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Especial Día del Agua

La escasez de agua hace peligrar hasta el 15% del PIB para 2050

  • El informe de la Comisión Global sobre la Economía del Agua destaca que la gestión inadecuada de este recurso esencial podría afectar gravemente a la economía global
  • Ante este panorama, los gobiernos tienen que tomar medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad y equidad en el acceso a este bien
El agua un bien preciado y limitado
María Juárez

El agua es vida y tendemos a percibirlo como un regalo abundante, pero no. El agua es un bien limitado y costoso de proporcional a todos los ciudadanos. La cantidad de agua que está almacenada en la superficie terrestre está disminuyendo, sobre todo, en aquellas regiones con una alta densidad de población como son la India, China o Europa.

Además de grandes consecuencias para la sociedad, la escasez de agua, y más cuando se combina con un aumento de las temperaturas debido al cambio climático, también deja su huella en la economía. De hecho, según el informe La Economía del Agua: Valorando el Ciclo Hidrológico como un Bien Común Global de la Comisión Global sobre la Economía del Agua, se estima que el PIB de los países de altos ingresos podría reducirse en un 8% para 2050, y los estados con menores ingresos podrían enfrentarse a un descenso de hasta un 15%.

Ahora bien, el problema de la escasez del agua se vuelve más urgente cuando sabemos cuánta agua necesita una persona al día para vivir una vida digna. "Mientras que entre 50 y 100 litros por día son necesarios para satisfacer las necesidades esenciales de salud e higiene, una vida digna, que incluye una nutrición adecuada y el consumo necesario", explica el informe ya mencionado. Además, muchas regiones no tienen suficiente agua disponible localmente para cubrir sus necesidades, por lo que dependen del comercio para distribuir los recursos hídricos. Sin embargo, esto no es tan fácil, ya que las políticas inadecuadas y la propia crisis del agua dificultan este proceso.

El ciclo hidrológico: los puntos críticos de escasez de agua

En España, por ejemplo, no sé conoce exactamente cuanta agua se destina para la agricultura de regadío, porque no existen contadores. Además, existen regiones que pierden casi el 40% del agua que se distribuye por la red urbana.

Del mismo modo, las áreas con riego intensivo enfrentan una disminución progresiva en sus reservas de agua, con algunas de ellas experimentando una reducción en la capacidad de almacenamiento a una velocidad dos veces mayor que otras regiones. Si las tendencias actuales continúan, los significativos descensos en los niveles de agua podrían hacer que el riego sea insostenible, lo que resultaría en una disminución del 23% en la producción global de cereales.

Otro de los grandes inconvenientes es la contaminación del agua. Si bien es cierto que el aumento en la regulación de la calidad del agua y las inversiones en el tratamiento de las aguas residuales han logrado avances notables, como, por ejemplo, la limpieza en ríos como el Han en Corea, el Júcar y el Segura en España, o el Rin y el Danubio en Europa Central, todavía no son suficientes medidas para limpiar la contaminación que se ha ido acumulando en los suelos durante siglos.

Cinco misiones

No cabe duda de que la gestión adecuada del agua es esencial para garantizar la sostenibilidad y el bienestar de las generaciones presentes y futuras. Para ello, la Comisión Global sobre la Economía del Agua pone sobre la mesa cinco misiones que son claves para el futuro. En este sentido, la primera misión pretende mejorar la productividad del agua para reducir los impactos sobre la calidad y cantidad de este. Ya que el agua es fundamental para la agricultura, los esfuerzos para garantizar la seguridad alimentaria tienen que ir acompañados de acciones para prevenir el deterioro de los recursos hídricos.

La segunda misión, por otro lado, se centra en la internalización de los bienes y servicios que el agua aporta. Esto implica reconocer el papel del agua en la gestión hídrica, incorporando no solo sus usos directos, sino también los beneficios que proporciona al ecosistema, pues regula el clima y la biodiversidad. En la tercera misión se busca potenciar la economía circular del agua mediante la reutilización de los recursos y la disminución de ineficiencias, es decir, hay que hacer un uso más eficiente del agua, promoviendo un ciclo cerrado que maximiza su aprovechamiento.

La cuarta misión establece que los nuevos patrones de crecimiento, basados en el uso creciente de energías renovables o inteligencia artificial, deben ser implementados sin comprometer la sostenibilidad del recurso hídrico. Es crucial que el desarrollo tecnológico y económico no agote ni contamine las fuentes de agua, garantizando siempre su disponibilidad para las próximas generaciones. Y, por último, la quinta misión se enfoca en mejorar los sistemas de saneamiento y depuración para garantizar el acceso al agua potable en todas las regiones, con el objetivo de evitar daños perjudiciales para la salud y combatir enfermedades.

Estas misiones representan un compromiso integral para asegurar que el agua sea gestionada de manera sostenible, equitativa y eficiente. No obstante, desde la Comisión alegan que se necesita una nueva economía del agua que "redefina la manera en que valoramos el agua y gobernamos el ciclo del agua como un bien común global. En su núcleo está el reconocimiento de la conexión entre sostenibilidad ambiental, equidad social y eficiencia económica".

El informe expresa que "es necesario que nuestro enfoque económico evolucione, pasando de abordar los problemas una vez que ya han causado daños a centrarse en prevenirlos desde el principio. En lugar de corregir las consecuencias negativas después de que ocurran, debemos diseñar los sistemas económicos de manera que el agua se distribuya y utilice de forma eficiente, justa y sostenible desde el comienzo".