
La base de cotización media de los asalariados españoles, es decir, la remuneración total que perciben cada mes ha crecido un 26,9% desde enero de 2018 a diciembre de 2024, pasando de 1.772,53 a 2.249,93 euros mensuales. El grupo de edad que ha registrado un mayor incremento es el de los jóvenes menores de 25 años, con un 41,1%: en casi siete años ha pasado de 888,3 euros a 1.254,60 euros. Sin embargo, su brecha frente al resto apenas se ha reducido. Si en 2018 ganaban un 49,9% menos que la media, ahora sus ingresos siguen siendo un 44,2% inferiores. Y no solo eso: la promesa de compensar con creces este desfase inicial con unos ingresos mucho mayores a lo largo de su carrera profesional, el denominado ascensor salarial, ha perdido fuerza y la expectativa futura de mejora retributiva de un trabajador junior ya no supera el 50%.
Se considera algo natural que los trabajadores más jóvenes cobren mucho menos que la media. A fin de cuentas, son empleos de nivel de entrada, para trabajadores recién licenciados o que no han estudiado una carrera, pero sí una formación profesional. Pero como ocurre con el paro juvenil, se considera que estas 'pérdidas' iniciales se contrarrestan con creces con los años, ya que el avance por el mercado laboral se traduce en salarios muchos más altos. Sin embargo, los registros de Seguridad Social muestran que este 'valor añadido' de la veteranía también se está reduciendo.
Según los datos más recientes, de cierre de 2024, un joven menor de 25 años que empiece a trabajar hoy tendría que esperar más de una década, cuando supere los 35, para empezar a rebasar (y apenas en un 1,5%) ese umbral de la base de cotización media. Es el mismo plazo que en 2018, si bien la buena noticia es que parece que está empezando a acortarse: los trabajadores entre 25 y 34 años se acercan más a la media que hace seis años. Así, la brecha de los que tienen entre 25 y 29 años ha pasado del 23,1% al 16,1% mientras la de los mayores se ha reducido del 7,7% al 1,6%.
Es decir, que el 'lastre' que suponen los segundos diez años de carrera se ha reducido mucho más que el de los cinco o seis primeros, pese a que proporcionalmente los salarios de los tres grupos de edad han subido de manera similar: un 40,9% entre los 25 y los 29 años, hasta los 1.921,15 euros y un 35,31% entre los 30 y los 34 años, hasta los 2.213,32 euros. Pero estos porcentajes se traducen en incrementos, contados en euros, muy diferentes: de 366,3 euros entre los menores de 25 años, y de 557,58 y 577,66 euros, respectivamente, entre los dos colectivos.
Unas expectativas frenadas
A partir de aquí la situación se invierte. La retribución de los trabajadores mayores de 35 es mayor que la media, con lo que su brecha se vuelve positiva. Sin embargo, aquí salta la sorpresa: los datos de Seguridad Social revelan que, salvo par los mayores de 65 años, las perspectivas de mejora salarial empeoran respecto a 2018.
Así, un trabajador de entre 35 y 40 años gana un 1,5% más que el sueldo medio, frente al 1,8% de 2018. Su retribución media ha crecido un 26,5% desde entonces, hasta los 2.282,7 euros, lo que se traduce en 478,27 euros más. Entre 40 y 44 años, la ganancia respecto a la base de cotización media se amplía al 5,3%, si bien es un porcentaje menor que el 8,1% de 2018. Esto a pesar de que en ese tiempo su retribución ha crecido un 23,6% (452,39 euros más), hasta los 2.369,25.
Los sueldos seniors pierden fuerza
En los siguientes grupos de edad, entre 45 y 54 años, también se producen retrocesos de la ganancia sobre la media, aunque la más abultada se produce entre los 55 y 59 años, que es la edad en la que en 2018 se registraba la base de cotización más elevada: 2.075,18 euros, un 17,1% por encima de la media. En 2024, cobran 2.476,58 euros, ocho menos que los que se sitúan entre 50 y 54 años. Y la diferencia con la media se ha recortado al 10,1%.
Esto implica que el punto en el que los salarios alcanzan su clímax se adelante cinco años. A partir de ese momento, la brecha se reduce, si bien entre los mayores de 65 años se aprecia una cierta mejoría respecto a la situación de 2018. Es el único caso entre los séniors, lo que puede explicarse por el retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años
Estos datos se traducen en una lectura inequívoca: el ascensor salarial a lo largo de una carrera profesional ha perdido empuje en un plazo de apenas siete años. Si en 2018 un trabajador de 35 años ya ganaba más de un 50% del sueldo de uno de menos de 25 y uno de 55 años un 57,19% más. Pero en 2024 ningún grupo de edad llega a alcanzar una subida superior al 50% del sueldo inicial.
Esta tendencia queda disimulada por el hecho de que las retribuciones han subido en los últimos siete años, pero aquí entra en juego precisamente la diferencia de la intensidad de esos incrementos. La estadística de bases de cotización no tiene en cuenta variables como el IPC y su efecto en el poder adquisitivo. Pero deja claro que hay una abultada variedad según los grupos de edad. Y esto explica el desencaje de las cifras.
Así, la retribución de trabajadores de entre 55 y 50 años, que en 2018 eran los que más retribución obtenían, es la menor del grupo 'sénior', de apenas 401,4 euros. Apenas 35,10 euros más de lo que ha subido el sueldo de los jóvenes.
Esto lleva a una paradoja del mercado laboral: por un lado, la brecha salarial respecto a la media de los que inician su andadura profesional sigue siendo muy alta, del 44%, aunque se reduce más rápidamente que en 2018. Pero el ascensor salarial toca techo cada vez antes, en lugar de crecer ininterrumpidamente hasta el final de la vida profesional, o al menos los últimos lustros.
En un contexto en el que la legislación impulsa el retrasar la jubilación, al menos, hasta el límite legal de los 67 años, las expectativas a largo plazo de los trabajadores empiezan a mostrar sus costuras. La evolución de los últimos años plantea serias preguntas no solo sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones, que se financia con las cotizaciones de los trabajadores, sino sobre el propio mercado laboral español.
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