
El Fondo Monetario Internacional ha presentado su Monitor Fiscal en Washington, donde la institución estima que España seguirá incumpliendo el déficit este año. Pese a que las cifras presentadas por el equipo dirigido por Vitor Gaspar parecen no hacerse eco de la importante brecha registrada en 2015, cuando el déficit en nuestro país rondó el 5% frente al objetivo del 4,2% impuesto por Bruselas, las cifras del Fondo ya daban por hecho que volveríamos a suspender también este año.
Así, los funcionarios de la institución estiman que este año el déficit de España alcanzará el 3,4%, lejos de la meta del 2,8% impuesta por nuestros socios europeos. Desde el Fondo las últimas previsiones indican que esta brecha se acortará en 2017, cuando se estima un déficit del 2,48%.
Un año después caerá hasta el 2% y a partir de entonces el déficit seguirá cayendo para tocar el 1,13% en 2021. Por su parte, la carga de deuda con respecto al PIB, actualmente en el 99%, mantendrá una tendencia bajista que el año que viene la situará en un 98,5% y en un 97,6% en 2018.
Parálisis política
El Departamento de Asuntos Fiscales del Fondo considera que los riesgos fiscales están aumentando prácticamente en todo el mundo. Particularmente, en las economías avanzadas, el riesgo de un crecimiento persistentemente débil y la baja inflación dificulta aún más la reducción de los coeficientes de deuda.
Al mismo tiempo avisan que las elecciones presidenciales en ciernes así como la parálisis políticas podrían complicar la implementación de políticas o desalentar la adopción de medidas enérgicas en varias economías importantes en 2016. En una clara alusión al caso español.
El Monitor Fiscal estima que debido a que las tasas de referencia se mantienen cerca de cero en muchas economías avanzadas, la política fiscal debería estar preparada para apuntalar la demanda y dar impulso a la política monetaria cuando sea necesario y haya margen de maniobra. Es por ello que el Fondo recomienda que el énfasis debe ponerse en medidas fiscales que promuevan el crecimiento tanto a corto como a mediano plazo (tales como la inversión en infraestructura) y políticas que apuntalen la implementación de reformas estructurales).
Eso sí, para preservar la sostenibilidad de la deuda y anclar las expectativas, toda medida de flexibilización fiscal debe ir acompañada de un plan a mediano plazo que clarifique los objetivos a largo plazo.
En la zona del euro, los Estados miembros deben aprovechar al máximo el margen de maniobra que les ofrece el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, sobre todo para aumentar la inversión pública. En Japón y Estados Unidos, los compromisos con planes de consolidación a mediano plazo creíbles pueden generar un espacio para las políticas a corto plazo.