Economía

La élite mundial se enfrenta a una crisis existencial que amenaza el orden establecido

  • En Alemania, Francia y Holanda ganan poder las fuerzas anti-establishment
  • En EEUU, ambos candidatos reniegan del comercio internacional
Donald Trump

Las élites políticas se reúnen en Washington esta semana para celebrar diferentes encuentros que encarnan la fe del fenómeno de la globalización. Mientras tanto, en la sociedad crece la sensación de que este fenómeno es uno de los impulsores de la desigualdad y de la destrucción de empleo en Occidente. Los organismos que llevan años fomentando el comercio y la 'unión' del mundo podrían enfrentarse a un marco radicalmente opuesto.

Desde la votación del Reino Unido a favor de la salida de la Unión Europea a la propuesta de Donald Trump titulada 'EEUU primero', cada vez hay más presión para dar marcha atrás a una integración económica que ha sido el sello distintivo de las reuniones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial durante más de 70 años.

Alimentado por el estancamiento de los sueldos y la reducción de la seguridad laboral, el auge populista amenaza con deprimir una economía mundial que, según la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, ya es "débil y frágil".

La pérdida de fuerza de la globalización y el auge de las barreras comerciales también presentan riesgos para los mercados financieros, que siguen siendo susceptibles a las bruscas oscilaciones de la confianza de los inversores, como ha quedado de manifiesto con el reciente nerviosismo sobre la salud financiera de Deutsche Bank.

"La reacción en contra de la globalización se manifiesta en una intensificación de los sentimientos nacionalistas, en contra del exterior y a favor de un mayor aislamiento", explica Louis Kuijs, director de Oxford Economics para economía de Asia en Hong Kong y antiguo miembro del FMI. "Si perdemos el consenso de qué tipo de mundo queremos, probablemente el mundo saldrá perdiendo".

La semana pasada, Lagarde dijo a los responsables políticos que asistirán a la cumbre anual del FMI y del Banco Mundial que tienen dos tareas principales. En primer lugar, no perjudicar, esto significa por encima de todo resistir la tentación de implementar barreras proteccionistas al comercio. En segundo lugar, tomar medidas para impulsar el débil crecimiento mundial y hacerlo más inclusivo.

Barreras al comercio

Puede que lograr incluso estos dos modestos objetivos resulte difícil. El libre comercio se ha convertido en veneno electoral en la campaña presidencial de Estados Unidos. La candidata presidencial del Partido Demócrata, Hillary Clinton, ahora critica un acuerdo de comercio con los países de la zona del Pacífico que aún no ha sido ratificado en Estados Unidos y que ella misma había alabado cuando se estaba negociando. Por su parte, Trump, su contendiente republicano, ha atacado a México y a China y amenaza con imponer importantes aranceles a las importaciones de ambos países.

Aún conmocionados por la votación del Reino Unido en junio a favor de abandonar la UE, los líderes europeos saben que puede que esto sea sólo el comienzo de una convulsión política que ponga en peligro las viejas certidumbres del continente. El próximo año se celebrarán elecciones en Alemania y Francia, las dos economías más grandes de la zona euro, y en Holanda. En los tres países las fuerzas anti-establishment están ganando terreno.

Ante el creciente resentimiento hacia la Unión Europea desde Budapest a Madrid, los políticos señalan el auge populista como la mayor amenaza al bloque desde su creación tras la Segunda Guerra Mundial.

Pérdida de apoyo

John Williamson, que formuló el paquete de recomendaciones políticas conocido como Consenso de Washington sobre libre comercio y desregulación (y el cual contiene a todos los efectos los principios rectores del FMI y el Banco Mundial desde hace décadas) asegura que la crisis financiera de 2008-2009 provocó una pérdida de apoyo a la integración económica.

"Había un acuerdo sobre la globalización antes de la crisis y eso es algo que se ha perdido desde la crisis financiera", manifestó Williamson, que fue miembro del Peterson Institute for International Economics y en la actualidad está jubilado.

La débil recuperación mundial ha agravado la creciente oposición a la integración económica. En 2015 la economía mundial registró el menor crecimiento en seis años, con una expansión del 3,1%, según cálculos del FMI.

"Quizás el hecho macroeconómico más impactante sobre las economías avanzadas de hoy en día es la debilidad de la demanda frente a unos tipos de interés cero", asegura el ex economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, en un informe sobre políticas para el Peterson Institute la semana pasada.

"Yo comparo la economía mundial con algo parecido a un coche sin conductor que está atascado en el carril lento", señala David Stockton, antiguo miembro de la Reserva Federal y en la actualidad economista jefe de la consultora LH Meyer. "Todos sienten que los están llevando de paseo pero están bastante nerviosos porque no ven nadie al volante".

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