Economía

El 'agujero' de la reforma laboral: solo 5 de cada 100 contratos temporales se convierten en fijos

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La reforma laboral ha disparado el empleo indefinido a niveles inéditos en la historia de la economía española, pero seis de cada diez de los contratos que se firman siguen siendo temporales. Y, al contrario de lo que muchos defensores de estas modalidades de empleo eventual y el propio Gobierno defiende, no son una puerta a puestos de trabajo de mayor calidad. De hecho, la tasa de conversión de temporales en indefinidos en lo que va de 2024 apenas llega al 4,9%, un punto menos que hace un año.

También menos de la mitad que el 13% registrado en 2022, primer año en vigor de la reforma laboral y máximo de la serie histórica que se remontan a 2006. Aunque los últimos datos siguen mostrando una mejora respecto a los niveles previos a la pandemia, queda por debajo de las cotas que se anotaban antes de la Gran Recesión que estalló en 2008.

En los siete primeros meses del año se firmaron 8,95 millones de contratos en España, de los que 5,13 fueron temporales, un 57,3% del total. La media de los años anteriores a 2020 era del 90,6%. El retroceso de los temporales y el incremento de los indefinidos ha tenido una consecuencia estadística clara: hace falta firmar muchos menos contratos para crear empleo neto.

De hecho, habría que remontarse a años de clara crisis económica, como el periodo entre 2008 y 2014 y 2020 para dar con cifras más bajas de contratos firmados hasta julio. La diferencia es que el número contratos indefinidos es entre tres y cuatro veces superior al de entonces.

Que se firmen menos temporales implica que la cifra conversiones de esos contratos en indefinidos también se han desplomado, aunque este dato encierra una lectura adicional: las posibilidades de saltar de un trabajo eventual a uno estable en la misma empresa son muy limitadas en nuestro país. Lo eran ya antes, con un desproporcionado peso del empleo eventual, pero lo sigue siendo hoy tras una reforma laboral que ha reducido el número de empleos eventuales, pero no la precariedad de los que se siguen firmando.

Para analizarlo, basta con recurrir a la tasa de conversión, que se expresa como el porcentaje que los temporales transformados en indefinidos representan sobre el total de todos los que se han firmado en el periodo (en este aso los siete primeros meses del año). Este dato no se ve afectado por los cambios en volumen de contratos en cifras absolutos, pero sí refleja el impacto de los factores cíclicos y estructurales en el mercado de trabajo que las cifras absolutas no revelan.

El peso de las conversiones se desinfla

Así, en los años de la crisis financiera y de deuda que estalla en otoño de 2008 se produce un descenso de la tasa que cae del 5,98 registrado en 2006 a un mínimo de 2,73% en los siete primeros meses de 2014, año en el que la recuperación llega al empleo. Sin embargo, en los años siguientes el porcentaje de conversiones sobre temporales, aunque repunta, se mantiene en niveles que apenas llegan al 4%.

Con la pandemia, la situación es muy diferente. La contratación se desploma en 2020, pero la tasa de conversiones sube (en parte porque muchos temporales 'supervivientes' se hicieron indefinidos), pero en 2021, cuando la contratación se reactiva sigue repuntando e incluso supera por primera vez desde 2009 el 5%. Algo lógico en un contexto de intensa creación de empleo tras la parálisis del año anterior.

Los datos tras la aprobación de la reforma laboral aprovechan este efecto y magnifican los del propio cambio legal. La desaparición de los contratos temporales por obra y servicio y el endurecimiento de las condiciones que obligan a convertir temporales en fijos dispara la tasa a un 13%. Pero este récord no dura.

En los siete primeros meses de 2023 la tasa cae al 6% y en 2024 sigue retrocediendo hasta perder de nuevo el nivel del 5%. Una evolución que muestra uno de los grandes puntos débiles de la reforma laboral para garantizar la mayor calidad del empleo en España.

La reforma redujo el tiempo de encadenamiento de contratos temporales. Si anteriormente se establecía en 24 meses de los últimos 30 meses, el cambio legal lo redujo a 18 en un margen de 24 para los nuevos contratos Los tiempos de la reforma indican que en 2024 debería haberse producido un importante repunte de la tasa de conversiones. Pero no ha sido así.

La clave está en que muchas empresas han adaptado sus políticas de contratación para evitar se supere este límite de encadenamientos de contratos que obligaría a convertirles en fijos que además serían más caros que los contratados inicialmente.

El cálculo de antigüedad a efectos salariales y de otros derechos adquiridos empieza a contar, no desde la firma del contrato fijo, sino desde que entró en la empresa. Es decir, se suma el tiempo de los empleos temporales previos.

Pero las empresas que quieren contar con un trabajador, pero no hacerle fijo (o al menos no en esas circunstancias), recurren a un truco: dejan finalizar los contratos de duración determinada en lugar de renovarlos inmediatamente, intercalando unos meses o semanas para volver a llamarles. Y la frecuencia con la que lo hacen se calcula teniendo en cuenta que no se debe superar el umbral tasado para convertirles a fijo. Esto explica que el porcentaje de nuevos contratos temporales siga siendo tan elevado. Aunque el volumen de prórrogas de contratos eventuales es mayor que el de las conversiones, como ya hemos contado en elEconomista.es, la mayoría son de muy corta duración.

No es un recurso nuevo, pero los datos apuntan a que ni siquiera las medidas introducidas por la reforma laboral para restringirla y que este papel loocuparan los fijos discontinuos (que pueden pasar a la inactividad durante meses hasta que su empresa vuelve a llamarles sin que este tenga que pagarles compensación alguna), han logrado su objetivo. Es más, muchos asalariados temporales se han visto perjudicados indirectamente, porque las empresas han aumento las pausas entre llamadas, y con ello el tiempo que estos trabajadores deben pasar en desempleo.

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