Desde la semana pasada, el mercado se aferra al "justo por debajo" utilizado por el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, para referirse a la política alcista del banco central y su cercanía a lo que se considera una tasa neutral. Pese a que dicha meta sigue siendo algo abstracta, la inversión de curva de rendimientos entre el bono a tres y cinco años, seguida poco después por el bono a dos años, ha vuelto a hacer sonar los tambores de un posible debilitamiento económico en el horizonte.
Mientras está más que descontado que veremos una cuarta subida de tipos de interés este año el próximo 19 de diciembre, que llevará el precio del dinero hasta un rango del 2,25% y el 2,50%, las proyecciones para el próximo año se desinflan. Según el indicador FedWatch, el 48,8% del mercado espera que las tasas federales se mantengan en dicho nivel incluso al término de la segunda reunión de política monetaria del año que viene que culminará el 20 de marzo.
No será hasta la comitiva del 18 y 19 de junio hasta que los inversores realmente digieran una nueva subida de tipos que sitúe los tipos entre el 2,50% y el 2,75%. Si echamos un vistazo a las previsiones para la última reunión de la Fed de 2019, que finalizará el 11 de diciembre, el 39,2% del mercado espera que los tipos se mantengan si cambios en dicho rango mientras que solo el 23,9% observa que el año finalizará con el precio del dinero entre el 2,75% y el 3%, donde algunos consideran que se asienta la tasa neutral, que ni estimula ni lastra el crecimiento económico.
Esta visión coincide con el creciente pesimismo que se cierne sobre la economía de EEUU. Según datos de Bespoke, citados por la CNBC, en las últimas tres recesiones económicas, la primera inversión de la curva de rendimiento entre los bonos a 3 y 5 años se registró una media de 26,3 meses antes del inicio de una recesión. En los tres casos, la curva de rendimiento entre la deuda a 3 meses y a 10 años se invirtió por primera vez alrededor de 89 días después.
El aplanamiento de la curva
La historia sugiere que una vez que la curva de rendimiento del Tesoro se aplana o comienza a invertirse, la renta variable tiende a flaquear durante los próximos dos años, ya que la economía finalmente comienza a debilitarse. "Teniendo en cuenta nuestra opinión de que la economía estadounidense se desacelerará drásticamente proyectamos una caída en el S&P 500 de casi el 15% en 2019", avisa Oliver Jones, de Capital Economics.
Sin embargo, durante la jornada del martes, el presidente de la Fed de Nueva York, John Williams, señaló que espera nuevos aumentos de tasas de interés gracias a la "buena forma" de la economía y una expansión que debería batir un récord de duración a mediados del próximo año.
"Ante este panorama que describo de un crecimiento y un mercado laboral fuerte, así como una inflación cercana a su objetivo, y teniendo en cuenta los variados riesgos sobre el panorama, sigo esperando que mayores incrementos graduales de las tasas de interés sostengan una expansión económica prolongada y una consecución sostenida de nuestro mandato dual", señaló.
Aún así, existen otras señales que podrían justificar poner fin al ciclo alcista de la Fed en la primera mitad del año que viene. La reciente debilidad en la inflación de consumo personal (PCE, por sus siglas en inglés) es una de ellas. La tasa anual bajó a 1,8% en octubre y la tasa media anualizada de los últimos tres meses cayó a 1,1%, no muy lejos de los mínimos alcanzados en 2017.
Otro problema es que incluso aunque el crecimiento de la inflación salarial continúe acelerándose, la tasa de crecimiento anual de los costes laborales se ha moderado. Dado que el dólar más fuerte también ejerce una presión a la baja en los precios de los bienes importados, ahora existe el peligro de que la inflación del PCE subyacente quede por debajo del objetivo del 2% de la Fed durante los próximos meses.
Es cierto que la fatiga del segundo ciclo de expansión económica más largo de la historia se deja notar, en un momento en que los efectos del estímulo fiscal aprobado el pasado 22 de diciembre de 2017 se desvanecen y algunos de sus pilares, como el sector inmobiliario, comienzan a flaquear. Aún así, el consumo sigue siendo sólido y los beneficios empresariales que crecieron en el tercer trimestre a un ritmo del 3,4% tras avanzar un 3% en los tres meses anteriores.
Habrá que esperar a las nuevas proyecciones del propio banco central para determinar el diagnóstico del Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés), el órgano que dicta la política monetaria a este lado del Atlántico. Las últimas proyecciones de la Fed en septiembre preveían entre tres y cuatro vueltas de tuerca a la manivela monetaria en 2019. Para el año que viene se proyectaba un crecimiento del 2,5%, un paro en el 3,5% y una inflación subyacente del consumo personal (PCE) en el 2,1%.
En la esfera geopolítica, un Brexit sin acuerdo entre Reino Unido y la Unión Europea también podría afectar los planes de la Fed en lo que a subir tipos se refiere. Tampoco hay que olvidar las tensiones comerciales, pese a la tregua temporal alcanzada por Washington y Pekín, así como la posibilidad de un posible cierre de gobierno antes de que termine el año. El vicegobernador de la Fed, Richard Clarida, ya avisó recientemente que observa "señales de debilitamiento" en la economía global y que este factor debería tenerse en cuenta a la hora de determinar futuras subidas de tipos.
En un informe reciente, Jay Hatzius, economista jefe de Goldman, mantenía su posición de que la Fed subirá tipos en cinco ocasiones hasta finales de 2019, si contamos con la prevista el próximo diciembre. Ellen Zentner, economista de Morgan Stanley, concluye que, además de la subida que veremos el próximo mes, la Fed subirá tipos en marzo y junio del próximo año. El freno llegará en septiembre, cuando la economía comience a crecer por debajo de su potencial aunque reiniciará las subidas de nuevo en 2020. Para entonces, desde Capital Economics hablan incluso de bajadas de tipos.