El arancel del 34,75% que Estados Unidos ha aprobado a la aceituna negra española para frenar su crecimiento en el país amenaza el sistema de ayudas de la Política Agraria Común (PAC) en Europa y podría extenderse a otros productos alimentarios españoles. De hecho, la industria aceitera de California está presionando ya para que se impongan tasas similares al producto extranjero y existe también un gran temor entre los productores de vino de que pueda ocurrir algo similar.
En 2017 España vendió al gigante norteamericano productos alimentarios por un valor de 1.999 millones de euros, lo que supuso un 9,3% más que un año antes, y casi el triple que diez años atrás. Actualmente, Estados Unidos representa el sexto país en el ranking mundial de exportaciones de alimentos españoles -después de Francia, Italia, Portugal, Reino Unido y Alemania- y es el más importante fuera de las fronteras europeas.
De acuerdo con los datos de la patronal Fiab (Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas), los principales productos exportados a Estados Unidos fueron el aceite de oliva -por valor de 445 millones de euros-, el vino (294 millones) y las aceitunas (228 millones). "Estamos muy preocupados porque cualquier producto podría verse afectado si se cuestionan las ayudas de la PAC", según aseguró recientemente el director general de Fiab, Mauricio García Quevedo.
Los fabricantes de tubos vascos como Tubos Reunidos ya están sufriendo en sus carnes el artículo 232 desde el pasado 1 de junio, con el pago de un arancel del 25% sobre el acero. "Nos han roto las reglas de la globalización y de la competencia", aseguran desde la empresa que concentra el 45% de sus ventas en el mercado estadounidense y el 70% en países dolarizados. Su estrategia para frenar el impacto ha sido solicitar al cliente que asuma esta subida, petición que no sabrán si es aceptada hasta el mes de octubre. Mientras, se generará una guerra de precios a la baja que debilitará aún más la posición de las compañías que operan en Estados Unidos.
Más allá de la alimentación y la siderurgia, los efectos colaterales de las nuevas normas de aranceles en los Estados Unidos sobre el sector de componentes, la automoción o el calzado no alcanzan en magnitud al daño que causa en los asuntos del comer y beber. La excusa de la Casa Blanca consiste en proteger a los trabajadores estadounidenses de la competencia de otros países productores.
Bajo ese argumento, con gravámenes a la exportación del 20%, las economías de medio mundo tiritan ante un tsunami que podría destruir más de 10.000 empleos solo en Estados Unidos, así como hacer trizas los planes de cientos de miles de negocios vinculados con la primera potencia mundial.
Los efectos colaterales de la guerra comercial
Seat, Nissan y Renault, al margen de los perjuicios por los aranceles
Los negocios de estas firmas en España quedan al margen de los aranceles de Trump al sector del automóvil. En el caso de Nissan, que tiene centros de producción en Barcelona, Ávila y Cantabria de los que en 2017 salieron más de 100.000 vehículos, ninguna de sus fábricas exporta a Estados Unidos. Tampoco lo hace Renault. En el caso de Seat, los cambios previstos con anterioridad en el grupo Volkswagen han favorecido a la empresa española. Y es que la planta de Martorell dejará de producir a finales de julio el Audi Q3, que pasa a Hungría, y que sí se exporta al mercado estadounidense. En su lugar, el centro catalán fabricará el Audi A1 para el mercado europeo.
Una amenaza para un "mercado de alto valor" para el vino español
En el mundo del vino se reconoce la preocupación. Aunque los norteamericanos son nuestros octavos compradores -100 millones de litros-, después de los suizos, son los que pagan mejor nuestro vinos, 3,32 euros/litro. En un sector que vende todavía una buena parte a granel -1,17 euros el litro-, el proteccionismo de Trump amenaza "a un mercado de alto valor y con mucha capacidad de crecimiento para España", explica Rafael del Rey, director del Observatorio del Mercado del Vino, quien subraya no obstante que el vino no debería ser la mayor preocupación de Trump porque "el 75% de lo que consumen es del país".
Las quince plantas en EEUU, "escudo" para Grupo Antolin
Hace unas semanas, Grupo Antolin, uno de los principales proveedores de interiores del automóvil, inauguraba su decimoquinta fábrica en EEUU. La amplia presencia en ese país de la compañía burgalesa, que ha apostado por implantarse junto a los fabricantes, se presenta como un buen escudo ante las intenciones proteccionistas de Trump, al igual que su gran diversificación geográfica y de clientes. Pero aunque la política arancelaria de Trump pueda amortiguarse en la cuenta de resultados, la posible reducción de la producción en Europa -que aporta 2.700 de los 5.000 millones de su negocio- podría afectar al empleo en nuestro país.
CIE y Gestamp optarán por la relocalización de sus producciones
CIE Automotive y Gestamp se verán afectadas por el arancel del 20% sobre el automóvil, ya que ambas tienen el grueso de sus negocios en Europa (el 47% de las ventas de CIE y el 60% de Gestamp) y están presentes en Estados Unidos, con un 8% y un 12% del negocio, respectivamente. "Tenemos una política de diversificación por mercados, tecnologías y clientes muy asentada y hacemos, en general, suministro local sin cruzar fronteras. Pero si en el medio plazo los clientes relocalizarán producciones en función de limitaciones al libre transporte de vehículos, nosotros podríamos hacer lo mismo", señalaron desde CIE.