
El cumplimiento del déficit del 3,7% en 2016 volverá a toparse, como sucedió en el periodo 2013-2015, con un enemigo: la baja inflación. Con una previsión de caída anual de precios de entre el -0,1% (tasa prevista por la Comisión Europea) y el -0,3% (consenso del resto de analistas), el Gobierno se las verá y deseará para sostener la recaudación por cotizaciones sociales, IRPF o IVA, algunas de las figuras impositivas más ligadas a la variación de precios. De momento, el alza recaudatoria prevista para el año es del 6,2%, pese a que el incremento real hasta marzo ha sido de apenas el 0,3%.
La baja inflación, que actúa como revulsivo para la ganancia de competitividad, favorece el avance de las exportaciones e influye positivamente en la renta de las familias, causa sin embargo graves perjuicios a las arcas públicas. Los precios no suben, por lo que el incremento recaudatorio en IVA se hace casi inviable.
Los salarios tampoco (este año se calcula que el aumento medio en las nóminas del sector privado se situará en el 1,4%), por lo que también padecen los ingresos por cotizaciones y por IRPF. Y aunque el empleo crece -lo hará por encima del 2,5% este año-, la temporalidad y los salarios bajos impedirán que la recaudación crezca tanto como para cuadrar con lo que en su día previó el Ministerio de Hacienda.
Economía admite el problema
"El descenso de la inflación derivada de la caída del precio del petróleo desde mediados de 2014 se ha mantenido en 2015 y se prevé que continúe en niveles negativos en 2016", explica el Ministerio de Economía en la nueva versión del Programa de Estabilidad que remitió hace ahora una semana a Bruselas.
En ese mismo documento el gabinete del ministro Luis de Guindos, en funciones, reconoce que la menor inflación "ha restado impulso al esfuerzo de consolidación fiscal de los últimos años", ya que ha afectado "negativamente" a la recaudación tributaria. Guindos estima que si los precios se hubieran incrementado en los tres últimos años en torno al 1,5%, el déficit sería "un punto inferior al registrado a finales de 2015".
Algo que va a seguir sucediendo en el ejercicio en curso, donde Guindos ha enviado una propuesta de déficit menos ambiciosa (del 3,6% frente al 2,8% pactado con anterioridad) pero en el que incomprensiblemente se mantiene intacto el escenario de ingresos presupuestarios.
Las cotizaciones asustan
Al mantenerse intacto ese escenario de ingresos, el Ejecutivo espera que las cotizaciones dejen en el Sistema de la Seguridad Social algo más de 117.000 millones de euros, nada menos que un 17% más que los 99.500 millones ingresados por este capítulo el pasado 2015.
Hasta marzo, con los datos más recientes que ofrece el Ministerio de Empleo, el alza de la recaudación es de apenas el 2,7%. No todo el desvío se debe, obviamente, al efecto de la inflación.
Pero con ella en negativo un avance más sustancial de los ingresos se antoja casi imposible. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) cifra el déficit potencial de la Seguridad Social en el 1,5% del PIB, y la recaudación hasta marzo lo corrobora: si los números siguen así, las cotizaciones dejarán en las arcas entre 102.000 y 103.000 millones, 15.000 millones menos de lo estimado.
Al menos en este sentido el Ejecutivo es consciente del agujero, y por eso el ministro Cristóbal Montoro planteó el debate de financiar las pensiones de viudedad y orfandad a través de otras vías. La sorpresa llega de la mano del resto de impuestos: Hacienda no ha recalculado los ingresos pese a adivinar ahora un menor crecimiento. y el peligro de un desfase agudo en la recaudación se agrava aún más con la inflación en terreno negativo de forma persistente.
En IRPF, de momento, los ingresos caen el 5,6% frente a la previsión del Ejecutivo de un aumento del 5,5%. Sociedades, por su parte, avanza un 1,4% pero apunta a quedarse 3.000 millones por debajo de los 24.868 millones de euros pretendidos. Y el IVA, el impuesto que mejor está funcionando este año, avanza el 3,7%, un punto por debajo del incremento previsto por Hacienda del 4,6%.
Nueve trimestres en negativo
Si las previsiones de la Comisión Europea y el Gobierno son certeras, a lo largo del último trimestre del año los precios volverán a terreno positivo de forma estable. Para entonces, sin embargo, España habrá pasado nueve trimestres consecutivos con caída de precios, ya que fue a partir del verano de 2014 cuando el precio del crudo empezó a caer de forma drástica.
No sería correcto hablar de deflación, porque sí ha habido meses que han interrumpido la trayectoria a la baja del IPC, pero aún así España se ha convertido, con Chipre y Grecia, en el país con la inflación más baja de toda la eurozona. La previsión pasa por una caída adicional de precios del 0,7% de abril a junio, una bajada adicional del 0,1% en verano y una subida del 1,3% en el último trimestre. Un cálculo que, sin embargo, una mayoría de analistas contempla como optimista (ver cálculos en gráfico de entidades como Funcas, ING o el Banco Santander) y que pueden dar la puntilla a las cuentas públicas.