
Los resultados de los últimos sondeos para las elecciones anticipadas de Alemania de este domingo, 23 de febrero, ponen en evidencia una movilización de la intención de voto hacia la extrema izquierda, que conseguiría entrar en el Bundestag, lo que complicaría mucho más las cosas a la hora de hacer una reforma de la Constitución, necesaria para aumentar el techo de gasto fijado en la Carta Magna.
La media de los principales sondeos consultados ayer por elEconomista.es otorgan a los neocomunistas una intención de voto que supera el 6%, frente al 5% que arrojaban en la última revisión realizada a inicios de este mes.
Pero lo destacable son los sondeos publicados por YouGov el pasado martes que daban una importante subida para este partido, alcanzando el 9% de intención de voto. Asimismo, los democristianos de CDU, liderados por Friedrich Merz, se consolidarían en el entorno del 30%de la confianza del electorado y AfD seguiría siendo la segunda fuerza con un 20%de los votos. Los socialdemócratas de SPD, con el canciller saliente Olaf Scholz a la cabeza, se quedarían en tercera posición con el 17% de los votos emitidos.
Los Verdes se mantendrían, con un 13,3%y los liberales de FDP caerían hasta el 4% desde el 11,5% de hace cuatro años.
Teniendo en cuenta el posible arco parlamentario que saldrá de los comicios de este domingo, Alemania se enfrenta al Bundestag más fragmentado de la historia del país, lo que complica todavía más el liberar el gasto y la deuda para poder estimular la denostada economía del país. En concreto, va a hacer falta una mayoría de dos tercios de las Cámaras. Es decir, al menos 420 de los 630 escaños que compondrán la Cámara Baja.
El pacto de una Gran Coalición se da más que por sentado, con el objetivo de mantener el cordón sanitario a la ultraderecha. Pero esto llevará a que la CDU, en el caso de que consiga la victoria y entrar en la cancillería, a tener que llamar a la puerta de los neocomunistas y pactar. Un partido con un programa totalmente contrario al suyo.
En materia de asilo, defienden una postura ampliamente liberal, sosteniendo que "todas las personas deben gozar de los mismos derechos y oportunidades, sin importar su nacionalidad o lugar de origen". Sus principales objetivos incluyen la reducción de los costos de energía y calefacción, el control de los precios del alquiler y el incremento de los salarios.
Asimismo, abogan por un mayor aporte fiscal de las personas con mayores ingresos. Se identifican como un partido comprometido con la paz, condenan la invasión de Rusia a Ucrania y se oponen al envío de armamento a la zona en conflicto y difieren del aumento del gasto en Defensa.
Es decir, todo lo contrario a lo que predican los conservadores democristianos, que quieren limitar la migración irregular. "Aceleraremos los procesos de asilo y las deportaciones", afirman en su programa. También ponen el foco en el fortalecimiento de la economía, prometiendo a los empresarios reducir la carga fiscal corporativa al 25 %. En materia social, proponen revisar y posiblemente reducir algunas prestaciones. Además, planean aumentar el gasto en Defensa.
Este choque de pareceres y con los liberales de FDP, sus posibles aliados, en la cuerda floja, se plantea un escenario cada véz más complicado para que el país pueda remotar a nivel económico.
Cambios necesarios
Alemania tiene que dar un paso al frente en materia de política fiscal para salir del atolladero económico en el que se encuentra. Los temores sobre un crecimiento pírrico este año son más que evidentes, máxime después de las políticas arancelarias de Donald Trump. El próximo Gobierno tiene un reto fuerte el próximo año: afianzar el crecimiento mediante inversión pública y, al mismo tiempo, aumentar el gasto en Defensa. Mientras que los mercados creen que hay margen para aumentar el endeudamiento, los expertos llaman a la cautela.
El presidente del Instituto Ifo de estudios económicos, con sede en Múnich, Clemens Fuest, asegura que la política fiscal que deba llevar a cabo el próximo Gobierno "presenta un acto de equilibrio casi imposible: se necesitan recortes de impuestos para superar el estancamiento económico, pero es imperativo un gasto en Defensa significativamente mayor".
Según Fuest, los planes financieros del gobierno saliente, encabezado por el socialdemócrata Olaf Scholz, son aumentar el presupuesto de Defensa al 2,5% del PIB para 2028. Esto "crearía un déficit fiscal de aproximadamente 70.000 millones de euros", advierte el experto. Por eso ve tan necesaria una reforma fiscal de calado.
Los germanos siempre han tenido una obsesión con tener unas cuentas saneadas, pero algo está cambiando cuando el propio presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, sugirió a principios de año en el Foro de Davos que había que hacer una reforma del freno de la deuda "orientada a la estabilidad" que permita una mayor inversión pública si el nivel general de deuda alcanza un límite inferior al 60% del PIB. El dirigente de la entidad reiteró en su discurso que la reforma debe ir "más allá de unos pequeños cambios".
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