Economía

¿Quién da trabajo a los mayores de 50 años? España se convierte en la campeona del paro senior

 

Uno de los puntos clave del debate sobre la sostenibilidad de las pensiones en España es la prolongación de la vida laboral. La tesis de que hay que restringir las jubilaciones anticipadas e incentivar que los que se superan la edad de jubilación se mantienen en el mercado de laboral ha sido uno de los pilares de las últimas reformas y no faltan voces que piden ir más allá. Pero este plan tiene un punto débil: cientos de miles de personas llegan al momento del retiro sin haber tenido trabajo en lustros. De hecho, España es el país con la mayor tasa de paro entre los 50 y los 65 años, un 9,96%. Y dónde más ha crecido en los últimos 20 años.

Cuando hablamos de desempleo en España, la prioridad está en el de los menores de 25 años, que aún supera el 26,1%, el récord de los Veintisiete (aunque en las últimas dos décadas la tasa ha crecido más en otros países como Suecia o Dinamarca). Pero hay que introducir un matiz relevante: en cifras absolutas son 451.000, menos que los 535.700 de 2005.

Su tasa de paro sube porque hay menos activos, han caído de 2,4 millones a 1,7 (muchos retasan por estudios su incorporación al mercado laboral, aunque aquí también influye el descenso de la natalidad). En ese mismo periodo, las personas entre 50 y 64 años han pasado de 263.200 a 812.500, mientras los activos han crecido a 3,8 a 8,1 millones. Es decir, han pasado de ser menos de la mitad a estar cerca del doble que los jóvenes.

Este análisis no minimiza la gravedad del desempleo juvenil, pero pone en cuestión una de las ideas habituales al analizar la relación entre mercado laboral y envejecimiento demográfico solo desde la óptica de la contabilidad de la Seguridad Social: los jóvenes no son penalizados en su carrera profesional en favor de unos seniors 'privilegiados' que se niegan a seguir trabajando. De hecho, la falta de oportunidades profesionales de estos últimos supone un problema mayor, tanto para el empleo como para las cuentas públicas.

En cualquier caso, su tasa de paro es la más elevada de la UE y la que más se ha incrementado respecto a hace 20 años entre las grandes economías del euro, pasando del 6,8% al 9,9%. Solo en otros cinco países se ha registrado un incremento. Y al contrario que lo ocurrido con los jóvenes, no se explica por un descenso de sus activos. Todo lo contrario.

El 75% de los 10,9 millones de españoles entre 50 y 64 años trabaja o quiere trabajar, es decir, son activos. Un porcentaje superior a la media del conjunto de grupos de edad (74,4%) y, lógicamente, al de los menores de 25 años (31%). Son 21 puntos porcentuales más que hace 20 años. También es una tasa levemente más alta que la media de la zona euro (74,8%), si bien queda muy por debajo de Alemania (80%) y Suecia (87%).

Los activos de entre 50 y 64 años suponen un 34% del total, cuando hace veinte años se quedaban en el 19%. Pero este mayor peso se viene acompañado de un incremento notable de su tasa de actividad que no se corresponde con la idea de que no quieren trabajar.

En cambio, registran el mayor porcentaje de activos en paro (y, por ende, el más bajo entre los ocupados) de sus activos entre los 27, lo que lleva a preguntarnos por qué España anota una posición tan débil en la empleabilidad de los seniors.

El verdadero lastre para las pensiones

Se suele argumentar la falta de capacidades tecnológicas y la escasa capacidad de recualificación de estos trabajadores y desempleados, pero esto es cuestionable cuando los sectores que más empleo neto crean en España son de escaso valor añadido, como los ligados al turismo. Ello, sumado a que actividades como la banca, la industria o las grandes compañías tecnológicas centran en los veteranos sus ajustes de plantilla.

Hay que tener en cuenta que los datos de paro de la Encuesta de Fuerza Laboral, el equivalente europeo de la EPA que elabora el INE, se calculan como un porcentaje sobre los activos. Es decir, no incluye a aquellos entre 50 y 64 años que han pasado a la inactividad porque han renunciado a buscar empleo, conformándose quizá con una prestación o subsidio por desempleo hasta el momento de poder jubilarse anticipadamente.

Lo que técnicamente se denomina prejubilarse, aunque en los registros que publica el SEPE sí cuentan como parados registrados. En este índice, los mayores de 50 años suponen 1,14 millones, el 47% del paro registrado. Según la encuesta de Eurostat, apenas llegan al 30% (si bien los jóvenes solo llegan al 16,1%) del paro. Aun así, son el colectivo más numeroso por edad.

Históricamente, esto se ha justificado como una forma de facilitar el relevo de las plantillas, pero el hecho es que no se produce un trasvase que mejore la tasa de paro juvenil. Aunque ahora hay menos jóvenes buscando empleo que en 2005, sus oportunidades de encontrarlo son menores, a tenor de su tasa de paro.

Esta paradoja muestra que el desempleo en los últimos años de la etapa profesional es un lastre para la sostenibilidad de las pensiones, tan importante como en los años iniciales. Un trabajador expulsado del empleo sin posibilidades de encontrar otro suele optar por la jubilación anticipada en cuanto esto le resulta posible. Mientras tanto, percibe prestaciones por desempleo.

Por otro lado, aquellos que no han perdido su trabajo intentan aferrarse al que tienen, lo cual hace más rígido el mercado laboral y los salarios. Y con ello las cotizaciones. Aunque todos los mercados laborales afrontan el problema del envejecimiento, el paro es el hecho diferencial del nuestro, y cada vez penaliza más a los seniors. Un elemento que no puede pasarse por alto si pretendemos que la solución pase por mantenerse más años activos, cuando lo que ha aumentado en las dos últimas dos décadas, precisamente, es el número de condenados a jubilarse por no encontrar un empleo.

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