Con la presión de Rusia al este y la desconfianza de Estados Unidas al oeste, los miembros de la OTAN se han puesto las pilas. Por primera vez en la historia de la Alianza Atlántica, todos los países miembros han alcanzado la cota del 2% del PIB en gasto militar. La única excepción es Islandia, que por una cláusula especial no cuenta con Fuerzas Armadas ni obligaciones presupuestarias a cambio de albergar bases de la OTAN. En el caso de España, Madrid ha alcanzado el hito marcado en la cumbre de Gales de 2014 después de que el Gobierno inyectara más de 10.000 millones de euros de manera extraordinaria sin pasar por el Congreso. En conjunto, el gasto militar español se ha incrementado un 46% en un año.
Miedo en el frente oriental
Polonia repite como país que más gasta en términos relativos, con un despliegue del presupuesto en defensa que supone el 4,5% de la producción nacional del país. Le sigue Lituania que, por primera vez en su historia, supera el 4%. Los países fronterizos o próximos a Rusia, como las repúblicas bálticas, Polonia, Dinamarca o Noruega son las únicas que superan el 3% del PIB en gasto militar anual; además de Estados Unidos, tradicional brazo armado de la OTAN.
El despliegue militar de estas naciones se debe al temor de que Moscú lance un ataque contra esta región de Europa una vez finalice la guerra en Ucrania. Los servicios de inteligencia de Europa han alertado de la posibilidad de que Putin ordene una invasión para anexionarse las repúblicas bálticas, que ya fueron parte de la Unión Soviética durante el siglo XX. Sin embargo, el mayor paladín del gasto militar es Polonia, que incluso ha abierto la posibilidad de desarrollar su propio programa atómico o albergar cabezas nucleares francesas o británicas.
El conjunto del gasto militar de todos los países de la OTAN excepto el de Estados Unidos es el más alto de la historia. Los aliados gastarán en conjunto este año 600.000 millones de dólares. Sumado el presupuesto de Estados Unidos, que este año la OTAN estima que será de 980.000 millones de dólares, la OTAN en conjunto gastará 1,59 billones de dólares en defensa, equivalente a la economía de España.
Aumento extraordinario
Justamente el Gobierno de Madrid es el que ha acaparado todas las miradas en los últimos meses por el rifirrafe abierto entre Pedro Sánchez y Donald Trump en la cumbre de la Haya de junio. Debido a la presión internacional, la mayoría de los países que no habían alcanzado todavía la cota del 2% han acelerado sus gastos mediante partidas extraordinarias y desvíos de otros programas públicos.
En el caso del Ejecutivo español, el Consejo de Ministros aprobó una inyección de 10.000 millones de euros sin pasar por el Congreso, lo que provocó las quejas de los socios parlamentarios antimilitaristas y en contra de la OTAN. España ha incrementado su gasto militar un 46% entre el año pasado y este, pasando de 22.000 millones en 2024 a superar los 33.000 millones de euros este ejercicio.
El objetivo de gastar anualmente en defensa el equivalente al 2% del PIB de cada país fue un acuerdo negociado en la cumbre de Gales de 2014, celebrada seis meses después de que Rusia se anexionara la península de Crimea mediante una operación encubierta con comandos Spetsnaz y un referéndum considerado ilegal por Occidente. Este hecho junto con la rebelión del Donbás durante ese año dio inicio a la guerra en Ucrania.
La llegada de Trump a la Casa Blanca ha cambiado las reglas de juego. Desde la campaña electoral, el presidente de EEUU había reclamado que los países debían alcanzar el 5% del PIB en gasto militar, nivel que ni Washington ha llegado en todo el siglo XXI. El estancamiento de la guerra en Ucrania, la amenaza de Rusia, la presión internacional de EEUU a sus aliados y la desconfianza ante el viejo aliado del otro lado del Atlántico forzó a los países a acordar un nuevo techo de gasto militar del 5% para 2035.
Esta nueva cota se divide en dos partes: por un lado, los países deberán gastar un presupuesto militar directo equivalente al 3,5% del PIB. Por otro lado, el 1,5% restante se podrá emplear en conceptos ambiguos de seguridad como inversiones en infraestructuras, ciberdefensa, protección civil, etcétera. Sánchez se negó en la cumbre a gastar tanto dinero y dijo que España podría llegar empleando solo el 2,1% del gasto, algo que el resto de países dudan.
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