
La Eurozona crece al ritmo más fuerte de los últimos diez años. El PIB aumentó un 2,7% interanual en el cuarto trimestre de 2017, hasta países como Francia, Italia o Grecia está presentando la mayor expansión de los últimos años. Sin embargo, esta nueva era de crecimiento y creación de empleo puede estar inundando de optimismo a a una unión monetaria que sigue presentando casi los mismos fallos que estuvo a punto de hundirla en 2012.
Según destaca Nicola Mai, vicepresidente ejecutivo de la firma de inversión PIMCO, "la recuperación económica de la zona euro está en pleno apogeo, y se desvanecen los riesgos políticos. No obstante, los inversores deberían mantenerse en guardia ante los riesgos a largo plazo que plantea esta región geográfica".
El optimismo tapa las vergüenzas
Ahora mismo, el optimismo reina en la Eurozona. El índice que mide el riesgo de una posible ruptura del euro ha caído al nivel más bajo desde que se tienen tienen datos, la tasa de paro ha caído hasta el 8,7% y hasta el crecimiento de los diecinueve países que conforman el euro parece relativamente sincronizado.
El propio Vítor Constancio, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), destacaba hace unas semanas que que la convergencia de los ciclos de crecimiento está reflejando que los miembros del bloque nunca han estado tan cerca unos de otros desde el inicio de la unión monetaria". Esto podría hacer que los ciclos de crecimiento en el área euro fuesen más amplios y estables.
Sin embargo, para Mai (PIMCO) esta situación parece ser sólo un efecto óptico, al igual que ocurrió durante el pasado ciclo expansivo en el que los grandes volúmenes de ahorro del norte de Europa fluían hacía el sur y parecía que los países de la periferia iban a converger en algún momento con la 'Europa rica'.
"La marea creciente está levantando todos los barcos, incluso los más pequeños, y las economías de Irlanda, Portugal y Chipre experimentan una enérgica recuperación, así como la economía griega parece delatar signos de saneamiento", sostiene el economista de PIMCO.
Todo parece que funciona, "pero los inversores no deberían mostrar complacencia respecto a las perspectivas a largo plazo, ya que está región dista todavía de resolver sus problemas existenciales", asegura Mai.
Hung Tran, director ejecutivo del Instituto Internacional de Finanzas, cree que uno de los retos de la Eurozona es lograr que el crecimiento sea más inclusivo. Por otro parte, parece que el fuerte crecimiento ha hecho olvidar el Brexit en Europa, pero lo cierto es que todavía hay que sellar un acuerdo sobre las futuras relaciones con la segunda economía más grande de Europa.
Precios y endeudamiento
Por un lado está la baja inflación estructural de Alemania, que se junta con los esfuerzos que deben seguir haciendo varios países para contener sus precios y seguir recuperando competitividad. Este factor "entraña una serie de problemas graves en el desapalancamiento de los sectores público y privado, tan necesarios para esta zona geográfica".
Sin inflación, la deuda real de familias, empresas y sector público se hace fuerte. Si el crecimiento de los precios y del PIB nominal fuese superior, los ratios de deuda descenderían más rápido y la capacidad de pago sería mayor, algo que no parece que vaya a suceder mientras que las autoimposiciones del BCE siguen siendo tan estrictas.
Poro otro lado, Mai cree que "no existe en esta región ningún compromiso con las políticas macroeconómicas convergentes, especialmente en todas las economías del centro de Europa. Las políticas de convergencia exigen contención en una serie de reformas y gastos de las economías periféricas, junto con la demanda y las políticas de impulso de los salarios y los precios en las economías del centro de Europa".
Países Bajos y Alemania, por ejemplo, siguen presentando unos superávit por cuenta corriente despampanantes a la par que registran superávits presupuestarios: "Sigue dándose una marcada aversión por parte de población e instituciones teutonas a incrementar la inflación y el gasto".
Una unión más real
Otro de los problemas que siguen sin solución en la Eurozona es la heterogeneidad de sus países (gustos, preferencias, sistemas productivos...) que tienden a generar shocks asimétricos. Este problema tiene solución a través de transferencias fiscales que comprometan ciertos cambios o reformas, pero esta situación está lejos de producirse.
"El Viejo Continente se halla lejos de la creación de un presupuesto importante capaz de incurrir en gasto contracíclico a nivel federal. Además, perdura la fragmentación en los mercados de capital debido a la falta de una unión bancaria y en particular, un sistema común de seguro de los depósitos", destaca el vicepresidente de PIMCO para Europa.
En este sentido también incide el experto del Instituto Internacional de Finanzas, que ve fundamental las reformas que permitan recuperar la confianza de los ciudadanos en el proyecto europeo. "Lo más urgente es completar la unión bancaria así como la unión de los mercados de capitales".
Por ahora, la falta de este tipo de políticas se está supliendo con la acción del BCE. Por el momento, la actuación del banco central como prestamista de última instancia y a través de la compra de bonos ha permitido que los países de la periferia puedan soportar el pago por intereses de la deuda, pero "en el mejor de los casos, el BCE es un prestamista de última instancia imperfecto. Buena prueba de ello son los límites sobre las compras autoimpuestos en cuento a emisión y los emisores (donde el banco central puede tener un máximo del 33% en los bonos en circulación de cada emisor", comenta el experto de PIMCO.
Por todo ello, Main cree que a largo plazo todos estos problemas, que ahora no se ven, "pondrán a prueba de nuevo la integridad de la región".