
La tregua arancelaria entre las dos economías más grandes del mundo se esfumó de golpe y plumazo el viernes cuando la Casa Blanca confirmó gravámenes del 25% sobre una lista de productos chinos "que contienen tecnologías industrialmente significativas" por un valor aproximado de 50.000 millones de dólares. Una decisión que busca castigar "el robo de propiedad intelectual y otras prácticas comerciales desleales" llevadas a cabo por el gigante asiático, según explicó el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Sin embargo, desde Pekín, el Ministerio de Comercio reaccionó inmediatamente a las represalias de Washington anunciando aranceles por valor de otros 50.000 millones de dólares sobre 659 productos seleccionados que entrarán en vigor el próximo 6 de julio.
El tono del comunicado denotó que ambos países están más que dispuestos a escalar aún más en el conflicto comercial iniciado por la Administración Trump, que desde comienzos de año ha implantado aranceles a paneles solares, lavadoras, acero y aluminio procedentes de China. Washington también ha castigado a aliados comerciales como la Unión Europea, México o Canadá con gravámenes del 25 y el 10% a las importaciones de acero y aluminio y en estos momentos estudia posibles gravámenes contra la industria automotriz.
Con sus principales miras puestas en la segunda mayor economía del mundo, la lista de productos chinos afectados publicada este viernes por la Oficina del Representante Comercial de EEUU (USTR, por sus siglas en inglés) cubre un total de 1.102 líneas valoradas en aproximadamente 50.000 millones de dólares.
Este ataque se centra en productos de sectores que contribuyen o se benefician de la política industrial Made in China 2025, que incluye industrias tales como la aeroespacial, la tecnología de información y comunicaciones, la robótica, la maquinaria industrial, los nuevos materiales y los automóviles. Según aclaró la USTR, liderada por el embajador Robert Lighhtizer, este catálogo no incluye productos consumidos habitualmente por los estadounidenses, como teléfonos móviles o televisores. De esta forma, la primera agrupación de productos, un total de 818 de los 1.333 originalmente propuestos el 6 de abril, cubre importaciones chinas por valor de 34.000 millones de dólares. El listado ya se ha sometido a comentario público y las recomendaciones de los distintos comités de consejo comercial por lo que se comenzarán a recolectar estos gravámenes del 25% a partir del próximo 6 julio de 2018.
Por otro lado, otras 284 líneas de productos chinos, por valor aproximado de 16.000 millones de dólares, todavía deben someterse al escrutinio público. Una vez se complete el proceso, la USTR publicará un catálogo final de bienes que serán sometidos a los aranceles del 25% dentro de este grupo.
La Administración de Xi Jinping, con el que Trump dijo que le une "una gran amistad" no especificó que importaciones estadounidenses tiene intención de gravar como represalia inmediata a la decisión del Gobierno estadounidense. Sin embargo, tras la publicación del primer listado de productos chinos del USTR que se someterían a posibles aranceles el pasado abril, China contestó con una lista similar en la que se incluyeron la soja estadounidense, el sorgo y pequeños aviones comerciales como objetivo de sus gravámenes.
Semanas de negociaciones
La decisión de la Casa Blanca se produjo después de semanas de negociaciones con altos funcionarios chinos. Tras reuniones en Washington y Pekín, lideradas bien por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, bien por su homólogo en Comercio, Wilbur Ross, todo parecía indicar que el equipo negociador chino, liderado por el viceprimer ministro Liu He, estaba dispuesto a aumentar la compra de productos estadounidenses por al menos 70.000 millones de dólares con la intención de reducir la brecha comercial entre ambos países, que el año pasado jugó en contra de la economía estadounidense en alrededor de 375.000 millones de dólares.
A cambio, Ross intercedió para levantar parte de las sanciones que pesan sobre el fabricante de equipos de telecomunicaciones chino ZTE, al que se le restringió acceder a sus proveedores estadounidenses tras haber mantenido relaciones comerciales con Irán y Corea del Norte. La compañía se comprometió al pago de una multa de 1.000 millones de dólares más un depósito adicional de 400 millones más. Además, ha sustituido su consejo y estaría sometido a un fuerte escrutinio de Estados Unidos.
Aún así, es cierto que los legisladores estadounidenses trabajan en una enmienda que busca dinamitar este acuerdo ya que el alcanzado con el Departamento de Comercio supone un peligro para la seguridad nacional.
Pekín también reacciona por vía empresarial
Del lado empresarial, China tampoco se ha quedado de brazos cruzados, ya que los reguladores del país no han dado el visto bueno a la compra de XNP por parte de Qualcomm, una decisión que queda en el limbo especialmente después de las medidas tomadas el viernes por Washington. Tampoco debemos olvidar que el Departamento del Tesoro de EEUU debe publicar antes de finales de este mes las restricciones que EEUU busca imponer a individuos y compañías chinas que busquen invertir en el país, especialmente en ámbitos que pongan en peligro la propiedad intelectual de la tecnología estadounidense.