Economía

El misterio del consumo en España: por qué no resurge el gasto si las cuentas están llenas de liquidez

Depósitos y cuentas corrientes en máximos históricos, la tasa de paro en niveles inimaginables hace unos años, la economía creciendo a un buen ritmo y unas perspectivas mejores que las de buena parte de Europa. Sin embargo, el consumo, muy dependiente de todos los factores anteriores, no termina de arrancar, un misterio que ha llevado al Banco de España a intentar analizar qué está pasando, quiénes son los culpables y por qué. Todo apunta a que no hay un solo factor ni una explicación sencilla ni absoluta, no obstante hay varias pistas que pueden arrojar luz sobre este misterio que trae de cabeza a los economistas.

La institución muestra que si bien está habiendo una recuperación en el consumo, "no está siendo tan intensa como se esperaba". Según el documento, la renta de las familias está ya un 6,6% por encima de los registros de 2019. En resumen, los ingresos de los hogares ya se han repuesto del duro golpe que trajo la pandemia y el confinamiento, con un brutal impacto en la actividad comercial y económica del mundo. En ese sentido, aunque ese hito ya se ha conseguido, el consumo apenas ha crecido un 2,2% desde la era prepandemia. Un lustro de estancamiento que desde el Banco de España definen con "una debilidad del gasto que se hace más patente dado el crecimiento poblacional". Yendo al consumo medio por hogar, quitando así el factor que puede haber supuesto el aumento demográfico, estaríamos hablando de que el consumo está en negativo respecto a 2019, concretamente un 1,8%.

En resumen, las familias están con el freno de mano puesto pese a todo. El país ibérico está logrando crecer a ritmos agigantados (3,5%) gracias al turismo y el tirón de la inmigración, entre otros factores, pero el consumo sigue siendo una asignatura pendiente que, por ejemplo, está siendo el gran argumento de países como EEUU, en donde muestra una resiliencia inusitada. En uno de los últimos informes de BBVA Research se mostraban extrañados por la tendencia alegando que "la lenta recuperación del gasto de las familias puede impactar negativamente. Las previsiones del consumo privado son moderadas".

Miguel Cardoso, economista en jefe de la firma, se pregunta cómo es esto posible dado que "tradicionalmente, niveles de ahorro superiores al promedio histórico indican períodos de incertidumbre económica, como ocurrió tras la crisis de 2008 y en 2020. No obstante, la tasa de paro está en mínimos de quince años". El experto dice que la gente no está ahorrando ante el temor de perder su puesto de trabajo por una crisis o un contexto económico peor, tal y como sucede históricamente.

Desde BBVA indican que los tipos de interés del BCE tienen un protagonismo clave pues potencia los depósitos y por tanto ofrece recompensas al ahorro. "Los tipos de interés en los depósitos a plazo ha aumentado 300 puntos básicos. Desincentivando el consumo presente para mitrar al futuro". Otro factor ha sido la inmigración. "En 2023, un 71% del nuevo empleo correspondió a personas nacidas en el extranjero, quienes podrían tener restringida su capacidad de gasto por la necesidad de enviar remesas o por la falta de redes familiares que les puedan apoyar en situaciones críticas. No obstante, las remesas representan un porcentaje menor del PIB y su aumento fue limitado en 2023". En ese sentido el número de población extranjera en España ha crecido de forma muy relevante desde la pandemia pasando de unos 5,36 millones de personas en 2019 hasta los 6,58 millones el tercer trimestre de 2024. Desde Caixabank coinciden con que el ahorro mayor se explica en buena medida por estos argumentos que "la renta disponible ha crecido a nivel agregado en buena medida gracias al aumento de población espoleada por los flujos migratorios".

Sin embargo el banco español afirma que si bien estos dos factores están siendo claves para explicar este fenómeno de bonanza económica, alto ahorro y bajo consumo, un cóctel realmente extraño, estos son elementos secundarios. En EEUU también está presente tanto la alta inmigración como los altos tipos de interés. Sin embargo, el factor clave es cómo se está distribuyendo la nueva renta disponible, centrándose en los más ricos, un grupo de población que no tiene tanta necesidad de gastar y consumir.

"El aumento de la renta ha sido desigual, favoreciendo a hogares que reciben transferencias del Gobierno y a aquellos que se han beneficiado del incremento de tipos de interés. Estos hogares son de mayor edad, con más renta, y con una propensión marginal a consumir menos", comenta Cardoso. Por su parte ve otros dos factores más: un mercado inmobiliario deteriorado y con precios más altos "en particular en el alquiler" y "que los hogares están anticipando problemas en el déficit público para 2025 y años posteriores, lo que implica recortes en servicios públicos, en transferencias o aumentos impositivos, posiblemente en las rentas del capital".

¿La clave? Un reparto desigual

Desde el Banco de España coinciden plenamente con la tesis de que es una distribución diferente de las rentas la que ha provocado este mayor ahorro. "La recuperación del consumo ha sido particularmente intensa en los hogares en los que el sustentador principal tiene más de 65 años, donde el gasto medio en términos reales superaba en 2023 los niveles de 2019. En contraposición, los hogares de renta alta muestran brechas negativas más abultadas con respecto a dichos niveles".

Según se desprende del documento del Banco de España, la práctica totalidad de la 'culpa' de esta tendencia es de las rentas altas, es decir, de los hogares que presentan unos ingresos más elevados. Esto tiene cierto sentido económico, puesto que la propensión marginal a consumir es menor cuanto más elevada es la renta. Esto quiere decir que cuando una persona u hogar ya tiene cubiertas unas necesidades de forma holgada, de cada euro extra que ingresa, una mayor porción se dedica al ahorro y una menor al consumo.

Todo lo anterior tiene cierta lógica si se atiende a la ley de la utilidad marginal decreciente que expone que a medida que una persona consume más unidades de un bien o servicio, la satisfacción adicional que obtiene de cada unidad extra disminuye progresivamente. En otras palabras, la utilidad que proporciona el consumo de un bien no crece de manera indefinida, sino que se reduce con cada nueva unidad consumida. Esto implica que el primer consumo de un bien suele generar un alto nivel de satisfacción, pero conforme se repite, la ganancia en bienestar es cada vez menor hasta llegar a un punto en el que puede volverse insignificante o incluso negativa.

"Los hogares con renta alta son los que han mostrado una evolución más desfavorable"

Desde el punto de vista económico, la utilidad marginal decreciente explica por qué los consumidores con mayor renta terminan consumiendo una menor porción de sus ingresos, lo que da lugar a una curva de demanda con pendiente descendente. Esto queda a la vista en los datos aportados por el BdE en su informe, donde queda a la luz que el consumo que no se ha recuperado ha sido, precisamente, el de bienes de consumo duradero entre los hogares con mayor renta. "En 2023 el gasto medio en bienes duraderos (en particular, en automóviles) y semiduraderos (en particular, en ropa y calzado) presentó la mayor caída en términos reales con respecto a 2019, mientras que el consumo destinado a ocio y cultura se situó próximo a sus niveles previos a la pandemia", reza el documento del BdE.

¿Quiénes son los que consumen esos bienes en mayor medida? El BdE da la respuesta: "Los hogares de renta alta y aquellos cuyo cabeza de familia tiene entre 35 y 54 años (en los que el consumo ha presentado las caídas más abultadas con respecto a 2019) son los que destinan una mayor proporción del gasto a bienes duraderos y semiduraderos (partidas de gasto que son más fácilmente ajustables que otras, como, por ejemplo, alimentación y alquiler) y aquellos en los que los ingresos han mostrado una evolución más desfavorable". Es decir, los agentes de mayor renta están frenando su consumo de estos bienes, también en parte porque durante el covid y los meses y años posteriores, al restringirse el gasto en servicios (por los confinamientos y límites), el consumo se volcó hacia los bienes. Ahora sucede todo lo contrario. Aunque el gasto en servicios aumente, es incapaz de sustituir al consumo en bienes que se pueden acumular de forma casi infinita.

Esto se mezcla, además, con unas familias que han ido reduciendo su apalancamiento. Es decir estos hogares con rentas altas están dedicando buena parte de estos recursos a pagar deudas, en particular la hipoteca. "Las familias continuaron desapalancándose en el 1T 2024, al reducir su deuda en el último año en 4,4 puntos de PIB hasta el 46%, el menor registro desde 2001". Esto ha generado que la riqueza de estas familias crezca, dando que han ido reduciendo sus pasivos y cuentan con un patrimonio mayor, con el ejemplo paradigmático de su vivienda. Un ahorro que no se ha volcado directamente en el consumo.

Todos estos argumentos se habrían traducido en una tasa de ahorro más alta. Un fenómeno que está sucediendo en España está replicándose a mayor intensidad en todos los grandes países de la UE. De hecho el país ibérico es uno en el que la tasa de ahorro es realmente más baja. Si bien la media en los 27 países ronda el 14,8% en Alemania se ha alcanzado en 2024 el 20%, mientras que en Francia ha tocado el 17,6%. En España, por contra, esta estadística se encuentra en el 13,1%, tal y como reflejan los últimos datos de Eurostat. Esto contrasta marcadamente con la situación de un EEUU donde ya están en el 4,4% con unas perspectivas económicas más saludables que impulsan a la población a gastar sin preocupaciones sobre su futuro. Un ciclo virtuoso de gasto que a su vez ha repercutido en un mayor consumo e impulsado la economía.

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