
Ya está aquí el momento tan deseado por alumnos y profesores: las vacaciones de verano. Tras un curso de esfuerzo, llega el parón deseado por todos: sol, playa, piscina, más horas al aire libre... Sin embargo, aunque son momentos indudablemente alegres, las vacaciones escolares también tienen un efecto para la economía del país, y no es precisamente positivo si este período se alarga tanto como suele ser la norma en países como España, donde el descanso se acerca a los tres meses.
En un informe para clientes, los economistas del servicio de estudios de la entidad italiana UniCredit se fijan en el caso de su país para defender la tesis de que unas vacaciones escolares muy prolongadas representan un daño para la economía. "Perjudican la acumulación de capital humano, reducen la empleabilidad de las mujeres y exacerban la desigualdad educativa", presenta de manera sintetizada Edoardo Campanella, investigador jefe de UniCredit Research.
El pasado viernes 6 de junio marcó el final del año escolar para unos unos siete millones de niños italianos, que regresarán a las aulas a mediados de septiembre. Las escuelas italianas cierran hasta 99 días, siete días más que sus homólogas portuguesas. En Grecia este período es de 87 días y en España de 84. Las cifras de estas tres economías contrastan, como ocurre con tantas otras cosas, con las de sus vecinos del norte: en Alemania las vacaciones de verano duran 46 días y en Francia 56. En Países Bajos el número de días cae a 42.
"Unas vacaciones de verano tan largas no son sólo un anacronismo que se remonta al pasado agrario, cuando se necesitaba energía fresca para la cosecha. Es una anomalía en toda Europa y en las economías avanzadas en general. Y sus implicaciones macroeconómicas son importantes", introduce Campanella mirando a los países del sur. Para el economista, los patrones climáticos explican las variaciones en la estructura de las vacaciones de verano. En el sur de Europa, donde muchas escuelas carecen de sistemas de refrigeración adecuados, las altas temperaturas desalientan las actividades escolares, admite. Además, las vacaciones de verano también tienden a superponerse con la temporada alta de turismo, un fenómeno especialmente propio de España, Italia, Portugal y Grecia.
Sin embargo, pone sobre el tapete el analista económico, en última instancia, el diseño del calendario escolar es una decisión política. Y pone un ejemplo relativamente cercano: las escuelas francesas, por ejemplo, tienen aproximadamente el mismo número de vacaciones a lo largo del año que las italianas, pero tienen descansos más frecuentes y un receso de verano más corto. Esto es clave en la medida en la que existe evidencia empírica sólida de que las largas vacaciones de verano son perjudiciales para las perspectivas de crecimiento de un país, insiste Campanella.
En primer lugar, refleja el paper de UniCredit, las vacaciones largas conllevan una pérdida de conocimiento: el llamado 'tobogán veraniego'. Según algunos estudios realizados en EEUU, dichas pérdidas pueden alcanzar el 25-30% de lo aprendido por los alumnos durante el año. Las pérdidas tienden a ser mayores en matemáticas que en lectura. "Para un país como Italia, cuyo desempeño en las pruebas PISA es especialmente pobre en las materias científicas, esto es especialmente preocupante", apostilla Campanella. Este también es el caso de España en cada informe del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes.
Numerosas investigaciones académicas han estudiado el efecto de un receso escolar prolongado sobre los aprendizajes. La inquietud por este fenómeno data de hace más de un siglo y se ha documentado ampliamente que muchos alumnos olvidan parte de lo aprendido durante un verano largo sin clases, según revela un informe de Brookings Institution. Este problema se agrava a medida que las vacaciones son más largas. Un paper cuantificó esta pérdida promedio en torno a 47 días de avance educativo (aproximadamente uno o dos meses) tras las vacaciones de verano. El efecto no es igual en todas las materias: las habilidades matemáticas tienden a resentirse más (hasta el equivalente a 65 días de retraso), mientras que en lectura la caída ronda los 54 días. Estos hallazgos sugieren que un periodo vacacional extenso, si no está acompañado de actividades de repaso o enriquecimiento, puede significar un retroceso medible en la formación académica de los alumnos al inicio del siguiente curso escolar.
Otro factor importante toca la conciliación, unas largas vacaciones escolares complican la vida de los padres que trabajan, en particular de las mujeres, cuya participación en la fuerza laboral en países como Italia ya está muy por debajo de la media europea. La falta de guarderías públicas adecuadas es un factor importante detrás de este fenómeno y los cierres de escuelas se traducen en una pérdida de guarderías gratuitas. Desde el aspecto más socioeconómico, una verano largo exacerba la desigualdad educativa, ya que los estudiantes de familias con mayores ingresos tienden a tener acceso a actividades enriquecedoras y apoyo de aprendizaje durante el verano.
Estudios señalan que este 'tobogán veraniego' suele ser más pronunciado en estudiantes de entornos socioeconómicos bajos, según revelan los expertos de Brookings. Durante el receso, los alumnos de familias acomodadas suelen tener acceso a actividades formativas -campamentos, lecturas, viajes culturales o apoyo particular- que les ayudan a mantener o incluso mejorar sus conocimientos. En cambio, muchos niños de familias con menos recursos carecen de esas oportunidades y llegan al nuevo año escolar habiendo perdido parte de sus habilidades académicas.
Como advirtió Emmanuel Macron, presidente de Francia, los niños que no cuentan con apoyo educativo en casa "a menudo salen perdiendo" tras un verano largo, reflejando cómo las vacaciones extensas pueden profundizar las desigualdades educativas preexistentes si no se implementan mecanismos de apoyo compensatorio. A su vez, todo lo anterior puede tener un impacto sobre la economía, puesto que las desigualdades educativas de hoy son las desigualdades económicas de mañana.
Impacto en el PIB y la productividad
La OCDE es la institución que estudia en más profundidad este fenómeno. Este organismo no solo maneja una amplísima gama de indicadores económicos, sino que además realiza el informe PISA, el rey de los indicadores de la educación, que viene asociado a cantidad de datos relacionados con la enseñanza. Estos expertos han admitido en varios documentos y notas que los efectos acumulados de la educación de los alumnos trascienden la escuela: constituyen el capital humano con el que contará una sociedad en el futuro. Una formación deficiente o interrumpida puede lastrar la productividad individual, mientras que una educación sólida se asocia con trabajadores más calificados, innovadores y productivos.
Estudios macroeconómicos han demostrado una fuerte relación entre la calidad educativa de un país y su crecimiento económico de largo plazo. En particular, investigaciones de la OCDE que vinculan las puntuaciones en pruebas internacionales (como PISA) con el PIB futuro estiman impactos sorprendentes: pequeñas mejoras en el desempeño educativo pueden traducirse en enormes ganancias económicas. Por ejemplo, un informe calculó que si los países de la OCDE lograsen incrementar en 25 puntos sus puntuaciones medias de PISA a lo largo de 20 años (una mejora relativamente modesta en las habilidades cognitivas de los estudiantes), el PIB acumulado de esas economías crecería en torno a 115 billones de dólares adicionales durante la vida laboral de la generación nacida en 2010. Esto equivale a una inyección masiva de productividad derivada de un mejor capital humano.
Ahora bien, los autores enfatizan que es la calidad de los aprendizajes, más que la cantidad de horas o días de clase, lo que marca la diferencia en estos resultados económicos. Dicho de otro modo, agregar días al calendario escolar sin mejorar la enseñanza tendría un efecto limitado, mientras que elevar el nivel educativo (por ejemplo, reforzando contenidos, metodologías efectivas, programas de apoyo durante y fuera del ciclo lectivo) es lo que realmente impulsa el crecimiento a largo plazo. En resumen, desde la perspectiva económica, reducir la "pérdida de aprendizaje" y elevar el rendimiento estudiantil tiene un claro efecto beneficioso en la productividad nacional, siempre que se enfoque en mejorar la calidad educativa.
Con todo lo anterior, se puede concluir que el problema de los países del sur de Europa es una combinación de un exceso de vacaciones en verano y unos sistemas educativos deficientes si se comparan con los de los países punteros de Europa. En varios estudios, la OCDE ha demostrado que la formación y la capacidad de los docentes es fundamental para que la educación sea de calidad. Esto es algo que no guarda una relación directa con los días de vacaciones, sino más bien con los incentivos que se generan durante la formación de los docentes o la nota de corte en el periodo previo a la formación universitaria de los mismos.
Buscando ofrecer soluciones, el estudio de UniCredit desliza recetas para Italia que podría ser aplicables para los otros países del sur del continente: "No existe una forma óptima de estructurar el calendario escolar. Sin embargo, Italia podría rediseñarlo de dos maneras posibles. En primer lugar, para contener el daño al capital humano debido al descenso de la demanda durante el verano, se podrían distribuir las vacaciones de manera más uniforme a lo largo del año académico, en lugar de concentrarlas en el verano. Los descansos más frecuentes y más cortos son menos perjudiciales para el aprendizaje. En segundo lugar, Italia podría simplemente decidir acortar sus vacaciones de verano a sólo julio y agosto".
Más días de escolarización, si van acompañados de programas de enseñanza adecuados, podrían mejorar el desempeño de los niños en pruebas estandarizadas, o podrían usarse para experimentar con formas innovadoras de aprendizaje, defiende Campanella. "En un país dominado por la educación pública, acortar las vacaciones de verano requeriría reasignar recursos públicos a financiar actividades para los jóvenes. Considerando que el gasto público italiano está sesgado a favor de la generación mayor, hay amplio margen de maniobra", añade. Un punto, este último, también extrapolable a una España donde cada vez es más intenso el debate sobre una mayor asignación de recursos a las generaciones más mayores (véase el caso de las pensiones).