
En medio de la resaca por el Día de la Independencia, Elon Musk señaló en su red social que fundaría una nueva formación: el Partido Americano. Tras lanzar una encuesta el día anterior en X, en la que se registraron más de 1,2 millones de votos de dudosa fiabilidad, el empresario anunció la iniciativa: "Vivimos en un sistema de partido único, no en una democracia. Hoy se forma el Partido América para devolveros vuestra libertad".
Dos días más tarde, el empresario no ha precisado cómo ni quién formará parte de este partido. Tampoco está clara su ideología, más allá de romper el bipartidismo estadounidense y promover la austeridad fiscal en unas cuentas con más de un 7% de déficit público. Sin embargo, Musk no es el primero que intenta destruir el sistema de partidos imperante en Washington. Tampoco el nombre de su formación es nuevo: ya existió un Partido Americano a mediados del siglo XIX que puso contra las cuerdas el sistema político estadounidense.
'El Club de la Lucha'
Al igual que ahora la tensión en EEUU se encuentra en niveles históricos, y que la mayoría de ciudadanos interpretan como un escenario de preguerra civil, hubo una época de caos político y polarización que terminó con un conflicto interno.
A mediados del siglo XIX, los estados de la Unión se estaban desmoronando. Las tensiones internas de las viejas colonias británicas, expandidas por el Oeste con compras y conquistas, se aceleraban en un contexto de desigualdad y cambio de era. La revolución industrial había llenado de fábricas los estados septentrionales mientras la América Sureña granjera seguía dependiendo de una mano de obra esclava. En paralelo, Estados Unidos comenzaba a ser receptor de inmigrantes europeos, que los descendientes de los colonos británicos veían con temor.
En 1849, diferentes ciudadanos formaron una sociedad secreta conocida como la Orden de la Bandera Estrellada. Los miembros de esta logia con tintes masónicos debían responder "No sé nada" ("I know nothing") cuando le preguntaban por ella, como si se tratara de los púgiles del Club de la Lucha. De ahí se extendió como el movimiento 'Know Nothing', que con rapidez formó una agrupación política: el Partido Americano.
Esta formación, que se basaba en una doctrina natalista y xenófoba con los inmigrantes católicos procedentes de Irlanda y Alemania, fue vista como una tercera vía entre los dos grandes partidos que se habían configurando en ese momento: los norteños capitalistas y antiesclavistas del Partido Republicano y los sureños fisiócratas y proservidumbre del Partido Demócrata.
En esa contienda, la popularidad de la tercera vía creció hasta el punto de dominar gran parte de la política nacional. El Partido Americano llegó a contar a mediados del siglo XIX con más de 100 congresistas electos, ocho gobernadores estatales, el control de media docena de asambleas legislativas estatales, desde Massachusetts hasta California, y miles de políticos locales, según recoge el Smithsonian.
A finales de la década su popularidad se desinfló conforme la tensión y la polarización se acentuaba. Para 1860, el partido estaba extinto y la mayoría de sus miembros se habían reubicado en las otras dos grandes formaciones. Ese mismo año, el republicano Abraham Lincoln ganó las elecciones presidenciales y seis meses después comenzó la guerra de Secesión. Después del conflicto, solo quedaron el Partido Republicano y el Demócrata; situación que dura hasta hoy.
La dificultad de un tercer partido
El Partido Americano es el ejemplo de mayor éxito de una tercera formación que desafió el bipartidismo. Los intentos posteriores a la guerra civil estadounidense y hasta la actualidad fueron un fracaso. Aunque en Estados Unidos es legal fundar otros partidos, es raro que consigan representación más allá de una alcaldía o algún cargo local.
La razón principal detrás de este modelo de partidos es el sistema electoral. En Estados Unidos prevalece una filosofía mayoritaria: los distritos electorales solo reparten un cargo, con lo que la formación más votada 'se lo lleva todo'. Este sistema, típico en países anglosajones como Reino Unido o Canadá, favorece con mayor profusión el bipartidismo; en contraposición a sistemas representativos como el de España o Alemania, que permiten más pluralidad y en los que es frecuente ver coaliciones o partidos en minoría.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido el primero en alertar sobre esta circunstancia en su red social: "Me entristece ver cómo Elon Musk se 'descarrila' por completo, convirtiéndose esencialmente en un desastre durante las últimas cinco semanas. Incluso quiere fundar un tercer partido político, a pesar de que nunca ha tenido éxito en Estados Unidos: el sistema no está diseñado para ellos".
El peligro para Trump
Si el impulso político de Elon Musk se consuma en un verdadero programa político, su Partido Americano podría suponer una amenaza para las próximas elecciones legislativas del Congreso, previstas para noviembre de 2026. Las dos cámaras cuentan con mayorías muy ajustadas a favor de los republicanos, que podrían decaer en los comicios del año que viene.
Musk, que al ser de origen sudafricano no puede ser presidente de Estados Unidos, podría financiar una robusta campaña electoral a favor de su partido. Es improbable una victoria masiva del Partido Americano, pero sí podría convertirse en llave legislativa para ciertas iniciativas. No es la primera vez que un empresario se plantea este escenario: el propio Donald Trump o Michael Bloomberg coquetearon con la idea de fundar sus propios partidos. Finalmente, decidieron concurrir a las primarias de las grandes formaciones. Esta por ver si el Partido Americano de Musk renueva el éxito de la formación original decimonónica.
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