
Los responsables de Finanzas europeos enviaron ayer una carta a las autoridades estadounidenses para dar un toque de atención sobre la reforma fiscal que está negociándose. La misiva, enviada por los ministros de Finanzas de las principales economías europeas -Alemania, Francia, Italia, España y Reino Unido-, a la que tuvo acceso elEconomista, advierte de que "la inclusión de ciertas cláusulas menos convencionales relativas a la fiscalidad internacional podrían contravenir los tratados de doble imposición de EEUU y tener un impacto distorsionador enorme en el comercio internacional".
La carta se dirige al secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, y los pesos pesados demócratas y republicanos de los comités de Finanzas en la Cámara de Representantes y el Senado. Los europeos cargan contra tres medidas incluidas en los dos borradores que manejan ambas Cámaras.
Tres medidas
La primera es un impuesto sobre las ventas del 20% que se aplicaría a los pagos a compañías extranjeras, con alguna excepción. Dado que afectaría a bienes y servicios extranjeros, los europeos advierten de que supondría una discriminación que chocaría con las reglas de la OMC. Además, "sería inconsistente con los acuerdos de doble imposición" firmados por Washington, ya que afectaría a firmas extranjeras sin residencia fiscal en EEUU.
La segunda preocupación atañe a una medida destinada a combatir la evasión fiscal pero diseñada de manera que "tiene el potencial de ser extremadamente dañina para la banca internacional y las aseguradoras": Se trata de un tributo del 10% a las transacciones internacionales financieras entre subsidiarias del mismo grupo.
Por último, la carta critica la fijación de un impuesto reducido del 12,5% a las exportaciones, el cual cuestiona como "un subsidio ilegal" a las mismas, en comparación con la fiscalidad más alta que encararían las ventas domésticas.
Los cinco ministros firmantes, Cristóbal Montoro en el caso español, coinciden en que la política fiscal "es uno de los pilares esenciales de la soberanía de un Estado", al tiempo que saludan los esfuerzos de Washington en la lucha contra la evasión fiscal, pero invitan a que el texto que salga de las Cámaras mantenga el consenso multilateral logrado gracias a los esfuerzos de la OCDE, con un compromiso "sabio y equilibrado".
Mientras, al otro lado del Atlántico comienza la contrarreloj para los senadores y congresistas republicanos en el Capitolio. Deben conciliar esta semana sendas propuestas fiscales para que el proyecto de ley llegue al Despacho Oval antes del receso navideño.
Aunque las negociaciones sobre qué ocurrirá con asuntos como el Impuesto Mínimo Alternativo, el tipo del Impuesto de Sociedades o si su implementación será inmediata se llevan a puerta cerrada, la atención está puesta en mañana, cuando el comité encargado de limar asperezas prevé dar detalles sobre los avances. Este evento coincidirá con un discurso del presidente, Donald Trump, en el Departamento del Tesoro.
"El proyecto de ley final estará más cerca de la versión del Senado", estima Peter Hooper, economista jefe de Deutsche Bank. "Esperamos un déficit incremental de 1,4 billones de dólares en los próximos diez años", añade, cifra que coincide con otras estimaciones y que pone de manifiesto cómo la factura de la mayor reforma tributaria en EEUU desde 1986 plantea dudas sobre su impacto en las cuentas públicas. El Comité Conjunto sobre Tributación indicó que el plan del Senado añadirá hasta un billón de dólares a la deuda incluso con las nuevas proyecciones de crecimiento.
Una predicción similar a otros cálculos que difieren de los que efectúa el Departamento del Tesoro. La Oficina de Política Fiscal de la agencia liderada por Mnuchin estima que la reforma fiscal y otras iniciativas económicas de la Administración Trump generarán ingresos adicionales para las arcas públicas por valor de 1,8 billones de dólares en los próximos 10 años.