
El PIB de Rumania se incrementó un 8,8% en 2017, logrando así ser el país de la Unión Europea con un crecimiento más rápido de la producción. Este fuerte aumento de la actividad no está sirviendo para que los rumanos incrementen su riqueza en términos relativos, ya que están usando las aumentos salariales y bajadas de impuestos para consumir, dejando a un lado la inversión. Estas decisiones individuales junto a la política fiscal del gobierno pueden crear problemas de sostenibilidad para la economía de Rumanía en el futuro.
Como destacan desde Bloomberg, puede que las ventajas de vivir en la economía que está crecimiento más rápido en la Unión Europea no sean demasiadas, ni buenas.
Los activos no crecen
Pese a que el PIB se ha disparado, impulsado entre otras cosas por fuertes incrementos de los salarios públicos y los recortes de impuestos, la riqueza del país balcánico (basada en los activos netos de los ciudadanos como porcentaje de los ingresos disponibles) sigue siendo casi la misma que hace cinco años.
Los rumanos no pueden ahorrar. Para algunos, unos salarios más elevados sirven para financiar los elementos esenciales del día a día, como alimentos y ropa, algo lógico en un país cuyas condiciones de vida se encuentran entre las peores de la UE; otros gastan en viajes y televisores. Menos rumanos invierten sus ganancias inesperadas en activos a largo plazo, como apartamentos o acciones.
Florian Libocor, economista de BRD-Groupe Société Générale en Bucarest, dice que las personas se están comportando como si la generosidad del Gobierno fuese a continuar indefinidamente. Es poco probable que esta tendencia puede continuar, puesto que la Comisión Europea ya está advirtiendo sobre la difícil sostenibilidad del déficit presupuestario.
"Los ciudadanos no han acumulado riqueza en los últimos años: han aumentado su endeudamiento en base a unas expectativas positivas", asegura Libocor por teléfono. "Muchas personas ni siquiera han esperado a ver si las promesas se materializan y consumieron más, pero también acumularon más deudas. En un momento, la corrección será inevitable".
La UE predice que la economía de Rumanía se expandirá un 4,4% en 2018 tras eclipsar el crecimiento en otras partes del bloque el año pasado. Pero ya están apareciendo las primeras señales de presión en sus ciudadanos.
La inflación ha subido hasta el 3,3%, alcanzando máximos de casi cinco años. Así, el banco central ha comenzado a subir los tipos de interés, que se habían estancado mínimos históricos desde 2015. No obstante, los mercados monetarios han ido por delante de la curva, subiendo los intereses mensuales de las hipotecas los rumanos que tienen este tipo de créditos a tipo variable.
Puede que ya sea demasiado tarde para guardar el suficiente dinero como para amortiguar el golpe que se avecina.
Problemas sociales
Además, Rumanía sigue siendo el país con mayores carencias sociales de toda la Unión Europea. Uno de cada dos rumanos asegura tener problemas para calentar su casa o permitirse una comida con carne o pescado cada dos días, según un informe de Eurostat.
Este dato es más de tres veces el promedio de la UE. La economía rumana creció 8,8% en el tercer trimestre, la mayor tasa de variación en diez años, un aumento de la producción no se está repartiendo de forma igualitaria, según muestran los datos sobre desigualdad de renta.
A pesar de que Bulgaria es el país más pobre del bloque en términos de producto interior bruto per cápita, Rumanía ha mostrado unos resultados peores en lo que se refiere a carencias de su población.
Por otro lado, España se encuentra peor que la media de la Unión Europea en este apartado. No obstante, muestra menores carencias sociales que Irlanda o Portugal, pero peor que Croacia o Italia. Esta estadística evalúa si los ciudadanos tienen cinco carencias que Eurostat considera básicas. Además de las mencionadas anteriormente, también aparecen otras como retrasos en el pago de hipotecas o alquileres, tener un coche para uso personal o para reemplazar los muebles viejos.
Entre los países mejor posicionados aparecen Suecia, Finlandia, Luxemburgo y Dinamarca. En estos países, los ciudadanos con carencias no alcanzan ni el 10% de la población.