La economía española ha vuelto a registrar un superávit externo en 2017 y es el sexto consecutivo, lo que deja entrever un cambio de la economía española desde la crisis, cuando el déficit externo (cuenta corriente + cuenta de capital) estuvo cerca de alcanzar el 10% del PIB en 2007. Durante los años del 'boom' económico los españoles (familias, empresas y administraciones públicas) consumieron mucho más de lo que se producía en el país y ese consumo/inversión extra se compensaba con importaciones y se financiaba incrementando la deuda con el extranjero. Ahora, tras años de robusto crecimiento, la situación parece un tanto diferente.
La capacidad de financiación en 2017 ha sido del 2,1%, levemente inferior al 2,2% de 2016. Hay que tener en cuenta la subida del precio del petróleo durante el año pasado, lo que ha incrementado la factura energética. Estos superávit externos están reduciendo la posición deudora neta de España hasta el 80,8% del PIB, mínimos desde 2007. Esta posición deudora es grosso modo lo que los españoles 'deben' al exterior menos lo que los extranjeros 'deben' a los residentes en España y cuanto más baja sea menor es la dependencia de los mercados internacionales de capitales.

Crecimiento y superávits exteriores
El informe publicado por el Banco de España destaca que "el actual ciclo económico expansivo está siendo compatible con superávits exteriores persistentes, gracias a factores de diversa índole, incluyendo algunos de carácter transitorio, como el reducido nivel de los tipos de interés, y con otros de naturaleza más permanente".

No obstante, los economistas del Banco de España creen que también hay factores permanentes que están permitiendo esta búsqueda del equilibrio externo se vaya alcanzando a pesar de la fuerte expansión del PIB, algo que años atrás era incompatible.
Entre los factores permanentes destaca por el lado de las exportaciones "el proceso de internacionalización que ha experimentado el tejido empresarial español en los últimos años, apoyado en las ganancias de competitividad acumuladas desde el inicio de la crisis."
"En cuanto a las importaciones, en el período más reciente se han detectado indicios de que se podría estar iniciando un cierto proceso de sustitución de algunos factores productivos importados por insumos nacionales. Estos desarrollos, junto con la mejoría de los mercados exteriores, contrarrestaron, al menos parcialmente, el ascenso de los precios del petróleo y la apreciación del euro a lo largo de 2017", según señala el informe del BdE.
Según los datos publicados por el ICEX, el número de empresas exportadores aumentaron un 8,6% en 2017, mientras que el número de exportadores estables (aquellos que exportan de manera consecutiva en los últimos cuatro años) aumentaron un 1,6%.
Si se comparan estos datos con respecto a 2008, las cifras muestran una mejora considerable: el aumento de los exportadores estables desde 2008 ha sido del 27,5%, "al tiempo se profundizó en su diversificación geográfica".
La reducción de los costes laborales unitarios (CLU) y la mejora de la productividad durante los últimos años han contribuido a incrementar la competitividad de los bienes y servicios producidos en España. En la actualidad, todas las exportaciones de España representan el 34,1% del PIB, según los últimos datos de Eurostat. En 2009, las exportaciones tocaron suelo representando el 22% del PIB.

La fuerza del turismo
También hay que tener en cuenta el fuerte peso del sector servicios, que es el que permite que la balanza por cuenta corriente presente un saldo positivo. Mientras que la balanza comercial (exportación menos importación de bienes) presentó en 2017 un saldo negativo del -1,9% del PIB, la balanza de servicios obtuvo un saldo positivo del 4,8% del PIB. De ese dato, 3,5 puntos representan el saldo positivo del turismo, mientras que 1,3 puntos pertenecen al resto de servicios.
Como señala el BdE, "la fortaleza de los ingresos turísticos se apoyó en la mejora de la situación económica en los países del área euro y en el aumento del peso de los turistas procedentes de regiones cuyo gasto medio diario es más elevado, a lo cual contribuyeron las mejoras de calidad de los servicios proporcionados".
Además, durante el año pasado no se notó "un impacto negativo relevante de la depreciación de la libra sobre las llegadas de turísticas británicos. Con todo, a partir del tramo final del año ha podido observarse un cierto debilitamiento de las exportaciones turísticas, posiblemente vinculado a la situación en Cataluña y a la incipiente recuperación de destinos competidores en el arco mediterráneo".
Por último, los otros dos componentes que componen la balanza por cuenta corriente son la balanza de rentas primeras (dividendos por inversiones en el extranjero y viceversa) que se mantuvo en equilibrio, y la balanza de rentas secundarias (principalmente remesas) que fue negativa, -1% del PIB.
Durante los años previos a la crisis, el sistema productivo español no tenía la capacidad para producir todos los bienes y servicios (a un precio y calidad determinada) que los españoles demandaban, lo que desembocaba en fuertes déficits externos (cuenta corriente más cuente de capital) y, a la postre, en cada vez mayor posición deudora neta. Los extranjeros financiaban esos déficits a través de la compra de activos españoles, que llevó a que la posición de inversión internacional neta hasta el -99,6% del PIB, mientras que hoy es casi veinte puntos inferior.
En la actualidad, el menor déficit en la balanza comercial de bienes (-1,9% frente a -8% de 2007), un superávit de la balanza de servicios que casi duplica el previo a la crisis y el superávit de la cuenta de capital (cuenta corriente + cuenta de capital = capacidad o necesidad de financiación frente al resto del mundo) están permitiendo que España dependa menos del exterior, reduciendo la posición deudora neta rápidamente. Aún así, los riesgos siguen existiendo, por lo que habría que mantener esta tendencia durante varios años más.
"A pesar del descenso en los últimos años de la posición deudora neta de la economía española frente al resto del mundo, en términos del PIB, su nivel sigue siendo alto... Ello supone un elemento de vulnerabilidad frente a potenciales perturbaciones adversas, especialmente de aquellas que se traduzcan en un endurecimiento de las condiciones financieras en los mercados internacionales. La reconducción de dicha posición hacia niveles moderados requerirá del mantenimiento de superávits de la balanza por cuenta corriente durante un periodo prolongado", sentencian los expertos del BdE.