
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, consciente de que a mediados de enero del año que viene abandonará el Despacho Oval, decidió tirar la casa por la ventana con su último presupuesto como mandatario de la mayor economía del mundo. La factura para el año fiscal 2017 asciende hasta los 4,1 billones de dólares e incluye propuestas bastante ambiciosas que prometen el veto del Congreso, en manos del partido republicano.
"Este presupuesto no está basado en el camino que ya hemos recorrido sino en el que nos queda por recorrer", explicaba el propio Obama en el mensaje que acompañó el volumen que detallaba minuciosamente sus presupuestos. "Este presupuesto es la hoja de ruta para el futuro e incluye los valores y aspiraciones americanos: un futuro de oportunidades y seguridad para nuestras familias, una mejora en los niveles de vida y un planeta más sostenible y pacífico para nuestros hijos", añadió.
Sin embargo, su visión de futuro se promete costosa. Las propuestas del demócrata incrementarán el déficit presupuestario en un 2,8% del PIB, lo que tendría un efecto en el apalancamiento del país, que ascendería desde los 19 billones de dólares hasta los 27,4 billones de dólares durante la próxima década, según la Oficina de Gestión y Presupuesto.
Mientras la administración Obama espera que la que el ratio de deuda con respecto al PIB se mantenga relativamente estable durante los próximos años, estas previsiones asumen que EEUU crecerá a un ritmo medio del 2,5% durante la próxima década. Además se da por descontado que el Capitolio dará su visto bueno a la polémica tarifa de 10 dólares por barril, que recaudaría hasta 319.000 millones de dólares durante dicho periodo de tiempo. También se asume que el Congreso aprobará una reforma migratoria que incrementaría los ingresos fiscales en 170.000 millones de dólares mientras el gasto bélico, fuera del presupuesto, descenderá en 636.000 millones de dólares hasta 2026.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, criticó las propuestas de Obama al afirmar que el presidente "abandonará la Casa Blanca sin haber propuesto nunca un presupuesto equilibrado". "Esto no es un presupuesto, es un manual progresista para expandir el gobierno federal a expensas de los americanos que trabajan duro", afirmó el speaker del Congreso.