El pasado 25 de junio, Carmen Reinhart, profesora de Finanzas Internacionales en la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard y autora, junto al economista Kenneth Rogoff, del famoso libro sobre deuda Esta vez es diferente, era la encargada de diseccionar ante el Comité Bancario del Senado estadounidense los pormenores de la situación que se está viviendo en Grecia. Con más de una década especializada en analizar todo tipo de crisis financieras y sus consecuencias económicas, así como sus posibles contagios internacionales, Reinhart consideraba que la falta del "factor sorpresa" en el caso heleno limita enormemente el efecto dominó a otros países.
Esta prestigiosa economista determinó ante los legisladores estadounidense que un eventual Grexit (término acuñado para una eventual salida del país heleno de la zona euro) no tendría repercusión inmediata en la mayor economía del mundo. "Si una salida de Grecia generase una gran volatilidad en Europa, los inversores virarán su dinero hacia activos seguros, como el dólar o los bonos del Tesoro, el patrón estándar en momentos de gran incertidumbre", aseguró. Dicho esto, el encarecimiento del dólar frente al euro y otras divisas podría hacer mella en las manufacturas y las exportaciones como vimos a comienzos de año. A su vez, los países emergentes con deuda denominada en el billete verde también sufrirían de nuevo las repercusiones e, incluso, según Carmen Reinhart, la Reserva Federal podría replantearse la próxima subida de tipos de interés.
A tan sólo unas pocas horas del referéndum clave en Grecia, Reinhart respondió a las dudas planteadas por este periódico respecto a la coyuntura helena, incluyendo soluciones y críticas a las distintas partes implicadas en esta particular tragedia griega.
Esta economista, defensora de una quita de deuda en Grecia desde hace años, determina que ha habido errores a la hora de lidiar con el problema griego, pero, quizás, en lo que más incide, es en la aversión europea por las reestructuraciones de deuda, tanto públicas como privadas. Una inapetencia que ha retrasado, y seguirá haciéndolo, a su juicio, una completa recuperación económica y de la confianza en la zona del euro.
Para Reinhart, la debacle griega surge especialmente de la pérdida generalizada de confianza en la sostenibilidad de la situación actual, que ha generado importantes moras internas, tanto a nivel público como privado. El sector privado, preocupado por la posibilidad de una salida del euro y una contracción de la actividad económica, ha incumplido cada vez más con sus compromisos de deuda. Aproximadamente la mitad de los préstamos bancarios están en mora mientras el pago de impuestos se pospone o incluso se evade completamente, agravando así una situación fiscal ya precaria. Desde el punto de vista de esta economista, Atenas se está financiando mediante el impago de sus facturas, una situación extremadamente similar a lo que ocurrió antes del default ruso en 1998 o en Argentina en 2001.
A la vista del referéndum del domingo, donde los griegos decidirán votar a favor o en contra del programa ofrecido por la eurozona, ¿qué podemos esperar que suceda?
En estos momentos, lo cierto es que resulta realmente difícil acertar si tenemos en cuenta los resultados de las distintas encuestas. Desde mi punto de vista creo que estaremos al borde de la incertidumbre hasta el último momento. Sea cual sea el resultado, es cierto que la posibilidad de la salida de Grecia de la zona del euro ha aumentado significativamente. Lo que está claro es que si los griegos votan a favor del programa debe haber un cambio en el gobierno heleno.
Menciona al Ejecutivo liderado por el primer ministro heleno, Alexis Tsipras. ¿Considera que dada la polémica suscitada por figuras como el propio ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, el Gobierno griego de Syriza ha sabido jugar bien sus cartas?
El Gobierno de Alexis Tsipras ha seguido una estrategia muy burda. Para aniquilar un modelo económico, hace falta tener y ofrecer un modelo alternativo y, desde el primer momento, el Ejecutivo heleno no ha ofrecido una visión para contrarrestar el modelo actual. En ningún momento hemos tenido ningún tipo de consistencia en las negociaciones ni alternativas sensatas y, obviamente, eso no inspira confianza.
Pero es cierto que también los homólogos europeos no han ofrecido durante los últimos meses ningún tipo de alivio sobre la carga de deuda griega. ¿Cuándo debe abordarse este tema?
Lo cierto es que esa discusión debe ser inmediata y llevarse a cabo lo antes posible. La reestructuración de deuda es un punto de partida más que obvio para resolver el problema griego. Sólo tenemos que revisar la situación de la economía helena: existe una evidente falta de crecimiento económico, una variabilidad y extrema dificultad a la hora de recaudar impuestos, el estado de salud de la banca es preocupante: todos estos factores indican la imperiosa necesidad de tener que imponer en algún momento una nueva quita sobre la deuda del país. Esta cuestión es la asignatura pendiente desde hace mucho tiempo.
La pregunta que ronda sobre la cabeza de muchos en estos momentos es cómo debe lidiarse correctamente con situaciones como la griega.
Mi marido, Vincent Reinhart, mi compañero de trabajo, Kenneth Rogoff, y yo elaboramos recientemente un estudio sobre cómo corregir situaciones donde la carga de deuda pública es demasiado alta. Si echamos un vistazo a la historia, siempre se han realizado grandes quitas sobre la deuda pública, no es un hecho insólito. Históricamente la fórmula siempre ha sido bastante comprensiva y heterodoxa, es decir, se ha incluido una reestructuración de esa deuda, intentado generar algo de inflación, se ha impuesto cierta represión financiera, y se han aplicado reformas estructurales y ejercido cierta austeridad. Este paquete no es una mera hipótesis: de hecho, está respaldado por hechos históricos, sobre todo en las reducciones de deuda implementadas desde la II Guerra Mundial. No en vano, los niveles de deuda griega son más comunes en tiempos de guerra, no de paz.
Entonces, ¿por qué no funciona esta estrategia con Grecia?
El problema con las medidas exigidas a Grecia es que éstas han sido ortodoxas. Básicamente, no se puede tomar una herramienta como las reformas estructurales o la austeridad y aplicarlas de forma independiente. Todos los elementos disponibles (quita, ajustes, reformas) deben formar parte de una solución conjunta.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) reconocía el pasado jueves, tras realizar una evalución de la coyuntura helena y su proyección, que la deuda griega es insostenible y que el país necesitará más dinero. ¿Ha sido correcto el Fondo durante los últimos años con el tema relacionado con Grecia?
Se ha incurrido en muchos errores con el manejo general del rescate heleno, pero debemos tener en cuenta que el problema griego es también político. Para el Fondo Monetario Internacional es muy difícil recomendar una quita sin poder asumir una reestructuración en sus préstamos. El problema esencial en este caso es que el FMI no puede iniciar una quita o una reestructuración de la deuda. Lo que sí puede hacer, y siempre lo ha apoyado en casos anteriores, es recomendar que acreedores y deudores asuman quitas sobre la deuda.
Hablaba usted de muchos errores en la trayectoria del salvamento a la economía helena, pero ¿podría mencionar otros más allá del caso griego?
Claro, España o Irlanda sin ir más lejos. El Gobierno español asumió a través del rescate bancario una carga de deuda que debería haber estado mucho más descontada antes de ser absorbida por el Estado. No debemos olvidar que en el rescate a la banca española o irlandesa, la quita era privada, no soberana, por lo que el efecto estigma se minimizaba considerablemente. Las quitas en el sector privado son parte común del proceso de resolución de una crisis financiera. Evitar tanto la reestructuración privada como pública en Europa ha retrasado la recuperación de forma importante.
¿Piensa usted que hay riesgo de contagio económico o político derivado de la situación de Grecia a otros países periféricos?
No creo que vaya a haber un contagio económico porque los canales financieros ya no funcionan como lo hicieron en 2010. En el caso político, tenemos que tener muy presente que lo que inspira imitación es el éxito. Si a Grecia le va bien de aquí a finales de año, entonces habría que preocuparse por un contagio ya que demostraría que hay una alternativa real que funciona. Pero si al país le va a ir cómo yo creo que le va a ir y tenemos en cuenta cómo le ha ido hasta ahora, ese es un escenario que nadie quiere imitar sobre todo porque en países como España, la situación económica ha mejorado mucho.