
Los principales medios alemanes lo avanzaban este domingo por la noche: la ultraderecha conseguía su primera victoria electoral en el país desde la II Guerra Mundial. El partido Alternativa por Alemania (AfD) se convertía en la formación más votada en las elecciones celebradas este domingo en el estado alemán de Turingia y rozaba la victoria en las de Sajonia. Además de la victoria de este partido que ha destacado por sus críticas a la inmigración y al proyecto europeo, del varapalo sufrido por la coalición gobernante a nivel federal (socialdemócratas, verdes y liberales) y del sorpasso a la derecha tradicional (la CDU), los resultados también dejan en buena posición a la Alianza de Sahra Wagenknecht, una escisión del izquierdista Die Linke que abarca desde la política económica comunista hasta la retórica antiinmigración propia de AfD. Aunque los efectos reales de estos comicios están aún por ver (cabe esperar un cordón sanitario hacia AfD, quedando la pelota en el tejado de una CDU que incluso se ha abierto a pactar con Wagenknecht, pero sobre la que crecerán las presiones para algún tipo de pato con la extrema derecha ), lo ocurrido manda un mensaje muy claro sobre el posible futuro inmediato de Alemania -cada vez más en crisis- y, por ende, de la Unión Europea. Sin embargo, los mercados financieros, en parte descontando este cordón sanitario y el carácter regional de las elecciones, apenas han reaccionado (las bolsas apenas caen y porque preocupan más los flojos datos de actividad en China y lo que haga el empleo de EEUU en agosto) y el euro ni se ha inmutado (de hecho sube ante la flaqueza que muestra este lunes en dólar en previsión de los recortes de tipos de la Reserva Federal). Pero... ¿hasta cuándo va a ser eso así?
"¿Por qué debería importarle a un comerciante de divisas de Connecticut o Singapur lo que voten los habitantes de Sajonia o Turingia en unas elecciones regionales? A primera vista, esto parece descabellado. Y por eso no sorprende a primera vista que el mercado de divisas haya empezado esta mañana exactamente con los mismos niveles del euro con los que terminó el viernes. Si se piensa un poco más, ya no está tan claro", comienza Ulrich Leuchtmann, estratega de divisas de Commerzbank, su boletín de este lunes.
"No hace falta imaginarse un escenario en el que los partidos escépticos a la UE se hagan cada vez más fuertes (aunque es probable que esto sea más convincente desde hoy). Incluso ahora, en algunos ámbitos políticos, el fortalecimiento de estos movimientos políticos está obligando a los partidos políticos establecidos -que temen nuevas pérdidas de votantes- a hacer concesiones", señala el analista.
Con las elecciones legislativas de Francia el pasado mes de julio, las preocupaciones por una eventual victoria del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen quedaron en stand by, igual que había ocurrido con las elecciones europeas de junio. Pero lo ocurrido en Alemania vuelve a hacer sonar las alarmas. "Alemania se enfrenta a una economía en declive y a crecientes críticas por la ayuda armamentística a Ucrania. Que Alemania y Francia -el dúo líder de la UE- avancen hacia una creciente inestabilidad y debilidad políticas debería preocupar a toda la UE", escriben los estrategas del banco sueco SEB en su análisis matinal.
Todo esto lleva al economista de Commerzbank a preguntarse si, en el hipotético caso de una nueva crisis de la eurozona, un Gobierno alemán estaría dispuesto a aplicar una política de rescate al estilo de lo ocurrido entre 2010 y 2012. "Por supuesto, una nueva crisis de la eurozona no está prevista actualmente. No obstante, ¿no debería la falta de mecanismos de lucha contra la crisis aumentar la prima de riesgo de las posiciones en euros en todo momento? Al fin y al cabo, un coche sin cinturones de seguridad se considera inseguro, y no sólo cuando la colisión es inminente. Y una cosa también está clara: mientras los bunds sean el refugio seguro de la eurozona, apenas hay posibilidades de un rescate organizado por el gobierno sin la participación de Alemania", desarrolla Leuchtmann.
En esta tesitura, el alemán encuentra solo un freno, el Banco Central Europeo (BCE): "Hay que tener en cuenta que en 2012 no fueron los gobiernos los que finalmente consiguieron combatir la crisis. Sus medidas no fueron lo suficientemente contundentes. Quizá porque ya entonces algunos gobiernos (incluido el alemán) no querían imponer un 'cueste lo que cueste' a su propio electorado. El 'cueste lo que cueste' redentor tenía que venir del BCE. Es el BCE quien proporciona el respaldo que impide una escalada crítica en el mercado de bonos soberanos. Y como su promesa es creíble, tales crisis ni siquiera se plantean".
"Mientras el mercado de divisas crea que esto no cambiará aunque los partidos críticos con la UE se fortalezcan, no tiene motivos para reevaluar el euro debido a algunos resultados electorales. Si en el futuro hubiera alguna razón para revisar esta opinión -y no me atrevo a predecir si eso ocurrirá-, incluso los resultados electorales de los estados federales alemanes serían relevantes para el mercado de divisas", concluye Leuchtmann.
Parálisis económica
De momento, a la espera de que comiencen las conversaciones entre formaciones y se sepan las opciones reales de AfD de entrar en los gobiernos regionales, todos los focos apuntan a Berlín en medio de la parálisis económica que vive la economía alemana y del citado debate social en torno al apoyo a Ucrania en una guerra que ha dejado a la locomotora de europea sin su mejor baza industrial: un barato gas ruso. La viabilidad del débil actual Ejecutivo o las cábalas de quién formará el siguiente (la fortaleza de AfD marcará el ritmo) ya sí son escenarios directos que afecten al proyecto europeo.
"Todo lo anterior aumentará las tensiones dentro de la coalición de gobierno en Berlín. A falta de un año para las próximas elecciones federales, aumenta el riesgo de elecciones federales anticipadas. Sin embargo, en el escenario base de ING, ninguno de los tres socios de la coalición tirará del carro. ¿Por qué? Porque tienen muy poco que ganar con unas elecciones anticipadas. El presupuesto para 2025 está fijado, y el canciller Olaf Scholz ha dicho a menudo que los alemanes verán los beneficios de las medidas políticas del Gobierno el año que viene. Ha habido muchas buenas ocasiones para poner fin a la coalición, pero nunca ha ocurrido", expone Carsten Brzeski, estratega jefe de macroeconomía del servicio de estudios de ING.
En una nota para clientes, Brzeski plantea que una salida para la coalición gobernante podría ser apretar el botón de reinicio de la política económica y anunciar un gran programa de inversiones, con beneficios tanto a corto como a largo plazo para la economía (y sus votantes). Sin embargo, avisa, esto exigiría un enorme esfuerzo por parte de los tres partidos, sin saber cuál de ellos se beneficiaría finalmente de ello. Además, exigiría nuevas negociaciones presupuestarias. "En su lugar, una vía más probable es alguna remodelación de los puestos del gabinete. Esto es más fácil de implementar con un impacto mucho menor", contempla.
Desde Capital Economics, la analista Franziska Palmas cree que estos resultados regionales hará que se formen gobiernos con cada vez más partidos de todo el espectro político, lo que dificultará llegar a acuerdos sobre presupuestos y grandes cambios en la política económica. "Es probable que eso signifique que las negociaciones sobre los presupuestos se volverán cada vez más tensas; que el Estado alemán hará poco para contrarrestar la desindustrialización; y que los gobiernos alemanes seguirán abogando por una política fiscal bastante estricta tanto a nivel nacional como a nivel de la UE", remata.
La marea llega a los bancos
Además del debate sobre la inmigración, reavivado por sucesos como el atentado yihadista de hace unos días en la localidad de Solingen, el débil cuadro económico del país copa los titulares. La languideciente trayectoria del PIB desde la pandemia, la reticencia de los alemanes a gastar por falta de confianza, el mal sentimiento empresarial, la hasta poco elevada inflación o la severa corrección del inmobiliario tras las abruptas subidas de tipos del BCE han sido los tópicos más tratados. Ahora la marea ha llegado hasta los bancos.
Las provisiones por riesgo de los principales prestamistas del país aumentaron casi un 50% en el primer semestre del año, y muchos bancos han afirmado que los préstamos a empresas y consumidores en problemas fueron la principal razón. El consenso entre las entidades es que, antes de experimentar una cierta mejoría, las cosas empeorarán.
"Las incertidumbres geopolíticas seguirán afectando a la economía en su conjunto en los meses restantes del año", trasladó DZ Bank al presentar sus resultados el jueves. El banco, el segundo más grande de Alemania en términos de activos, cuadruplicó sus provisiones para riesgos en comparación con el mismo período del año anterior. La mayoría de los demás bancos también reservaron más dinero.