
Sudamérica está en el centro de la geopolítica y del comercio internacional. La región está despertando el interés de los principales actores económicos mundiales por algo esencial para la electrificación de la economía: el litio.
Argentina, Bolivia y Chile contienen más de la mitad del litio del mundo. Tanto es así que ya se les denomina coloquialmente "el triángulo del litio". Según los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos, Bolivia estaría a la cabeza con 21 millones de toneladas de litio, seguido de Argentina con 20 millones y Chile con 11.
Esto hace que países como China o Estados Unidos estén en la carrera por controlar este metal clave para fabricar las baterías de los coches eléctricos, un mercado en ebullición en el que están entrando cada vez más actores.
En declaraciones recogidas por BBC Mundo, el director del Programa América Latina del Centro de Estudios Wilson Center, Benjamin Gedan, las principales potencias del mundo "están luchando por conseguir los minerales necesarios para la transición energética y América Latina es su campo de batalla principal" en materia de diplomacia y comercio.
La carrera la encabeza China en materia de explotación. El 20 de enero, la empresa Contemporary Amperex Technology (CATL) firmó un acuerdo con la empresa estatal de litio de Bolivia para colaborar en minería, refinación, procesamiento y venta de las reservas de litio del país.
A esto se suma la inversión de la empresa Tibet Summit Resources, que anunció a finales del año pasado una inversión de 2.200 millones de dólares en proyectos de explotación de litio en tierras de Argentina.
Por su parte, en Chile existe el caso de la adquisición del 24% de la Sociedad Química y Minera de Chile (SQM) de manos de la empresa china Tianqui Lithium en 2018 y de la licitación para exportar 80.000 toneladas de litio en territorio chileno durante siete años a la empresa BYD. Un acuerdo cuya oferta ascendió a los 6 millones de dólares.
El que China esté ganando la carrera del litio en Sudamérica no es algo casual. El gigante asiático está haciendo una campaña diplomática enorme con la región.
A mediados del mes de abril, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, viajó a Pekín y se mostró decidido a estrechar lazos con el gigante asiático para "dar impulso al sector industrial del país al amparo de nueva plantas de firmas chinas". Este viaje se saldó con la firma de 15 acuerdos por valor de 10.000 millones de dólares en inversión.
Pero el acercamiento más reciente fue la Firma del Tratado de Libre Comercio entre el gigante asiático y Ecuador. Un acuerdo que se suma a los que ya tenía firmados con Perú, Chile y Costa Rica. Precisamente, el establecerse como principal socio comercial de los países de la región hace que China siente un poso de confianza que le garantiza más favor en el tema de las licitaciones de explotación.
Precisamente esto se está viendo reflejado en los puertos chinos. Según los datos oficiales, el puerto de Quindao, en el este de China, abrió 38 nuevas rutas el año pasado, principalmente a países emergentes. A esto se suma que dichas cifras apuntan a que el volumen de contenedores que salen de Shanghái, especializado en América del Norte y Europa, cayó un 6,4% en el primer trimestre.
Los países de la Asociación de Naciones de Asia Suroriental (Brunei, Tailandia, Birmania, Laos, Indonesia, Malasia, Filipinas, Camboya, Singapur y Vietnam) copan el 15,5% del comercio total de China y los envíos se incrementaron un 24,1% con respecto al año anterior. Por su parte, los envíos a América Latina se incrementaron un 11,2%, a África un 36,9%.
Otro actor importante que ha entrado recientemente en escena en el comercio chino es Turquía. Desde que empezó la guerra en Ucrania, "Turquía se convirtió en la llave para transferir bienes al puerto ruso del Mar Negro", aseguró el fundador de Huanshi Logistics, especialista en comercio internacional, a la agencia Caixin.
Los envíos a Rusia se dispararon un 153,1% el mes pasado desde abril de 2022 después de un salto del 136,4% en marzo, según muestran los datos de aduanas. Este crecimiento se debió, en gran medida, a "una mayor demanda de vehículos", dijeron economistas de Nomura Holdings en un informe a clientes.
Las señales son claras y China quiere penetrar en los mercados emergentes dado que Occidente está haciendo la tentativa de desconexión con el gigante asiático y quiere traer consigo a las economías emergentes.
El G-7 mueve ficha
Tal es así que Japón invitó, junto a los líderes del G-7 en la cumbre de Hiroshima, a los mandatarios de Brasil, la India o Indonesia, entre otros países del "sur global" con los que dice "compartir valores", y con el objetivo de ampliar el frente común ante Moscú y de alejarlos de la órbita de Pekín.
Además, Estados Unidos está empecinado en desprestigiar la campaña de armas diplomáticas emprendida por China para acercarse a América Latina.
La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, aseguró en una comparecencia en un el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes que "pareciera que China está invirtiendo cuando en realidad está extrayendo", dijo refiriéndose al área de América Latina y el Caribe.
Además, la responsable militar reiteró que manera con la que China está entrando en el terreno y su "juego con el litio" son "muy avanzadas y muy agresivas".
La competencia geológica y geopolítica está servida en América Latina y China lleva la delantera, con importantes inversiones en la región, igual que en África.