Este pasado martes, Donald Trump lo volvió a repetir ante los medios: "Los aranceles los pagan los Gobiernos extranjeros o las empresas extranjeras". Esa frase resume el principal argumento que el magnate lleva décadas esgrimiendo para justificar su "amor" por ese impuesto. Pero los datos de los precios de importación publicados hoy vuelven a arrasar su argumento: los extranjeros no solo no están 'comiéndose' los costes de los aranceles, sino que la debilidad del dólar está subiendo los precios que pagan los estadounidenses por importar productos del extranjero. Un cóctel tóxico que vuelve a aumentar los riesgos de una subida inflacionaria en los próximos meses.
Los datos publicados hoy apuntan a que los costes de las importaciones han subido un 0,4% en julio, más de lo esperado y la mayor subida desde abril de 2024. Pero el problema es que, si la teoría de Trump fuera cierta y los extranjeros estuvieran absorbiendo el coste de los aranceles, tendrían que haber rebajado sus precios de forma proporcional a los aranceles impuestos sobre sus productos. En otras palabras, el precio de las importaciones desde Europa, por ejemplo, debería haber bajado alrededor de un 10% para compensar la tasa del 10% en vigor hasta la semana pasada (cuando subió al 15%).
La realidad es que los precios no solo no han bajado, sino que han subido, en parte por la caída en el valor del dólar, que encarece las exportaciones. Para Mike Zaccardi, profesor de Finanzas de la Universidad del Norte de Florida, "estos números no hacen pensar que los exportadores estén asumiendo los aranceles". El propio Wall Street Journal, periódico que pidió el voto por Trump en las pasadas elecciones, alerta hoy de que "ya sabemos quiénes están pagando los aranceles". Su editorial apunta a "las empresas estadounidenses" como las que están pagando el pato, como revelaron los datos de los precios mayoristas de ayer, y advierte de que las subidas de costes de las compañías van a trasladarse, más pronto o más temprano, a las familias. "Los republicanos cometerán el mismo error que [Joe] Biden si siguen diciéndoles a los votantes que todo es maravilloso, pero la realidad de los supermercados les demuestra lo contrario", sentencia el medio.
Barclays, por su parte, apunta uno de los motivos por los que la ola inflacionaria no ha sido tan grande como se temía: los aranceles reales, por el momento, son menores de lo que calculaban los analistas. El hecho de que Trump no haya roto aún el acuerdo de libre comercio con México y Canadá, la larga lista de reducciones y exenciones incluida por el presidente, y la decisión de las empresas de cambiar de proveedores para evitar a China en la medida de lo posible, han hecho que el arancel medio real que se paga sea mucho más bajo de lo que debería ser, sobre el papel.
Hasta julio, apunta el banco, la mitad de las importaciones de EEUU estaban libres de aranceles, por venir desde México y Canadá o ser de productos sobre los que Trump ha mantenido una excepción. Así, la tasa media pagada en las aduanas fue del 9%, frente al 12% que se había estimado inicialmente en base al consumo de importaciones del país el año pasado.
Esa tasa subirá en parte con la nueva ronda de aranceles que entraron en vigor la semana pasada. Pero el hecho de que las empresas están buscando todos los resquicios posibles para evitarlos es uno de los motivos por los que la inflación no está subiendo todo lo que podría.
El otro problema para Trump, que ayer se jactaba de "haber encontrado 30.000 millones de dólares en la estantería de los aranceles", es que no puede recaudar muchos impuestos y, a la vez, incentivar la producción nacional: si todo se produjera en EEUU, la recaudación por los aranceles sería de cero.
El hecho de que las empresas estén evitando todos los aranceles posibles hace prever que la inflación no será tan alta como se temía en el primer momento, pero que la recaudación por estos impuestos tampoco será tan alta como los republicanos habían presupuestado en la reforma fiscal aprobada el mes pasado. Y los datos de déficit publicados esta semana, que indican que el descuadre en las cuentas públicas de EEUU está creciendo a toda velocidad y la deuda pública sigue disparada, son otra señal de alerta. La economía de EEUU ha evitado una crisis en los últimos años, pero la situación cada vez se está tensando más.