
Han pasado ya 43 días desde que Donald Trump jurase oficialmente como presidente de EEUU, y su retahíla de amenazas y medidas -desde una "histórica" reforma fiscal o una inversión en infraestructuras por valor de un billón de dólares hasta la renegociación del Tratado de Libre Comercio en América del Norte (Nafta), así como la calificación oficial de China como un manipulador de divisas- se han quedado en el tintero, al menos de momento. El desvanecimiento de la intensidad de sus amenazas sostiene e incluso refuerza los indicadores económicos de confianza y las expectativas de crecimiento.
La situación deriva de que parte de su Gabinete acaba de tomar posesión -el propio secretario de Comercio, Wilbur Ross, lo hacía a comienzos de semana-, y de la necesidad de contar con el respaldo de los legisladores en el Capitolio para sacar adelante algunas de las propuestas más jugosas, como la reforma del código tributario.
En estas circunstancias en que las medidas más controvertidas siguen sin aflorar y donde muchos detalles brillan por su ausencia, los inversores han optado por celebrar con jugosas subidas una situación peculiar. El mercado se centra en las iniciativas económicas más interesantes, como la rebaja del impuesto de sociedades, incentivos a la repatriación de beneficios o una regulación más laxa, sin haberse experimentado hasta la fecha un gran conflicto diplomático o el inicio de una guerra comercial, como muchos suponían que ocurriría tras la llegada de Trump.
La renta variable americana acumula desde el 20 de enero una rentabilidad del 6,4% para el Dow Jones, que sobrepasa ya los 21.000 puntos y del 5,2% en el caso del S&P 500, que tontea con los 2.400. "El optimismo para este año sigue liderado por la expectativa de un mayor gasto en inversión, en gran parte fomentada por lo que se postula como un ambiente más favorable para las compañías tras los cambios en Washington", señala Joseph LaVorgna, economista para EEUU de Deutsche Bank. Este experto insiste de nuevo en el plano tributario y el regulatorio como los incentivos para el mercado, pero aclara que "el calendario de implantación de estímulo fiscal sigue siendo incierto".
A los inversores patrios les gusta aquello de comprar el rumor y vender la noticia, y en estos momentos el runrún sobre la agenda de Trump fomenta más que nunca esa dinámica. Todo ello aderezado con la confianza de los consumidores, empresas e inversores, lo que se conoce como "el espíritu animal" y el repunte de la coyuntura económica, un factor del que la Administración Trump todavía no puede tomar crédito completo. La actividad manufacturera avanzó en febrero por sexto mes consecutivo y el país sumó 227.000 empleos en enero, cuando la inflación registró su mayor avance en cuatro años, de ahí que la Reserva Federal se prepare para subir tipos el 15 de marzo.
Promesas en el limbo
Con casi la mitad del periodo de gracia de 100 días que suele concederse a una nueva Administración ya vencido, el Gobierno de Trump ha instigado algunos cambios polémicos, pero no ha conseguido instaurar ni un tercio de sus compromisos. Es decir, tiene aproximadamente un 80% de su agenda política pendiente. El pasado 22 de octubre, el por entonces candidato presidencial firmó un contrato con el votante americano donde se comprometió a "restaurar la honestidad y la transparencia, así como a generar cambios en Washington". Para ello, listó 18 órdenes ejecutivas divididas en tres temáticas: acabar con la corrupción, proteger a los trabajadores americanos y restaurar la seguridad.
En su afán por proteger a los empleados americanos, el presidente canceló el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) nada más jurar su cargo, un hecho más bien simbólico, porque el Congreso, de mayoría republicana, ya lo había frenado mucho antes de su desembarco en la Casa Blanca. Precisamente, aunque Trump exalte con insistencia su mensaje de "compra América, contrata americanos", su Administración todavía no ha informado al Congreso oficialmente para activar el proceso de renegociación del Nafta. El secretario de Comercio aseguró el viernes durante una entrevista con la CNBC que el Gobierno será "agresivo" en materia comercial y "arreglará" los acuerdos que no considere justos.
Pero, en un claro guiño a México, Ross consideró que si EEUU logra "un acuerdo comercial sensato, el peso se recuperará", señaló al ser preguntado por la debacle sufrida por la divisa mexicana desde el pasado 8 de noviembre. Una señal que hace pensar que la retórica puede edulcorarse, en busca de una solución conjunta que no culmine en la implosión de un tratado aprobado en 1994. Ross, así como el representante comercial de la nueva Administración, Peter Navarro, son conscientes de que "sus propias políticas pueden ser cuestionadas por la Organización Mundial de Comercio", estima Chad Bown, miembro del Peterson Institute for International Economics, quien incide "sobre la reprocidad" con la que muchos países pueden contestar a Washington.
Anteriormente, Navarro arremetió contra Alemania por utilizar al euro para "explotar" a EEUU, mientras el propio presidente ha criticado insistentemente a China por "ser un campeón" en la manipulación de su divisa. Una amenaza que el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, no ha materializado oficialmente. Mnuchin, quien no presentará el informe bianual sobre divisas ante el Congreso hasta abril, donde el Departamento del Tesoro incluiría a los países que considere usan sus monedas con fines competitivos, ha asegurado hasta ahora que sus conversaciones con Pekín están siendo "muy buenas".
En líneas generales, el republicano parece distanciarse del arisco discurso de inauguracióndel 20 de enero, donde estipuló el fin de "la carnicería" que hasta ahora ha sufrido su país. Trump sorprendió a propios y extraños al transformar completamente el envoltorio de su mensaje en su primera comparecencia en el Capitolio del pasado martes. "Quiero ofrecer un mensaje de unidad y fuerza desde lo más profundo de mi corazón", manifestó. Un tono poco costumbrista para un mandatario no asiduo a lo políticamente correcto. "Desde una perspectiva de política exterior, la retórica de Trump en el Congreso -donde apeló a la armonía, la paz y la estabilidad- fue sin duda tranquilizadora", estima Ted Piccone, miembro de la Brookings Institution. "También prometió que EEUU continuará liderando mediante la fuerza, y apoyará fuertemente a la OTAN y perseguirá un compromiso directo, robusto y significativo con el mundo", añade.
El muro con México
Disipadas en el aire quedan sus tensiones con su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, pero no su orden de construir un "gran muro" con su vecino del sur. En materia de seguridad, sus compromisos son mixtos: cumplió con la nominación de Neil Gorsuch al Tribunal Supremo, pero su veto migratorio a siete países de mayoría musulmana (Irak, Siria, Sudán, Irán, Somalia, Libia y Yemen) fue anulado en tribunales.
El endurecimiento en las deportaciones sigue centrándose en la mayor parte de los casos, salvo excepciones, en ilegales con un historial delictivo, lejos de deportar a los más de 11 millones de indocumentados que residen en el país, mientras tampoco se han tomado acciones concretas contra los santuarios urbanos, ciudades donde se protege a los indocumentados y a las que Trump amenazó con cortar la financiación federal. De hecho, antes de su discurso del martes en la Cámara de Representantes, desde la Casa Blanca aseguraron que Trump estaría abierto a una reforma migratoria que incluyese una vía a la legalización de ilegales. Durante su comparecencia, animó a los legisladores a encontrar una propuesta bipartidista que revise el sistema de inmigración legal.
Donde quizás más progresos se han hecho ha sido en la hazaña por "drenar el pantano" de Washington. Su Administración ha impuesto restricciones de cinco años a los altos funcionarios que deseen militar en lobbies cuando abandonen un cargo público. También se ha instaurado el objetivo de que por cada nueva regulación deben desaparecer dos.
Los anuncios sin cumplir, en espera y rubricados
Reversión del 'Obamacare', sin propuesta alternativa
La minimización de la carga económica de la Ley de Protección al Paciente y cuidado de salud a bajo coste (Obamacare) está pendiente de derogación. El pasado 20 de enero, el presidente Donald Trump firmó la orden para comenzar con el desmantelamiento del sistema de salud, pero el itinerario del proceso se perfila complicado. Hasta ahora, no se ha cancelado ni se ha presentado una propuesta alternativa, lo que necesariamente requiere de apoyo legislativo.
Relación con China
Respecto a la idea de calificar a China como manipulador oficial de su moneda, el Departamento del Tesoro presentará su informe sobre divisas el próximo mes de abril, pero hasta la fecha se desconoce si se incluirá a Pekín en la citada calificación. El presidente de EEUU, Donald Trump, ha arremetido contra el gigante asiático en numerosas ocasiones. Sin embargo, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, afirma que las conversaciones con China "son positivas".
Renegociar el Nafta
La renegociación o cancelación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) todavía no se ha impulsado en el Congreso (también necesita apoyo legislativo).
Reforma del código fiscal
Donald Trump ha anunciado y reiterado que acometerá una reforma tributaria que incluya rebajas de impuestos para empresas e individuos, así como incentivos a la repatriación. No está claro si se incluirá el impuesto de ajuste fronterizo en el paquete tributario. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, quiere un acuerdo antes del receso estival del Congreso (igualmente necesita de apoyo legislativo)
Inversión
El compromiso deDonald Trump para invertir en infraestructuras un billón de dólares necesita apoyo legislativo.
Reforma Dodd-Frank
Respecto a la reversión de la reforma financiera Dodd-Frank, el pasado 3 de febrero el presidente Trump rubricó su decreto sobre principios fundamentales para regular el sistema financiero, pero dio un periodo de 120 días a la regulación vigente antes de aceptar sugerencias sobre qué normas serán eliminadas.
Seguridad en la frontera
El 27 de enero, Donald Trump firmó su veto migratorio a siete países, medida que posteriormente fue frenada por los tribunales. Hasta la fecha no se ha presentado un nuevo plan que corrija los fallos de la primera orden (que incluyó a individuos con permiso de residencia o visados ya emitidos por el Departamento de Estado y que autorizaban su entrada en Estados Unidos).
Promesas cumplidas
Entre las pretensiones del nuevo presidente de Estados Unidos, que sí se han impulsado casi llegando al ecuador de los primeros cien días de Gobierno, se encuentran, fundamentalmente, la retirada de Estados Unidos del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), el pasado 23 de enero -un hecho más bien simbólico si tenemos en cuenta que el Congreso, de mayoría republicana, ya lo había tumbado antes de la llegada del magnate a la Casa Blanca-; la reanudación de la construcción de los oleoductos estadounidenses Keystone y Dakota Access (24 de enero); la reducción de la regulación y el control de los costes regulatorios (30 de enero), así como la nominación de Neil Gorsuch al Tribunal Supremo (el pasado 31 de enero).