
Alemania y Japón son los grandes acreedores del mundo. Dos economías que cuya tasa de ahorro supera con creces la inversión y el consumo interno y, por tanto, 'exportan' flujos de capital e 'importan' activos de otros países, incrementando cada año el pedacito que tienen del resto del mundo. Esta es una forma silenciosa de ir 'adueñándose' de la economía global. La ventaja es clara: reciben dividendos, intereses, alquileres... de todos esos activos extranjeros que van acumulando. La contra o parte negativa es que todos esos capitales que salen fuera de Japón y Alemania no se invierten a nivel doméstico. Ambas economías parecen mostrar una clara preferencia por el ahorro (es casi algo cultural), pero la forma de usar ese ahorro para 'invertir' en el mundo es radicalmente opuesta, lo que llama la atención de los economistas de Deutsche Bank.
Este curioso fenómeno ha captado la atención de los analistas de la entidad alemana después de que se produjera un histórico sorpasso en este indicador (posición de inversión internacional neta, PIIN) que muestra quién es acreedor neto en el mundo y quién es deudor neto. A grandes rasgos, esta métrica económica indica quién financia al resto del mundo (y acumula activos) y quién necesita financiación del resto del mundo (vende activos al resto del mundo a cambio de esa financiación). O de otra forma más sencilla todavía: los países acreedores producen más de lo que consumen y ese 'exceso' de producción lo venden (superávit comercial) y con lo que obtienen comprar activos del resto del mundo en términos netos. Por ejemplo, un alemán comprando acciones de Amazon o un piso en Benidorm estarían aumentando la posición acreedora neta de Alemania.
En medio del resucitado interés sobre el concepto que han supuesto las erráticas políticas de Donald Trump en EEUU, país auténtico paradigma de una PIIN negativa, hace unas semanas se produjo un movimiento histórico entre sus dos citadas contrapartes, más testimonial que otra cosa, que ha provocado un cambio de 'reinado'. Japón ha perdido su estatus de principal acreedor externo mundial tras 34 años, superado por Alemania.
Pese a que los activos extranjeros netos de Japón alcanzaron un máximo histórico en 2024, el mejor comportamiento de los activos extranjeros en manos alemanas ha provocado este cambio, según reveló recientemente el Ministerio de Finanzas nipón. La posición neta de inversión internacional de Japón aumentó un 12,9% interanual (en yenes) el año pasado, hasta 533,05 billones de yenes, unos 3,28 billones de euros al cambio actual, por encima de los 500 billones de yenes por primera vez, pero por debajo del valor de los activos extranjeros de Alemania, que ascendía a 3,5 billones de euros a finales de 2024, según los últimos datos publicados por Eurostat. Se deshace de este modo el sorpasso registrado en 1991.
Que Alemania y Japón destaquen tanto en este frente es llamativo cuando ambas históricas potencias llevan años ocupando titulares económicos por su nulo crecimiento y su envejecimiento demográfico. Alemania lleva estancada desde el estallido de la pandemia y los medios financieros han pasado de hablar de la "locomotora de Europa" al "hombre enfermo" del Viejo Continente. En Japón, el crecimiento económico es una 'animal mitológico' desde hace décadas. Tras una virulenta crisis, la economía nipona entró a comienzos de los 90 en lo que se ha conocido como la Década Perdida, un periodo protagonizado por un PIB estancado y deflación. Hilando un poco más fino, la dinámica de fondo supera el cuarto de siglo. Constantemente surgen informes que destacan los achaques de ambas economías ante la pujanza de naciones como la India. Pero lo valiente no quita lo cortés y los datos no dejan lugar a dudas: el mundo le debe a quien le debe.
Eso sí, no se les debe de la misma forma. Los economistas de Deutsche Bank han pasado a analizar estas posiciones acreedoras de ambos países y han detectado que son totalmente opuestas. Alemania prefiere comprar activos sin entrar a controlar las empresas detrás de los mismos, mientras que Japón apuesta por la inversión extranjera directa, que normalmente supone tomar el control de más del 10% de la empresa en cuestión.
"El Ministerio de Finanzas de Japón informó de que su país había perdido su primer puesto como mayor acreedor del mundo ante Alemania, por primera vez desde 1991. Esto generó titulares en Alemania y no fue visto como una buena noticia", señalan desde el banco germano. Como se introducía anteriormente, en Alemania existe cierta polémica por esta elevada posición acreedora: por qué se marcha el dinero fuera del país, cuándo en Alemania, si las infraestructuras se están deteriorando y las empresas están perdiendo la carrera por la competitividad global. Esto es la decisión de millones de agentes (Gobierno, familias y empresas) que prefieren invertir fuera en lugar de buscar oportunidades en Alemania... y tiene difícil solución, salvo que el Gobierno comience a incurrir en grandes déficits públicos, como parece que va a hacer.
Los analistas de DB explicaban que esa gran posición acreedora "coincidía con la preocupación que viene de largo sobre que las empresas alemanas invierten cada vez más en Estados Unidos o China. Sin embargo, nuestro gráfico muestra que, a diferencia de Japón, esta no es la forma en que se han reciclado los superávits comerciales alemanes. En los últimos 20 años, la mayor parte de las salidas financieras netas de Alemania se han dirigido a inversiones de cartera (bonos y acciones) en lugar de a inversiones directas", apuntan estos expertos.

¿Qué quiere decir eso? "A diferencia de Japón, los superávits comerciales de Alemania se han reciclado principalmente a través de inversores institucionales, en lugar de por las propias empresas", señalan desde DB. Son los fondos de pensiones, fondos de inversión y otros vehículos financieros los que están usando los ahorros de los alemanes para comprar bonos y acciones en EEUU, China y otros países. Alemania como país se ha convertido en un 'Estado inversor en cartera', mientras que Japón es un gran inversor directo, busca crear nuevas empresas, nuevas fábricas fuera o tomar el control de empresas o al menos influir en su dirección y decisiones con la entrada en los consejos.
La gran pregunta es, ¿qué revela esta gran diferencia que al ojo poco acostumbrado puede parecer una minucia? "Aunque Alemania y Japón tienen posiciones netas de activos prácticamente iguales (aproximadamente 3,5 billones de dólares cada uno), sus intereses en el sistema económico global son muy diferentes. La inversión extranjera de Alemania es menos persistente. Esto tiene dos implicaciones importantes. Por un lado, hace a Alemania más susceptible a las críticas de que sus superávits comerciales con respecto a ciertos países no han generado empleo directamente en ellos (sin considerar los efectos indirectos de la inversión de cartera). Esto podría ser un problema en las negociaciones comerciales", apuntan desde Deutsche Bank.
Japón y su inversión extranjera directa (IED)
Por el contrario, Japón, con su inversión, sí genera empleo con la apertura de nuevas empresas o fábricas, aunque también puede destruirlo si en las empresas en las que entra en el accionariado para tomar decisiones vota por implementar recortes. No obstante, en general se considera que la inversión extranjera directa (IED) busca en todo caso mejorar el sistema productivo en el que se invierte, mientras que las inversiones en cartera como las de Alemania solo pretenden 'poner el cazo' para recibir rentas.
De Alemania también se ha dicho que esta posición acreedora neta puede ser "dinamita política" para el país. "Desde el punto de vista económico, la gran PIIN positiva de Alemania podría suponer una fortaleza. Un país rico y envejecido como Alemania, con un superávit por cuenta corriente casi permanente, necesita seguir acumulando grandes porciones de activos extranjeros, que se irán reduciendo sistemáticamente a medida que afronte el futuro declive demográfico. Políticamente, sin embargo, los grandes activos exteriores de Alemania representan dinamita que podría explotar contra los propios intereses del país", advierte una nota del think tank económico Official Monetary and Financial Institutions Forum (OMFIF) .
"Esto se debe a que Alemania es el mayor propietario de activos en un nexo potencialmente muy inestable de 19 miembros europeos deudores y acreedores de la Unión Monetaria Europea", explica David Marsh, autor de la nota. Fijándose en la crisis de deuda italiana de 2018 por su gobierno euroescéptico, Marsh se refiere a la presión permanente hacia Alemania para promover en la eurozona una suavización de las condiciones financieras y monetarias por parte de los países del sur. La nota rescata episodios como el posicionamiento en contra del Tribunal Constitucional germano respecto a la relajación cuantitativa del Banco Central Europeo (BCE) posterior a la gran crisis. De fondo subyace la idea de que el peligro de impago de los bonos del Estado en Europa expone a los alemanes a riesgos presupuestarios inaceptables.
Pero no todo son inconvenientes para Alemania: "Por otro lado, la baja proporción de inversión directa hace que la posición neta de activos de Alemania sea más líquida y fungible que la de Japón. Esto debería ser una ventaja en un momento de fragmentación geopolítica, ya que facilita la reasignación o incluso la repatriación rápida de activos extranjeros, en caso de ser necesario", culminan estos expertos. Es decir, si vienen mal dadas, Alemania puede vender sus activos y salir corriendo. Japón, por el contrario, tendría más dificultades para vender fábricas o empresas en el exterior, puesto que son participaciones o posiciones menos líquidas.