
El consumo público continúa siendo uno de los componentes del Producto Interior Bruto (PIB) que más contribuye a su crecimiento. Aunque todos los analistas económicos observan un decaimiento y un retroceso paulatino en su contribución, el nivel sigue siendo alto. Según Caixabank Research, el peso final del consumo de las Administraciones Públicas (central, autonómicas y locales) en el PIB nominal se situó en 2024 en el 19,4%, valor superior en 0,7 puntos porcentuales al promedio registrado entre 2025-2019, que fue del 18,7%.
Su cima llegó en el año 2020, cuando alcanzo el 21,7%, y desde entonces fue bajando, pero todavía continúa elevado.
"El consumo público es el componente que registra un mayor avance desde antes de la pandemia, superando en casi un 20% sus niveles de finales de 2019 y continúa registrando crecimientos significativamente superiores al PIB", argumenta el Instituto de Estudios Económicos en el informe sobre coyuntura económica correspondiente al mes de julio. Este prevé una desaceleración del consumo de las AAPP en 2025.

A la misma conclusión llega el BBVA Research. Aunque el consumo público "sigue impulsando el crecimiento económico superando niveles prepandemia, lleva tres trimestres con aumentos débiles o negativos". Para este servicio de estudios, la ralentización se debe, principalmente, a que ha bajado el gasto de las comunidades autónomas "por la no actualización del sistema de financiación".
Por su parte, el Consejo General de Economistas, en su Observatorio Financiero publicado en julio, constata que el consumo público cayó un 0,4% en tasa intertrimestral en los tres primeros meses de 2025 aunque creció un 2,4% en tasa interanual. Lo que viene a corroborar que va debilitándose pero poco a poco.
Otra institución que defiende la todavía fortaleza del consumo público es la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF). En sus previsiones para 2025 y actualización de las de 2024, publicadas el pasado enero, afirma que "destaca, en particular, la revisión al alza del crecimiento esperado del consumo, tanto público como privado".En definitiva, todos coinciden en que, si bien el consumo de las Administraciones Públicas va decayendo, continúa siendo un elemento importante en el crecimiento del PIB nacional.
En realidad, este tipo de consumo no privado siempre ha sido importante. Se trata "del valor de todos aquellos bienes y servicios destinados al consumo que las Administraciones Públicas suministran a los hogares e incluye lo que estas administraciones producen y adquieren en el mercado, como los servicios de educación, salud, cultura o defensa", según lo define el estudio de Caixabank antes citado. También van incluidos los costes de producción, la remuneración de asalariados públicos y los consumos intermedios. Estos últimos son los servicios públicos generales, el orden público y la seguridad, defensa, educación, protección social, ocio, cultura y religión, vivienda, protección al medio ambiente y asuntos económicos como transporte o agricultura, entre otros. El gasto en pensiones, las prestaciones por desempleo o la inversión pública no se consideran consumo público. Tampoco hay que confundirlo con gasto público, aunque lógicamente lo genera.
Estas definiciones ayudan a entender la enorme subida que experimentó este elemento en 2020, cuando sobrevino la pandemia de Covid. El incremento que supuso esta circunstancia del gasto sanitario, de servicios públicos generales o de asuntos económicos elevó los niveles del consumo público hasta el 21,7% de su peso en el Producto Interior Bruto, según explica Oriol Carreras, autor del estudio de Caixabank Research. "Si en 2019-2023 el gasto en consumo intermedios creció 22,8 p. p. más que en 2015-2019, de esos puntos porcentuales casi el 60% lo explican las tres partidas de salud, servicios públicos generales y asuntos económicos", asegura el texto. Además, señala que después de la pandemia el gasto sanitario ha consolidado su incremento. A medida que estos gastos han ido disminuyendo, excepto el de salud, lo hará también el peso del consumo público en la economía española.
Otro factor es la bajada de los tipos de interés. El pago de los intereses de la deuda pública no es consumo público propiamente, pero los servicios de intermediación financiera sí lo son. Luego, en la medida que bajen los tipos, lo hará también este tipo de consumo.