
Desde que Donald Trump inició la guerra comercial contra China en su primer mandato, y el recrudecimiento de la misma en este segundo período en la Casa Blanca, la geopolítica ha cambiado mucho y las relaciones comerciales también. Es el caso de Latinoamérica y el Caribe, donde China lleva ya un tiempo poniendo el foco y donde ya se atisba un giro: el comercio entre esta región y el gigante asiático se incrementó un 6% en 2024, escalando a los 518.470 millones de dólares, según los datos de aduanas de China.
A lo largo de las décadas, Pekín ha aumentado cada vez más su influencia en la región, hasta convertirse en el principal socio comercial de grandes economías como Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Perú y Venezuela. Por otro lado, en el conjunto de la región, ya se ha convertido en el segundo socio comercial más importante.
Los datos aduaneros de la administración china reflejan que el comercio entre el gigante asiático y Brasil, la economía más grande de América Latina, se expandió casi un 10% en los primeros diez meses de 2024, alcanzando aproximadamente los 158.300 millones de dólares. En este sentido, Brasil se ha beneficiado de la creciente demanda de productos agrícolas de China. La soja es el principal producto que Brasil vende a China, aunque también minerales como el hierro o el petróleo en crudo. Por otro lado, el gigante asiático comercia con Brasil dispositivos semiconductores, equipos de transmisión y pesticidas, entre otros rubros.
Brasil tiene firmados con China 20 acuerdos bilaterales en sectores como tecnología, agricultura y finanzas. Por su parte, Chile envía el 40% de sus exportaciones en ruta directa al otro lado del Pacífico.
Asimismo, Pekín tiene firmados acuerdos de libre comercio tanto con el país andino como con Perú, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua.
El presidente de Brasil, Luís Inácio Lula da Silva aseguró que las naciones de América Latina y el Caribe "están entre las regiones que más sufren" en la guerra arancelaria desencadenada por Donald Trump a su llegada a Washington.
China tiene especiales interesases esta región del mundo, sobre todo, por el litio, un material esencial para la fabricación de baterías de los automóviles.
Argentina, Bolivia y Chile contienen más de la mitad del litio del mundo. Tanto es así que ya se les denomina coloquialmente "el triángulo del litio". Según los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos, Bolivia estaría a la cabeza con 21 millones de toneladas de litio, seguido de Argentina con 20 millones y Chile con 11. Y para poder hacerse con el mercado del litio y otras materias primas presentes en la región, China está usando su maquinaria diplomática.
Por tanto, el intenso ritmo de la diplomacia entre China y América Latina no es baladí y el hecho de que Donald Trump haya emprendido esta guerra comercial le abre las puertas, todavía más, al gigante asiático. La naturaleza de las relaciones entre Estados Unidos y la región durante los primeros meses del segundo mandato de Donald Trump marcan realmente la agenda de la diplomacia china.
Los temas latinoamericanos no han estado ausentes de la agenda en Washington, la prioridad ha sido impulsar intereses propios: fortalecer la colaboración en el control de la inmigración irregular, el combate al narcotráfico y contener la influencia de China. Desde temores sobre un eventual dominio chino del Canal de Panamá hasta cuestionamientos sobre los intercambios de divisas y la imposición de restricciones a bienes chinos que pasan por América Latina, Estados Unidos ha intensificado la presión sobre los países latinoamericanos para que definan su postura con el gigante asiático.
Pero parece ser que esta dureza en el trato hacia el sur del continente americano ha provocado que los líderes latinoamericanos busquen todavía más refugio en Pekín. El último país en desatar la furia de Washington por su acercamiento a China fue Colombia, tradicional aliado de EEUU fuera de la OTAN. El país firmó un acuerdo para unirse a los países de la Franja y la Ruta (Bri), una iniciativa de China para el desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional.