
Se acerca un punto de inflexión en el orden monetario mundial. La confianza en el dólar, durante décadas el pilar indiscutible del sistema financiero global, comienza a mostrar grietas ante el auge del proteccionismo, la fragmentación de las reglas comerciales y el uso creciente de divisas como herramienta geopolítica. En este contexto de incertidumbre, Europa se enfrenta a una oportunidad histórica para tomar el control de su destino económico. Christine Lagarde, presidenta del BCE, defiende que ha llegado el "momento del euro global": un instante clave en el que la eurozona debe coger el 'toro por los cuernos' y acometer reformas profundas que afiancen la relevancia internacional del euro. Esto exige cambiar el propio euro (las reglas y funcionamiento de la eurozona) para reforzar tres pilares esenciales: credibilidad geopolítica, fortaleza económica e integridad institucional, para que la moneda europea gane peso en los mercados, reduzca su vulnerabilidad y aumente la soberanía del continente en un mundo cada vez más multipolar.
"Estamos presenciando un profundo cambio en el orden global: los mercados abiertos y las normas multilaterales se están fracturando, e incluso el papel dominante del dólar estadounidense, piedra angular del sistema, ya no es seguro. El proteccionismo, el pensamiento de suma cero y las competencias de poder bilaterales están ocupando su lugar. La incertidumbre está perjudicando la economía europea, profundamente integrada en el sistema comercial mundial, con 30 millones de empleos en juego", asegura Christine Lagarde en un discurso publicado íntegramente en el Financial Times y en la web del BCE.
No obstante, la francesa explica que este cambio que se está produciendo ahora mismo en tiempo real "también ofrece oportunidades para que Europa asuma un mayor control de su propio destino y para que el euro gane relevancia global". Actualmente, el euro es la segunda moneda más utilizada del mundo, representando el 20% de las reservas mundiales de divisas, en comparación con el 58% del dólar estadounidense. El euro es ya una de las divisas más importantes del mundo, la segunda concretamente. Aunque Lagarde no lo ha dicho así, cuando en una carrera el primero empieza a flaquear, llega la oportunidad del que va segundo y si este no la aprovecha será el tercero el que se imponga.
Un lavado de cara para el euro
De este modo, Lagarde pide directamente unos cambios para aprovechar la oportunidad: "Este paso hacia una mayor relevancia internacional para nuestra moneda no se dará por sí solo: debe ganarse. Como en períodos anteriores, las preocupaciones actuales sobre la moneda dominante aún no están provocando un cambio significativo hacia otras alternativas. En cambio, se reflejan en una creciente demanda de oro. Para que el euro alcance su máximo potencial, Europa debe fortalecer tres pilares fundamentales: credibilidad geopolítica, resiliencia económica e integridad jurídica e institucional", asegura la francesa.
En primer lugar, la posición global del euro se basa en el papel de Europa en el comercio internacional, donde lleva años acumulando grandes superávits comerciales. La UE es la mayor pareja comercial del mundo: es el socio principal de 72 países, representando casi el 40% del PIB mundial. Esto se refleja en la participación del euro como moneda de facturación, que se sitúa en torno al 40%. La UE debe aprovechar esta posición mediante la firma de nuevos acuerdos comerciales. "El 'privilegio exorbitante' de una moneda de reserva internacional, al que se refirió Valéry Giscard d'Estaing en la década de 1960, conlleva responsabilidades", asegura la francesa en su discurso.
Pero el BCE ya está trabajando en estas responsabilidades que tienen como objetivo mantener la estabilidad financiera global. Por ejemplo, para evitar la escasez de liquidez del euro en el extranjero, el BCE extiende líneas swap y repo a socios clave para garantizar la fluida transmisión de su política monetaria. Sin embargo, la confianza real se basa en hechos concretos. "Los inversores buscan regiones que respeten sus alianzas. Se ha demostrado que estas garantías aumentan la participación de una moneda en las reservas de divisas hasta en 30 puntos porcentuales. Europa está experimentando un cambio importante hacia la reconstrucción de su poder duro, lo que también debería contribuir a reforzar la confianza global en el euro", señala Lagarde.
En segundo lugar, está la fortaleza económica que "es la columna vertebral de cualquier moneda internacional. Los emisores exitosos suelen ofrecer tres características clave: un crecimiento sólido para atraer inversión; mercados de capitales profundos y líquidos para respaldar grandes transacciones; y una amplia oferta de activos seguros". El euro y Europa carecen este momento de estas tres características, al menos de forma parcial. El Viejo Continente presenta un crecimiento del PIB débil, sus mercados de capitales son líquidos pero no están 100% unificados, mientras que no existe una oferta amplia de activos seguros unificad, es decir, no hay un bono europeo respaldado por todas las naciones del euro. Ahora mismo, ese papel lo realiza el bono alemán, cuyo tamaño es insuficiente para crear ese 'euro global'.
Lagarde admite que Europa se enfrenta a desafíos estructurales como los sañalados anteriormente. Su crecimiento sigue siendo persistentemente bajo, sus mercados de capitales siguen fragmentados y, a pesar de una sólida posición fiscal agregada, con una ratio deuda/PIB del 89%, en comparación con el 124% en EEUU, la oferta de activos seguros de alta calidad se está quedando atrás. Estimaciones recientes sugieren que los bonos soberanos en circulación con al menos una calificación AA representan poco menos del 50% del PIB en la UE, frente a más del 100% en EEUU.
El mercado único es obligatorio
"Para que el euro gane prestigio, Europa debe tomar medidas decisivas completando el mercado único, reduciendo las cargas regulatorias y construyendo una sólida unión de mercados de capitales. Las industrias estratégicas, como las tecnologías verdes y la defensa, deben recibir apoyo mediante políticas coordinadas a nivel de la UE. La financiación conjunta de bienes públicos, como la defensa, podría generar activos más seguros".
"En tercer lugar, la confianza de los inversores en una moneda está, en última instancia, ligada a la solidez de las instituciones que la respaldan. Es cierto que la UE no es fácil de entender desde fuera. Pero su toma de decisiones estructurada e inclusiva garantiza controles y equilibrios, estabilidad y certidumbre política. El respeto al Estado de derecho y la independencia de instituciones clave, como el BCE, son ventajas comparativas cruciales que la UE debería aprovechar", asegura la francesa.
Para consolidar aún más estas ventajas, el euro y la UE deben reformar la estructura institucional europea. Lagarde da la clave para alcanzar estos cambios: "No se debe permitir que un veto único obstaculice los intereses colectivos de los otros 26 Estados miembros. Una votación por mayoría cualificada más amplia en áreas críticas permitiría a Europa hablar con una sola voz", sentencia.
Qué ventajas tiene el 'euro global'
Lagarde asegura que "aumentar el estatus global del euro traería beneficios tangibles: menores costes de endeudamiento, menor exposición a las fluctuaciones monetarias y protección contra sanciones y medidas coercitivas". Si el euro alcanzase el estatus de divisa de reserva global, la zona euro (los países y las empresas) podrían emitir deuda a unos intereses más bajos, lo que daría un mayor margen a empresas y gobiernos para gastar, consumir e invertir. Esta ventaja lleva años siendo utilizada por EEUU para endeudarse sin poner en riesgo su credibilidad y para consumir por encima de sus posibilidades de forma permanente, lo que genera unos mayores niveles de bienestar para su población.
"La historia nos enseña que los regímenes parecen perdurables, hasta que dejan de serlo. Los cambios en el dominio monetario global ya han ocurrido antes. Este momento de cambio representa una oportunidad para Europa: es un momento del "euro global". Para aprovecharlo y fortalecer el papel del euro en el sistema monetario internacional, debemos actuar con decisión como una Europa unida que asuma un mayor control de su propio destino", culmina la francesa.