El PIB italiano no registró ningún crecimiento en el tercer trimestre frente al aumento del 0,2% del segundo trimestre. En tasa anual la economía creció a un ritmo del 0,8%, cuatro décimas por debajo de la lectura anterior. Es el ritmo más bajo entre las principales economías de la zona euro.
La economía de Italia ofrece señales de debilidad ante los planes del nuevo Gobierno de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas. El PIB del tercer trimestre se queda al borde la contracción en términos trimestrales. Dos décimas menos respecto al 0,2% registrado en el segundo trimestre.
Los datos de crecimiento han quedado muy por debajo de las previsiones de los expertos y han tenido impacto sobre la deuda italiana. La rentabilidad de los bonos a diez años repuntan y se sitúa en el 3,4%. La prima de riesgo vuelve a superar los 300 puntos básicos, después de un par de jornadas de alivio, provocada por el pronunciamiento de S&P sobre el rating.
Más fuerte ha sido la oscilación en referencias a corto plazo. El rendimiento del bono a dos años sube 424 puntos básicos al 1,3%.
El Instituto Nacional de Estadística italiano (Istat) ha explicado que se produce un estancamiento de la economía, después de la tendencia expansiva de los últimos tres años y tras una fase progresiva de frenada en los últimos trimestres. El Instituto afirma que de esta manera el crecimiento del PIB se situaría en 2018 en el 1%.
Las cifras se publican en mitad del pulso que mantiene el Gobierno con la Comisión Europea por los planes presupuestarios para 2019. Bruselas ha rechazado las cuentas italianas al presentarse con un déficit del 2,4%, muy por encima de los objetivos pactados por los anteriores gobiernos.
La medidas presupuestarias incluyen rebaja de impuestos, rentas para los ciudadanos más desfavorecidos y la contra reforma del sistema de pensiones.
"La economía de Italia se detuvo por la incertidumbre política y ahora aumenta el riesgo de que desaparezca la recuperación de manera irreversibles", comenta Jamie Murray de Bloomberg Economics.
La debilidad se debe "principalmente a la disminución de la actividad industrial que se vio perjudicada por la desaceleración del comercio mundial", subraya Loredana Federico, economista jefe de UniCredit, que había pronosticado un crecimiento del 0,1% y resalta que la incertidumbre ha pesado sobre las inversiones.