
Un gigante en horas muy bajas. La antaño todopoderosa industria alemana, auténtico orgullo nacional, sigue languideciendo. El último drama ha sido el anuncio de que Volkswagen, joya de la corona de su prestigiosa automoción, cerrará plantas en el propio país, algo inaudito. Un auténtico golpe por debajo del cual discurren unos datos que no invitan en absoluto al optimismo y que apuntalan cada vez más el gran temor: la locomotora económica lleva tiempo parada y no presenta muchos visos de arrancar. El último dato de producción industrial ha vuelto a ser particularmente revelador. La fuerte caída en el indicador en julio redunda en la crisis existencial del sector y telegrafía que, tras haberse contraído en el segundo trimestre, la economía alemana puede volver a caer en una recesión técnica (dos trimestres consecutivos de contracción del PIB) en el tercero, una situación que ya fue la nota dominante el año pasado.
La caída del 2,4% mensual de la producción industrial en julio fue mucho peor de lo esperado (se esperaba en todo caso un estancamiento). El dato publicado este viernes por Destatis, el órgano federal estadístico alemán, deja la producción un 2,2% por debajo de su nivel medio del segundo trimestre y un 9,5% por debajo de su máximo más reciente alcanzado en febrero de 2023. La caída de la producción fue generalizada en todos los sectores, con descensos especialmente acusados en la producción de automóviles (-8,1% intermensual) y material eléctrico (-7,0%), dos de los mayores sectores de la industria alemana. La producción de la industria intensiva en energía, que había tendido al alza en los últimos meses, retrocedió un 1,8% intermensual y se mantuvo muy por debajo de su máximo anterior a la guerra de Ucrania. Y aunque la producción de la construcción aumentó (+0,3%), siguió siendo muy baja.
En el año, la producción industrial ha bajado más de un 5%. El sector de la construcción parece seguir tocando fondo con un segundo escaso crecimiento mensual consecutivo. Al mismo tiempo, las exportaciones alemanas repuntaron algo, aumentando un 1,7% intermensual desde el -3,4% de junio. Con un aumento de las importaciones superior al 5% intermensual, el superávit comercial alemán se redujo a 16.600 millones de euros desde los 20.400 millones de junio.
"Aunque esta importante caída se deba probablemente en parte al momento de las vacaciones de verano, significa un débil comienzo del tercer trimestre para el sector industrial. Como el reciente debilitamiento de los indicadores de sentimiento sugiere que no se producirá un rápido cambio a mejor, existe un riesgo creciente de que la economía alemana siga contrayéndose ligeramente en el tercer trimestre, a pesar de que las exportaciones se hayan comportado algo mejor de lo esperado", señala en un comentario para clientes Ralph Solveen, economista de Commerzbank. Pese a que el analista espera un cierto repunte en agosto, el deterioro de la confianza dada la incertidumbre económica hace temer que la producción también descienda en el tercer trimestre, lo que aumenta los riesgos para la economía alemana de cara al tercer trimestre tras caer un 0,1% en el segundo.
El jueves, el Instituto Ifo rebajó significativamente sus previsiones para este año y el próximo. Ahora espera un crecimiento cero en 2024, en lugar del 0,4% anterior, y sólo un 0,9% en 2025, frente al 1,5% anterior. El Instituto de Economía Mundial de Kiel es aún más pesimista: esta semana ha anunciado que el producto interior bruto se contraerá un 0,1% este año, tras una contracción del 0,3% en 2023.
"Esperamos que el PIB alemán aumente ligeramente en el segundo semestre de 2024, debido principalmente a que el sector servicios está cobrando impulso gracias al aumento de los ingresos reales. Sin embargo, existe un riesgo creciente de que la actividad en la segunda mitad de año no sea lo suficientemente fuerte como para alcanzar una tasa de crecimiento anual positiva", apunta Martin Ademmer, de Bloomberg Economics.
Los pequeños destellos que arroja el sector industrial se apagan rápidamente. Esta semana se conocía que los pedidos industriales aumentaron un 2,9% intermensual en julio, superando los expectativas. Pero ello se debió principalmente a los pedidos a gran escala, que tienden a ser volátiles. Excluyéndolos, los pedidos cayeron un 0,4% mensual y se mantuvieron en uno de sus niveles más bajos desde la pandemia.
"La debilidad de la industria alemana es una de las principales razones por las que prevemos un amplio estancamiento de la economía alemana en lo que queda de año", dicta sentencia Franziska Palmas, analista de Capital Economics. "Los datos de hoy son un jarro de agua fría para todos los que esperaban una pronta recuperación. De hecho, sugiere que la recuperación de la industria todavía tiene un largo camino por recorrer. Ya tenemos débiles indicadores de sentimiento, y el riesgo de otro trimestre de estancamiento o incluso contracción ha aumentado claramente", coincide Carsten Brzeski, estratega jefe del servicio de estudios de ING.
"La industria alemana ha sido el mejor ejemplo de los problemas de toda la economía en los últimos años: atascada entre vientos en contra cíclicos y estructurales y dándose cuenta por fin de que el viejo modelo macroempresarial de energía barata y grandes mercados de exportación de fácil acceso ya no funciona. Por eso, incluso cuatro años y medio después del inicio de la pandemia, la producción industrial alemana sigue estando más de un 10% por debajo de su nivel anterior a la pandemia. La utilización de la capacidad en la industria manufacturera está en su nivel más bajo desde 2020. Sólo en la producción de alimentos y prendas de vestir la utilización de la capacidad está actualmente en sus promedios históricos. No es precisamente una imagen muy halagüeña para una potencia industrial", explica nítidamente Brzeski en una nota para clientes.

Según Timo Wollmershäuser, jefe de estudios económicos del Ifo, "la economía alemana está estancada y no avanza en esta desaceleración, mientras que otros países experimentan un repunte". "Tenemos una crisis estructural. Hay muy poca inversión, sobre todo en la industria, y la productividad lleva años estancada. Además tenemos una crisis coyuntural. La situación de los pedidos es mala y el aumento del poder adquisitivo no se traduce en un mayor consumo, sino en un mayor ahorro, porque la gente se siente insegura", añadió en el último informe del instituto.
"El flujo de noticias de esta semana en Alemania debería haber llamado por fin la atención de todo un país sobre el hecho de que años de estancamiento, subestimación de las tendencias tecnológicas y competencia internacional no vienen sin consecuencias. Los datos macroeconómicos de hoy ayudan poco a cambiar este panorama", lamenta el analista. El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, dijo este martes que la contracción de la primavera debe ser una "llamada de atención" y que "los informes actuales de las empresas dejan claro que ciertos sectores están bajo presión".
Sin embargo, nadie parece dar con la tecla y la sensación de pesimismo y marasmo crece afectando a la política. La coalición gobernante, de socialdemócratas, verdes y liberales es presa de la inestabilidad y las disputas internas. A eso se suman varapalos como la sentencia judicial que tumbó su ambicioso fondo de inversiones. Noticias como la victoria de la extrema derecha (el partido Alternativa por Alemania) en las elecciones regionales de Turingia añade más incertidumbre.
El fin de la energía barata rusa por la guerra de Ucrania, la pérdida de competitividad frente a China aunada a los mayores recelos de Pekín, los altos tipos de interés, años de escasas inversores -sobre todo e infraestructuras- y una incipiente crisis demográfica -ya se ha constatado escasez de trabajadores en algunos sectores- están siendo unas losas demasiadas pesadas. Incluso se duda de si la incipiente senda de recortes de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) podrá dar el impulso deseado.
"La descarbonización, la digitalización, el cambio demográfico, la pandemia de coronavirus, la crisis de los precios de la energía y el papel cambiante de China en la economía mundial están poniendo bajo presión los modelos de negocio establecidos y obligando a las empresas a adaptar sus estructuras de producción", certifica Wollmershäuser desde el Ifo. "Y la población envejece más deprisa, con cada vez menos personas trabajando. El desplazamiento del sector industrial al de servicios explica en gran medida el estancamiento de la productividad de los últimos años", agrega.
De cara al futuro, con las economías estadounidense y china perdiendo impulso, junto con las nuevas tensiones comerciales, hay muy pocas esperanzas de que se produzca una fuerte recuperación impulsada por las exportaciones. Además, los elevados niveles de existencias y el ahorro preventivo siguen pesando sobre la economía. Por si fuera poco, el creciente número de insolvencias y los anuncios individuales de empresas sobre próximas reestructuraciones de empleo siguen pendiendo como gran amenaza sobre el mercado laboral.