
La guerra comercial entre Trump y el resto del mundo se recrudece por momentos. Desde que comenzó el año, el presidente estadounidense no ha hecho sino aumentar los aranceles sobre el resto de grandes potencias, en la mayoría de ocasiones aliadas del país de las barras y estrellas. Los efectos nocivos ya son apreciables en la propia economía americana, tanto en la economía real como en la financiera. Sólo los compañeros de partido de Trump, los legisladores republicanos, pueden poner coto a este goteo incesante, pero no parecen dispuestos a hacerlo.
Mientras el Dow Jones se enfrenta este martes a su peor racha bajista en 15 meses como consecuencia, entre otros factores, de los nuevos aranceles impuestos a China, el primer producto que vio tasadas sus importaciones, las lavadoras, ya da una idea de que el proteccionismo de Trump perjudicará la economía estadounidense, tal y como ha ocurrido en ocasiones previas en la historia de EEUU. Así, The Wall Street Journal recoge que la inflación en el mundo de las lavadoras ha crecido un 17% en los últimos tres meses, lo que supone el mayor incremento en 12 años.
Pero además de la tendencia inflacionaria que estas medidas crearán y que repercutirán en el bolsillo del consumidor, además del incremento del coste de producción de las compañías - Whirlpool ha apuntado un gasto extra de 50 millones de dólares - y el previsible recorte de puestos de trabajo que eso supondrá a gran escala - 145.000 empleos destruidos antes de 2020, según Moody's Analytics -, el perjuicio a los estadounidenses llegará también desde fuera de sus fronteras.
"Si los republicanos no pueden levantarse contra los aranceles y por el libre comercio, ¿para qué estamos aquí?"
En este sentido, los granjeros americanos se han quejado de que los nuevos gravámenes encarecen su posibilidad de mejorar el equipamiento o expandirse, pero sobre todo temen que China cumpla la amenaza y haga efectivos unos aranceles del 25% sobre la soja, que entrarían en vigor el 6 de julio. La mitad de la soja exportada por EEUU actualmente va a parar al gigante asiático, lo que supone un tercio de la producción total de estos cultivos. La amenaza china apunta directamente a Trump, ya que los estados donde más se produce soja son los que le apoyaron en las elecciones presidenciales que le llevaron a la Casa Blanca: Iowa, Illinois, Indiana, Minnesota, Nebraska, Missouri, Ohio y las dos Dakotas.
Por ello, los granjeros - también los que producen sustancias susceptibles de ser gravadas, como el trigo o el maíz - han hecho un llamamiento al Partido Republicano para que ponga coto a las medidas económicas de Trump que pueden acabar con sus negocios y su forma de vida. Sin embargo, la mayoría de los congresistas y senadores del partido del elefante se muestran reacios a plantar cara al ocupante del Despacho Oval.
Con noviembre siempre en la mente
Sólo algunos legisladores republicanos osan hacer frente a Trump, y son criticados por el resto de su bancada. El senador Bob Corker, de Tennessee, es la cara más visible en esta lucha, criticando que el presidente se ampare en la seguridad nacional para la imposición de aranceles sin el consentimiento de las Cámaras. "La Administración está abusando de la autoridad de la Sección 232 [de la Ley de Expansión Comercial de 1962] delegada al presidente por el Congreso", alega Corker, que ha presentado una propuesta de ley junto con otros siete republicanos y cuatro demócratas. "El Presidente no debería depender de una oscura provisión de una ley comercial destinada a mantener la seguridad nacional para imponer aranceles a nuestros aliados. En cambio, debería centrarse en la creación de coaliciones internacionales para responsabilizar a los malos actores y proteger a los trabajadores estadounidenses ", apunta otro de los firmantes, el demócrata Mark Warner.
Making claims regarding national security to justify what is inherently an economic question not only harms the very people we all want to help and impairs relations with our allies but also could invite our competitors to retaliate.
— Senator Bob Corker (@SenBobCorker) 6 de junio de 2018
La propuesta de Corker exige que cualquier arancel impuesto por el presidente bajo el amparo de la Sección 232 - alegando seguridad nacional - sea ratificado por las Cámaras en un plazo de 60 días, y obliga a revisar todos los gravámenes similares ejecutados en los últimos dos años. Pero las elecciones legislativas de mitad de mandato llegan en menos de cinco meses, y los congresistas y senadores no quieren poner en riesgo su futuro inmediato, por lo que han dado la espalda a Corker. "Podríamos enfadar al presidente", se mofó Corker en un discurso ante sus compañeros de partido en la Cámara. "Si los republicanos no pueden levantarse contra los aranceles y por el libre comercio, ¿para qué estamos aquí?", apoyó el senador republicano Jeff Flake.
Los dos senadores, sin embargo, no optarán a la reelección en noviembre, lo que les da libertad de acción sin preocuparse de recibir el apoyo económico del aparato del partido o de que los electores más alineados con Trump puedan castigarles con sus votos -o ser blanco de los furibundos ataques del presidente por Twitter. Y aunque hay un número récord de candidatos que no optarán a la reelección - 3 senadores republicanos, 25 congresistas republicanos y 10 congresistas demócratas -, los números en cualquier caso no cuadrarían ante el poder presidencial.
Cabe recordar que Trump tiene derecho de veto de las leyes que son aprobadas por las Cámaras, por lo que todo apunta a que cualquier legislación que ponga coto no solo a sus aranceles sino a su poder ejecutivo será inmediatamente vetado. El Congreso puede superar el veto presidencial, pero la supermayoría necesaria es inviable: sería necesario el voto positivo de dos tercios del Senado y dos tercios de la Cámara de Representantes. Por tanto, parece que quedan aranceles para largo.