Corbyn había amenazado con presentar la iniciativa a mediodía si May no ponía fecha a la votación sobre el acuerdo del Brexit. En su discurso, un par de horas después, May así lo hizo, marcando la semana del 14 de enero como fecha para la votación, y Corbyn pareció abandonar su amenaza. Pero con la primera ministra ya ausentada del pleno, el veterano diputado laborista presentó la moción por sorpresa, descolocando a todo el Parlamento, a la prensa y hasta a su propio partido, que en Twitter se jactaba de haber obligado a May a poner la fecha de la votación bajo la amenaza de la moción.
Al contrario que una moción de censura oficial, que se debatiría en un plazo de urgencia, esta moción puede ser aplazada hasta el próximo "Día de la Oposición", en el que Corbyn es el encargado de seleccionar los temas a debate. Esto significa que la votación probablemente se retrase hasta enero, y podría coincidir con las fechas establecidas para votar sobre el acuerdo del Brexit.
Confusión y dudas
La decisión de los laboristas de presentar una moción de no confianza en la primera ministra en vez de una moción de censura contra todo el Gobierno ha desatado una cascada de análisis sobre su significado concreto. Todo parece indicar que los laboristas no han querido quedarse de brazos cruzados, pero tampoco disparar directamente contra May antes de conocer su fuerza exacta.
Esta votación sería, así, una "moción de fogueo" para saber cuántos diputados habría dispuestos a votar de nuevo contra May. Hasta ahora, la primera ministra ha sumado una serie de derrotas humillantes pero básicamente simbólicas. La duda está en si habría suficientes apoyos para aprobarla.
En principio, el Gobierno apenas puede permitirse perder 7 votos, y tanto los unionistas norirlandeses como un gran grupo de diputados pro-Brexit y pro-UE podrían dar los votos necesarios. Pero es muy poco probable que lo hicieran en una votación "de verdad", por lo que el hecho de que esta moción se presente como "de fogueo" podría, irónicamente, aumentar sus posibilidades de éxito. Y si su votación se retrasa hasta después de la votación del acuerdo del Brexit, podría aumentar las ganas de apoyarla a un número de diputados 'tories' frustrados con el Gobierno.
Eso sí, dado que no está escrito blanco sobre negro que May absolutamente deba dimitir tras perder esta moción, la líder conservadora podría limitarse a retar a Corbyn a presentarle una censura oficial contra su Gobierno. Aunque una derrota haría sonar las alarmas hasta niveles ya ensordecedores.