Economía

¿Todos somos 'riders'? El 78% de las empresas españolas usa algoritmos para dirigir a sus empleados

Cuando se habla de uso de algoritmos en la organización del trabajo, la mayoría de los analistas del mercado laboral piensa en los riders, los repartidores cuyo trabajo se organiza, dirige y evalúa de a través de plataformas y aplicaciones digitales. Pero esta visión se queda muy corta ante el auge que están teniendo este tipo de herramientas en todos los sectores. Según un reciente estudio de la OCDE, el 78% de las empresas de nuestro país ya utiliza al menos una de ellas.

El estudio, que parte de una encuesta a los gerentes y responsables de 6.000 firmas en Francia, Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos, además de España, plantea que el uso de estos softwares, muchos de ellos potenciados por inteligencia artificial generativa, puede aumentar la productividad y la eficacia, así como la "coherencia y la objetividad" de las decisiones de gestión en las empresas. Pero también reconoce que "cada vez hay más pruebas" procedentes de otros estudios de sus "posibles efectos" perjudiciales.

La denominada Ley Rider española, que acaba de cumplir cuatro años, regulaba las condiciones laborales de los trabajadores de plataformas y acabar con los 'falsos autónomos' en esas actividades. Pero también incluía la obligación para todas las empresas de informar a sus plantillas de cómo se usaban los algoritmos que controlaban su trabajo.

Esta cuestión también se abordaba en el V Acuerdo de Negociación Colectiva suscrito en 2023, que estipula que la "negociación colectiva debe desempeñar un papel fundamental" estableciendo criterios "que garanticen un uso adecuado de la IA y sobre el desarrollo del deber de información periódica a la representación de los trabajadores".

Aunque este peso en la negociación colectiva crece lentamente (solo un 5,84% de los convenios firmados en 2023 regulaban la implantación de nuevas tecnologías, para aumentar en 2024 a un 6,05%) se trata de una situación que, según la OCDE, coloca a nuestro país a la vanguardia de las regulaciones para garantizar la transparencia y el derecho a la información de los trabajadores. Aparte de que nuestro país ha servido de plantilla para una directiva europea algo más 'descafeinada' que la nacional pero que el Ministerio de Trabajo considera una basepara avanzar en la regulación.

El temor a que una regulación excesiva frenara la digitalización de la gestión de las empresas no parece haberse cumplido, ya que el porcentaje de empresas que utilizan algoritmos de gestión del trabajo, un 78% del total, es el mismo que el de Alemania, supera a Italia y casi dobla a Japón. Eso sí, queda por detrás del 81% de Francia y el 90% de Estados Unidos.

¿Están los trabajadores de estas compañías en la misma situación frente a los algoritmos que los riders? Esto no solo depende de si se usan o no, sino de la prevalencia o intensidad con la que se utilizan los diversos programas existentes y para qué tareas concretas. Así, el estudio de la OCDE distingue entre tres grandes grupos de algoritmos según su uso, pero cada uno de ellos engloba diferentes tareas y opciones de herramientas muy diferentes.

¿Para qué se usan los algoritmos?

Así, el primer bloque son los denominados 'de instrucción', que se pueden utilizar para la asignación de horarios de trabajo, de actividades laborales, de clientes a trabajadores o para proporcionar instrucciones sobre tareas. El 69% de las empresas españolas utiliza al menos una de ellas, en línea con la media europea y frente al 90% de Estados Unidos. Pero su distribución por tipo de uso es muy irregular: un 43% las utiliza para asignar horarios de trabajo y repartir tareas y menos del 35% para transmitir instrucciones a los trabajadores. Estos son porcentajes inferiores a los de Francia y Alemania. Sin embargo, en Estados Unidos casi nueve de cada diez empresas utiliza todas las opciones posibles..

El segundo bloque son las herramientas de monitoreo, que se ocupan de comprobar el cumplimiento de las tareas, la velocidad del empleado al hacerlo o el tiempo efectivo de trabajo, pero también usos más intrusivos de la privacidad: 'escuchan' las conversaciones, correos y comunicaciones de los trabajadores y hacen seguimiento de su ubicación, sus condiciones de salud, seguridad y fatiga.

El 70% de las empresas españolas utiliza un algoritmo para al menos una función de monitoreo, si bien la mitad se concentran en medir el tiempo de trabajo y asegurar que el encargo se ha realizado, mientras un 20% supervisa la velocidad del empleado. Menos del 15% realiza otras formas de monitoreo, siendo la menos frecuente la escucha de las comunicaciones, que apenas llega al 6%, frente al 55% de Estados Unidos.

El último grupo, las herramientas de evaluación, son las utilizadas para establecer objetivos, recompensar por su cumplimiento o sancionar por baja productividad, así como para crear ránkings de empelaos visibles para la propia plantilla.

Más control y acuerdos con trabajadores

Su frecuencia en Europa y España apenas llega al 35% frente al 90% en Estados Unidos, aunque en nuestro país, en la práctica, las empresas se centran en las relativas a establecer objetivos. Las usan un 19%, muy por encima del resto de usos. Eso sí, nuestro país es donde más usa estos programas para penalizar el mal desempeño en Europa: un 10% de las firmas lo usan frente a la media del 4% en Italia, Francia y Alemania.

Esta diferencia responde a un modelo productivo en el que las plataformas digitales tienen mayor presencia gracias a una regulación más laxa que la europea, pero también a los costes de las licencias. Es la principal causa que frena la adopción de algoritmos para el 80% de las empresas españolas, seguida de la resistencia de las plantillas, que afecta a un 67%. En comparación, para las empresas estadounidenses este factor apenas llega al 10%.

En este sentido, el informe destaca a España como ejemplo de una relativamente alta adopción" de herramientas de gestión algorítmica pero con elevado "enfoque en la regulación, gobernanza y consulta con los trabajadores" para garantizar su uso ético y "minimizar riesgos". Al menos en comparación con Estados Unidos.

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