
Las dos mayores economías de la zona euro, Alemania y Francia, han seguido mostrando en enero su cuadro general de debilidad. Sin embargo, en el caso de la primera, los indicadores adelantados de este mes traen escondido entre sus cifras un pequeño rayo de esperanza en medio de la desazón y el letargo que atenazan a la tradicional 'locomotora' económica del Viejo Continente. Por supuesto, el andamiaje es frágil y cualquier indicio de optimismo puede venirse abajo si desde el otro lado del Atlántico la entrante Administración Trump redobla sus amenazas.
El índice compuesto de gestores de compras (PMI) de las empresas, el que aglutina tanto la manufactura como el sector servicios, ha sido en enero de 50,1 puntos en su lectura preliminar. Es la primera vez desde inicios del pasado verano que el indicador rebasa los 50 puntos, la zona que separa la contracción de la expansión en estos índices. La mejoría ha venido, por un lado, de un repunte en la anémica manufactura alemana. El salto de 42,5 a 44,1 puntos ha sido visto con gran optimismo, pese a continuar la métrica muy lejos de los 50 puntos. La industria germana, referencia histórica, sigue sufriendo por los elevados costes de la energía, los aún elevados tipos de interés y el estocazo competitivo que le ha dado China. Por eso, cualquier indicio de mejoría es recibido con ilusión. En el frente de los servicios, el pilar que ha sujetado la actividad este tiempo, el repunte de 51,2 puntos a 52,5 -se esperaba un estancamiento- también trae señales positivas.
"Los PMI ofrecen cierta esperanza de que Alemania pueda salir de la fase recesiva de los dos últimos años", señala Cyrus de la Rubia, economista jefe del Hamburg Commercial Bank (HCOB) en el informe con los PMI de S&P Global publicado este viernes. Hace pocos días, Destatis, el órgano estadístico federal alemán, confirmó el segundo año consecutivo de contracción del PIB germano en 2024, algo que no ocurría desde el bienio 2002-2003, cuando se acuñó el mote de 'hombre enfermo de Europa' para Alemania que ha vuelto a ponerse de moda.
Para De la Rubia, es significativa esta mejoría en un momento en el que, precisamente, el regreso de Trump a la Casa Blanca traía más incertidumbres para la baqueteada Alemania. La imposición de agresivos aranceles a la doliente automoción alemana y el riesgo real de una migración de empresas germanas a EEUU ponía los pelos de punta a más de un analista alemán. Sin embargo, los PMI traen el impacto contrario... de momento.
"¿Es este el inesperado efecto Trump? Parece que las empresas ven buenas razones para dejar a un lado el pesimismo. Las empresas del sector servicios han aumentado su actividad por segundo mes consecutivo tras un breve bache en noviembre. La producción manufacturera se contrae al ritmo más lento desde mediados de 2024, y la situación de los nuevos pedidos también se ha suavizado un poco. Este cambio hacia el optimismo se ve acentuado por unas perspectivas mucho mejores de la actividad futura, que van de la mano con el hecho de que el índice bursátil DAX alemán superó en enero al S&P 500 estadounidense", escribe De la Rubia.
El economista centra su análisis en los destellos del sector servicios: "Es una gran noticia. No sólo se ha acelerado la actividad, sino que las empresas de servicios han dejado de recortar sus plantillas y, de hecho, han aumentado el empleo por primera vez desde junio del año pasado. Esto concuerda con las perspectivas más positivas sobre la actividad futura". Unas palabras que traen algo de luz tras la cascada de titulares con amenazas de despidos en históricas multinacionales como Volkswagen, BASF o Bosch.
La mejoría en Alemania (llamarlo brotes verdes quizá sea mu prematura) ha permitido maquillar las cifras para el conjunto de la eurozona, devolviendo al PMI compuesto de la región por encima de los 50 puntos. Menos ha ayudado una Francia sumida en su propia crisis política y fiscal. Los indicadores adelantados de actividad para la economía francesa han mejorado algo en enero, pero lejos de dar un 'alegrón'. El PMI compuesto ha saltado este mes de los 47,5 a los 48,3 puntos. El repunte se debe al meritorio salto en una lastrada manufactura, cuyo ascenso ha sido de los 41,9 a los 45,3 puntos, muy lejos aún de la expansión. Más amargo ha sido el retroceso del PMI de servicios, sector que ha seguido sujetando la actividad. Su caída de 49,3 puntos a 48,9 -cuando se esperaba que se mantuviera- ha supuesto un jarro de agua fría.
"La economía francesa decepciona a principios de 2025. El dato enero sugirió que la economía francesa volvió a contraerse. El último descenso de la actividad económica del sector privado fue ligeramente inferior al del mes anterior, gracias al sector manufacturero, que registró la menor caída de la producción desde mediados de 2024. La economía francesa no se encuentra fundamentalmente en un estado calamitoso, como indica el subíndice de producción futura, que es neutro. Es sobre todo la crisis política la que paraliza económicamente al país. El actual Primer Ministro, François Bayrou, intenta negociar con la oposición para evitar un colapso inminente y aprobar un presupuesto para 2025. La próxima votación presupuestaria decidirá no sólo la suerte del gobierno de Bayrou, sino también la estabilidad económica del país", escribe Tariq Kamal Chaudhry, economista de HCOB, en el informe con los datos.
No basta con salir de la contracción
Estos haces de luz de Alemania permiten soñar con un despertar cíclico y una salida del estancamiento, pero no con el impulso que se espera del motor económico de Europa, atenazado por los vientos en contra tanto cíclicos como estructurales. Las perspectivas son tan débiles para la economía del país que los analistas se aferran a cualquier mínima décima en los datos para buscar un brote verde. Sin embargo, el pesimismo sigue imperando y atrae más pesimismo si cabe. El propio Bundesbank, el banco central del país, ha constatado en su informe mensual que la economía no saldrá de su letargo en el primer trimestre de 2025.
A finales de febrero, el país enfrenta unas cruciales elecciones federales de las que puede salir un gobierno más fuerte encabezado por la CDU y otros socios que gaste más -se busca el encaje de una reforma en el férreo freno de la deuda que fomente las inversiones- o una fragmentación política que lo empeore todo, con la ultraderechista AfD picando fuerte en las encuestas.
"Un tema crucial en la campaña electoral es el lamentable estado de la economía alemana. La semana pasada se conoció que la economía alemana se contraería en 2024 por segundo año consecutivo. Sin embargo, los problemas económicos existen desde hace más tiempo. De hecho, la economía tiene actualmente el mismo tamaño que a principios de 2020, lo que marca cinco años de estancamiento de facto. Las razones de este estancamiento se han discutido interminablemente. En resumen, una combinación de vientos en contra cíclicos y estructurales ha paralizado la economía. Si bien los vientos en contra cíclicos como la alta inflación, los altos tipos de interés, los altos niveles de inventario o incluso la alta incertidumbre política pueden desaparecer con bastante rapidez, los vientos en contra estructurales permanecen", certifica Carsten Brzeski, economista jefe de ING y habitual 'doctor' del mal diagnóstico teutón.
"Alemania ha comenzado a darse cuenta de que el viejo modelo de negocio macro de energía barata y grandes mercados de exportación de fácil acceso ya no funciona. Diez años de subinversión, deterioro de la competitividad y el cambio de China de destino de exportación a feroz competidor industrial han pasado -y seguirán pasando- factura a la economía alemana", apunta sin tapujos el analista.
Es cierto que el país sigue siendo una de las economías más ricas del mundo, pero necesita una reestructuración para detener el deterioro gradual, continúa Brzeski. "Solo abordar los problemas principales, la energía, China y la competitividad, será un desafío. Si a esto se suma una demografía desfavorable y el impacto en los sistemas de salud y pensiones, está claro que no hay una salida fácil a la situación actual", advierte.
Fijándose en las ideas económicas de los partidos políticos, para los analistas de ING resulta cada vez más evidente que, incluso en el mejor de los casos, con reformas e inversiones, cualquier nuevo gobierno no intentará reformar el viejo modelo económico, sino más bien tratará de rejuvenecerlo. "Menos burocracia, algunas reducciones de impuestos para estimular el gasto y las inversiones, posiblemente intentos de reducir los costos de la energía y la inversión en infraestructuras: todo ello figura en la lista de deseos de cualquier economista europeo, y un estímulo del crecimiento para la economía, al menos temporalmente. Otra cuestión muy distinta es si estas medidas serán realmente suficientes para competir con China y EEUU", cierra Brzeski.