Economía

Los prejubilados caen a su mínimo histórico y rompen uno de los grandes mitos del edadismo

Foto: Dreamstime

España afronta un escenario inédito en el mercado laboral, con un peso creciente del desempleo entre los mayores de 50 años. Uno de los argumentos que se esgrimen para justificar las escasas oportunidades de estos profesionales para encontrar trabajo es que a partir de esa edad ya están planificando su salida del mercado laboral y, de hecho, la mayoría de los ajustes colectivos de plantilla siguen basándose en esquemas que facilitan esas 'prejubilaciones'. Sin embargo, los datos desmontan esa idea: el número de personas que adelanta su salida del mercado laboral antes de cumplir la edad legal ha caído a su mínimo histórico.

Según los datos del la última Encuesta de Población Activa, el número de inactivos (personas que abandona el mercado laboral) menores de 65 años pero que se declaran prejubilados ascendió a 435.500, la menor cifra para ese periodo e toda la serie histórica y muy por debajo de los 800.000 que llegaron a anotarse antes de la Gran Recesión.

Esto parece contradictorio en un momento en el que se registran cifras récord de jubilados, pero las prejubilaciones son algo diferente. Es más, como suelen recordar los técnicos y expertos en Seguridad Social, esta figura "no existe". En rigor, un prejubilado es todo aquel trabajador que anticipa su salida del mercado laboral mucho antes de llegar a la edad mínima para acceder a la jubilación propiamente dicha, ya sea anticipada o convencional.

Hasta ese momento, suele vivir de ahorros (si la prejubilación es voluntaria) o, con más frecuencia, combinando indemnizaciones por despido, prestaciones y subsidios, y convenios especiales suscritos con la Seguridad Social (ya sea de ellos mismos o por cuenta de su antigua empresa) que les permiten mitigar la merma en su futura pensión. En este segundo caso se habla de prejubilación forzosa. La casuística es amplia y compleja, lo que hace que medir el volumen de personas en esa situación sea prácticamente imposible. Y ello alimenta mitos e ideas preconcebidas sobre estas personas.

Por ejemplo: los desempleados que cobran un subsidio por desempleo para mayores de 52 años, el único que se percibe ininterrumpidamente hasta alcanzar la edad legal de jubilación, son el grupo que más se señala como potenciales 'prejubilados'. Pero resulta que todos estos están inscritos como demandantes de empleo, requisito imprescindible para cobrar una prestación, así que la duda está servida.

Sin embargo, hay una estadística que analiza esta cuestión: la Encuesta de Población Activa. En sus cuestionarios pregunta a aquellas personas que han pasado a la inactividad, es decir, que no forman parte del grupo de los que trabajan (ocupados) ni buscan trabajo (parados), por las causas. En el segundo trimestre, 7,4 millones declaraban estar jubilados o prejubilados, el máximo de la serie histórica, pero solo 434.500 tenían menos de 65 años. El mínimo de la serie histórica.

El análisis del INE es también imperfecto. Por ejemplo, mezcla los conceptos de "prejubilación" y "jubilación", y su clasificación por franjas de edad (divididas en cinco años) no tiene en cuenta el progresivo retraso de la edad legal de jubilación de 65 a 67 años en 2027 (en 2025 hemos llegado a 66 años y ocho meses), y que también ha afectado a las anticipadas, a las que se accede con coeficientes reductores. Además, al ser una encuesta, hay trabajadores incluso menores de 45 años que declaran estar "jubilados y prejubilados". Pero los datos permiten un análisis de la serie histórica que ha conducido a los niveles más bajos de su historia.

El descenso es generalizado en todos los grupos de edad, si bien es proporcionalmente más intenso entre los menores de 60 años, en especial entre los de 55 a 59 años. Ello no obvia que los más numerosos sean, con diferencia, los que oscilan entre los 60 y 64 años. Suponen el 83% del total en 2025, si bien en 2002 apenas llegaban al 63%.

¿Qué significa esto? Que los españoles anticipan cada vez menos su salida del mercado laboral. En parte es por el endurecimiento de las condiciones de jubilación desde 2011. Las reformas de pensiones se aprobaron en el momento álgido de la crisis financiera y ello llevó a muchos veteranos a anticipar su retiro ante los cambios legales.

Pero no solo los más próximos a la edad de jubilación han optado por esta vía. Hay que tener en cuenta que las condiciones ventajosas de las grandes prejubilaciones de los primeros años del siglo no se repitieron en la Gran Recesión. Ni siquiera en sectores como la banca, que se concentraron en los empleados más próximos al retiro. Es una tendencia que se ha consolidado desde entonces.

Resistencia a rendirse

Por otro lado, las condiciones salariales han cambiado los planes de muchos trabajadores, que se mantienen más años en el mercado laboral, no solo como ocupados, sino también como desempleados, es decir, buscando un trabajo.

Esto explica la gran paradoja de estos datos: los jubilados 'propiamente dichos' (o al menos aquellos que superan la edad de 65 años en la que se roza la edad legal y es más fácil acceder a una jubilación anticipada) han aumentado a un máximo histórico de 6,8 millones, de los que el 72,5% tienen más de 70 años, en la media de toda la serie histórica.

De esta forma, los inactivos que se declaran como jubilados o prejubilados pero que no superan los 65 años suponen el 6% del total, cuando antes de la crisis financiera llegaban al 16%. En el mismo periodo, los parados mayores de 45 años han pasado del 12% al 41% del total de parados, es decir, de personas sin trabajo que lo buscan activamente, y han pasado de una media de 400.000 a superar el millón. Mucho más del doble de los prejubilados que, recordemos, apenas llegan a 435.000.

Como hemos contado en elEconomista.es, si solo contamos a los mayores de 50 años, tenemos 800.000 parados, una cifra que multiplica por dos la del paro juvenil. En este sentido, cabe sospechar que el coste económico y en términos de mano de obra de las prejubilaciones se ha trasladado a los desempleados convencionales.

En este contexto, ideas como que no vale la pena contratar a seniors porque solo piensan en anticipar su retiro, y por ello también deben ser los que encabezan los ajustes de plantilla, en los que esta 'cultura de la prejubilación' sigue particularmente enraizada, sobre todo con el argumento de "abrir paso a los jóvenes".

Pero si algo nos han enseñado las crisis económicas de las últimas dos décadas es que prescindir de los seniors no abre el camino a los jóvenes, es que esto no es un juego de suma cero en el que elevar el paro sénior reduce el juvenil. Son políticas educativas y formativas las que han logrado reducir la tasa de paro entre los menores de 25 años, si bien queda mucho para que los resultados sean satisfactorios. Pero son justo el tipo de medidas que deben trasladarse a los trabajadores de mayor edad para que la evolución demográfica no termine de hundir el mercado laboral español.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky