
El atentado terrorista de Barcelona del jueves y de Cambrils en la madrugada del viernes ponen en jaque al motor de la economía española, el turismo, en un momento, precisamente, en que se veía amenazado por las limitaciones de visitantes en algunas regiones y la oleada de turismofobia desatada en algunas regiones como Cataluña, Baleares y País Vasco. La masacre, además, se ha producido en plena temporada alta, a mitad de agosto, con las playas y las calles repletas de turistas. EN DIRECTO | Siga aquí la última hora sobre el atentado.
El sector aporta más del 11% del Producto Interior Bruto (PIB) y año tras año la llegada de extranjeros al país bate récord tras récord. El pasado año, la cifra ascendió a 75 millones de turistas, con Cataluña como principal destino.
De hecho, en los últimos tiempos España se había beneficiado del temor de los ciudadanos a ir a destinos como Londres, París o Bruselas tras la sucesión de atentados perpertrados por el islamismo radical. Un informe reciente de Exceltur hacía referencia a la incidencia que estaba teniendo para nuestro país estos terribles acontecimientos. Así, sólo en el primer semestre del año Barcelona habría visto incrementado en más de 360.000 el volumen de visitantes extranjeros y Madrid en algo más de 300.000 por este efecto y por la caída de la demanda europea a destinos competidores del mediterráneo, tales como Egipto, Túnez o Turquía, países que también se vieron afectados en los últimos años por ataques terroristas en sus hoteles.

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La gallina de los huevos de oro, por tanto, podría verse afectada gravemente a partir de ahora y podría tener efectos severos en la recuperación económica. Los datos son reveladores. El sector representa la mayor industria con una contribución al empleo del 13%. Más de 2,3 millones de españoles trabajan en la actualidad en puestos relacionados con la hostelería, el transporte y otras actividades adyacentes.
Sólo en el primer semestre llegaron 36,6 millones de visitantes extranjeros y las previsiones para el conjunto del ejercicio apuntaba a más de 80 millones. Toda una marca histórica. Y el gasto de los turistas creció entre enero y junio un 15%, hasta los 37.217 millones a pesar de que la reactivación europea es aún lenta y de las primeras consecuencias del Brexit para los británicos.
Importante reto
Aún es pronto para hacer vaticinios sobre lo que ocurrirá, pero el temor ya existe entre los empresarios y las autoridades. París, por ejemplo, perdió 1,5 millones de reservas hoteleras en 2016, debido a la cadena de atentados que sufrió desde finales de 2015. Una caída que fue superior a las estimaciones y la peor desde 2009. Hubo cancelaciones de grupos y menores entradas de turistas en los principales museos, como el Louvre, y en instalaciones de ocio, como Disneyland.
Ahora España y, Barcelona en particular, se enfrenta al reto de mantener su atractivo turístico y arrinconar el miedo. Un tarea nada fácil después de los acontemientos de ese verano, con pintadas contra la masificación de extranjeros y los límites a las licencias hoteleras.
La Ciudad Condal recibe casi 10 millones de turistas extranjeros cada ejercicio, siendo el centro neurálgico de las visitas en toda Cataluña. Es más, sólo en un día pasan 200.000 personas por Las Ramblas que se elevan hasta las 300.000 los fines de semana. En los seis primeros meses del presente ejercicio la Comunidad Autónoma recibió 8,6 millones de viajeros internacionales, un 10,3% más que en el mismo periodo de 2016.
El volumen es casi la cuarta parte de los turistas que llegaron a todo el territorio nacional. La importancia de este sector es, incluso, más relevante para la economía catalana que para la española, por lo que mantenerlo a flote es sustancial. Supone el 12% de su PIB y genera cerca del 14% de su empleo (452.300 personas).
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la mayor parte de los visitantes internaciones son de origen francés y británico. Hasta junio el gasto desembolsado asciende en conjunto a más de 2.117 millones, ya que cada turista se deja cada día 189 euros, una cantidad que cada vez es mayor. Se incrementado de manera interanual un 4,6%.
En las últimas semanas Barcelona ha centrado el foco de los medios internacionales por los actos vandálicos contra el turismo y los ataques contra los hoteles, hecho que obligó al presidente Mariano Rajoy, a poner de relieve la importancia del sector para la economía y la estabilidad de nuestro país. "Atacar el turismo es un sinsentido y un disparate", obra de "gente que se siente más cómoda en las malas noticias, en la pobreza y en el aislamiento", indicó de manera contundente en plena polémica.
Los expertos coincidían en señalar que el efecto de la denominada turismofobia sería, previsiblemente, limitado, pero que a medio plazo podría generar problemas acuciantes si no se actuaba con cambios en la regulación y con campañas para mejorar la salud del sector.
Uno de los cambios que prononen es mejorar la calidad del turismo y dejar atrás el de 'borrachera'. España recibe siete veces menos de visitantes denominados de calidad y compras que otros grandes destinos como Francia e Inglaterra. Para incrementar este tipo de turistas se debería acaparar extranjeros no comunitarios. Sólo dos de cada diez proceden de fuera de la Unión Europea, lo que resta potencial de riqueza y valor añadido.
Americanos y asiáticos proporcionan cantidades de gasto muy superiores a los franceses y los británicos, por lo que una llegada masiva de los primeros supondría un aumento de la recaudación.
Según datos de Egatur, la Encuesta de Gasto Turístico que elabora el INE, cada francés que nos visitó el año pasado gastó de media 602 euros, cada británico 911 euros y cada alemán 990 euros. Unas cantidades que ni tan siquiera suponen la mitad de los 2.593 euros que cada visitante chino dejó de media en nuestro país. Se dan casos en los que este tipo de visitantes llega a gastar 1.400 euros diarios solo en compras.
De esta manera, si España duplicase la cifra de turistas extracomunitarios lograría elevar sus ingresos en 17.000 millones de euros, hasta superar los 94.000 millones anuales. Esto, de acuerdo con los últimos datos disponibles, los relativos a 2016, porque todo hace prever que el nivel de gasto de este colectivo aumentará este año.