El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a tensar la cuerda durante los últimos días en la guerra comercial que tiene acongojado al mundo. El inquilino de la Casa Blanca ha amenazado con activar definitivamente los aranceles detallados el 10 de julio. Se trata de una ronda del 10% sobre un catálogo de productos procedentes de China por valor de 200.000 millones de dólares.
Un gravamen que se elevará hasta el 25% en 2019 según el mismo anuncio. Este nuevo ataque se comería hasta ocho décimas del crecimiento del gigante asiático, restaría 30 puntos básicos al incremento de la actividad económica a nivel global y aumentaría hasta en una décima la inflación en Estados Unidos, según calcula Citi. Por su parte, China ya ha anunciado que responderá y pone el foco sobre 60.000 millones de dólares en productos estadounidenses.
El equipo de analistas del banco de inversión maneja estas cifras para el escenario más agresivo. Si los aranceles se quedaran en el 10%, Citi reduce el impacto a 30 puntos básicos sobre el PIB de China y a una décima sobre el crecimiento global.
También según los expertos de la entidad norteamericana, los aranceles del 25% ya impuestos sobre productos por 50.000 millones impactarán en 2 décimas en la actividad del dragón rojo y apenas en 10 puntos básicos en el PIB mundial.
Actualmente, se espera que China crezca un 6,6% en 2018, frente al ritmo del 6,9% al que lo hizo en 2017, y que este incremento se reduzca hasta el 6,3% en 2019, según recoge Bloomberg.
Más allá de las cifras, las consecuencias de la bravuconería proteccionista de la Administración norteamericana son desconocidas. El mayor temor que recorre el mercado es que desate una reacción de China sin precedentes o que aflore las debilidades de la segunda economía del mundo que han permanecido ocultas. "Hasta ahora, solo hemos visto balas de goma", reconoce Tom Orlik, el economista jefe de Bloomberg.
No en vano, Trump ha amenazado con ir más allá y no solo incrementar los aranceles de la nueva ronda desde el 10% al 25%, sino también continuar gravando otros 267.000 millones en importaciones, lo que supondría tasar todos los productos de chinos que entran en Estados Unidos.