Economía

La policía de la inflación: donde no llega el Banco de Turquía está la patrulla local

La policia local de Estambul registra un establecimiento. Bloomberg

Turquía está sufriendo una inflación desbocada con los precios descontrolados, pese la histórica subida de tipos del banco central del país. Erdogan y su Gobiern0 piden desesperadamente que los ciudadanos vendan sus dólares y compren liras y ha pedido a las empresas que rebajen los precios de sus productos. La última medida ha sido mandar a la policía local a vigilar los precios en los establecimientos.

El Banco Central de Turquía puede ser el primer banco central que cuenta con patrullas a pie de calle para controlar los precios. La policía local de Estambul está en la primera línea de fuego combatiendo la subida de precios.

Los municipales hacen visitas sorpresas a los supermercados en sus rondas habituales, examinando los precios de los productos e informando a los dueños de que pueden ser denunciados si los suben. Todo vale para luchar contra la espiral inflacionista a la que se enfrenta Turquía tras el desplome de la lira.

La primera consecuencia del hundimiento de la moneda frente al dólar ha sido disparar los precios de alimentos y productos básicos. "Comparamos las etiquetas de precios con los precios en la caja registradora", explica Ahmet Ergal, uno de los oficiales, a Bloomberg. "También verificamos los pesos de los productos y repetimos la vigilancia con tiendas sospechosas", se extiende.

Suena a medida desesperada y que puede hacer poco ante evolución imparable del IPC. La inflación interanual en Turquía alcanzó en septiembre el 24,5%, la cifra más alta de los últimos 15 años, pese a la histórica subida de tipos del Banco Central de Turquía, que elevó el precio del dinero un 24% de una tacada. Poner a la policía a seguir los precios, tiene su lógica cuando otra de las medidas del Gobierno de Erdogan ha sido ordenar bajar los precios un 10% a todas las empresas. La policía se encarga entre otras cuestiones de hacer que se cumpla.

No son las únicas medidas que ha probado el Gobierno de Erdogan desde la impotencia de ver como la inflación devora la economía turca. El propio presidente suplicó a la población que compraran con sus dólares liras turcas en pleno desplome de la moneda local.

Erdogan cada vez está adoptando iniciativas más intervencionistas, desde restringir el uso de derivados hasta exigir que los bancos cobren tasas de interés por debajo del mercado para los préstamos hipotecarios. Otros movimientos incluyen la prohibición del uso de monedas extranjeras en la venta de propiedades y alquileres o bloquear el precio del pan.

El próximo 25 de octubre se vuelve a reunir el Banco Central de Turquía y con casi toda seguridad deberá seguir subiendo los tipos de interés, mientras se mantiene el interés real en negativo como sucede actualmente. La decisión no volverá a ser fácil. Erdogan se opone a esta medida por el temor a que el país tenga que terminar afrontando una recesión.

El PIB ya está notando el frenazo de la economía. De crecer por encima del 5% se espera que cierre en el 3,8% en 2018. La previsión para 2019 también es que el crecimiento se sitúe en el 2,3%, según el propio Gobierno.

"Es humillante para Turquía que Erdogan piense que puede manejar la economía a través de la policía", denuncia Meral Aksener, presidenta de la oposición Iyi Parti.

Las patrullas contra la inflación comenzaron poco después de la apelación de Erdogan el 14 de septiembre para que las autoridades "elaboren mecanismos de control" contra los aumentos de precios. Despegaron en serio este mes, cuando el presidente llamó específicamente a la policía local, conocida como Zabita."Es nuestro deber hacer lo que sea necesario donde los precios sean seriamente volátiles", dijo Erdogan el pasado 2 de octubre.

El Ministerio de Comercio de Turquía ha anunciado hoy que sus funcionarios vigilarán los productos de 4.000 compañías que operan en el país para controlar el precio desde el origen.

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