Economía

Alemania busca en la Eurocopa una luz en medio de su crisis económica

  • Se espera que una buena actuación de su selección levante el consumo
  • Pero los expertos avisan de que el impacto puede no ser tan grande
  • Las sensaciones distan mucho de cuando se acogió el Mundial en 2006
Aficionados alemanes en el último partido de su selección. Foto: EFE

Hay una frase muy famosa en el fútbol que dice que es un deporte en el que juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania. La enunció el conocido futbolista inglés de los 80 Gary Lineker y hasta hace poco ha sido una realidad más bien en términos económicos. Alemania, conocida durante décadas como la locomotora económica de Europa alimentada por una fuerte industria y unas envidiables exportaciones, no está atravesando buenos tiempos. Su fórmula de éxito económico no acaba de encajar con el mundo surgido después de la pandemia y la debilidad en sus datos macro está siendo la tónica dominante. Más allá de un pequeño repunte cíclico, no se esperan grandes alegrías en el plano estructural y cualquier chispa en el horizonte es vista con esperanza. Es lo que ocurre con la Eurocopa de fútbol que el país organiza durante el próximo mes y que arranca este viernes, precisamente con Alemania disputando contra Escocia el partido inaugural. Una expectativa que, sin embargo, los expertos relajan.

La economía de Alemania sigue languideciendo cuatro años después del estallido del covid en Occidente. El Producto Interior Bruto (PIB) de la tradicional locomotora económica de Europa apenas se ha movido lateralmente en este tiempo y las perspectivas no son las mejores. Desde el cuarto trimestre de 2019, y por tanto antes del inicio del covid-19, el PIB real alemán ha aumentado un escaso 0,3% en términos acumulados, frente al 8,7% de EEUU, el 2,2% de Francia y el 4,6% de Italia.

Mucho se ha hablado de los factores exógenos y endógenos que han traído este marasmo y que han provocado que se vuelva a emplear el sambenito de 'hombre enfermo de Europa'. Más allá de los desafíos estructurales de una economía alemana llamada a reinventarse en un mundo cambiante, en el corto plazo tampoco prima el optimismo.

Con permiso de una industria y unas exportaciones lastradas por los mayores costes energéticos (se acabó el barato gas ruso tras la guerra de Ucrania) y por un escenario comercial distinto (la competencia de China en sectores clave como la automoción), a los expertos les preocupa el pilar del consumo. No se habla del consumidor alemán, históricamente ahorrador y especialmente temeroso de la inflación, como el motor de la economía, algo que sí ocurre, por ejemplo, en EEUU. Pero en esta tesitura, una recuperación de la demanda se antoja fundamental en la salida del túnel que han sido los últimos años.

La confirmación del dato de PIB del primer trimestre del año, publicada a finales de mayo, ratifica el 0,2% intertrimestral, pero mostraba detalles decepcionantes, como un moderado crecimiento de la demanda interna real como el consumo siendo el principal lastre, con un descenso del gasto privado y público del 0,4% intertrimestral, a pesar del notable aumento de los ingresos reales. "En 2022, la recuperación posterior a los confinamientos y el estímulo fiscal compensaron claramente el impacto económico negativo de la guerra de Ucrania y el aumento de los precios de la energía. El año pasado, el consumo privado entró en hibernación y aún no ha despertado", diagnosticaba hace unas semanas Carsten Brzeski, economista de ING, en una nota para clientes.

De cara al futuro, añadía Brzeski, lo que probablemente será el mayor aumento de los salarios reales en casi una década podría, en efecto, dar lugar a un repunte del consumo privado. Sin embargo, alertaba, con unos precios aún elevados, la incertidumbre geopolítica, pero también política interna, así como el cambio gradual del mercado laboral, es muy probable que los consumidores alemanes opten más bien por el ahorro preventivo. "Seguimos teniendo dudas de que Alemania experimente este año una recuperación impulsada por el consumo", reconocía. En el plano político, el escenario se ha complicado desde el análisis del economista de ING con el descalabro en las últimas elecciones europeas de socialistas, verdes y liberales (la coalición gobernante con un canciller Olaf Scholz cada vez más debilitado) y el bueno resultado del partido de ultraderecha AfD.

En su disertación, Brzeski solo encontraba un as en la manga: el fútbol. La organización por parte del país del mayor torneo europeo de selecciones entre el 14 de junio y el 14 de julio así como las buenas sensaciones que ha transmitido el combinado alemán en los últimos meses pueden contribuir a un cierto ambiente que avive el consumo. Un ejemplo algo sencillo y primario pero que sirve para ilustrar lo que suele ocurrir en estas ocasiones es cómo repunta el consumo de televisores. Si el ánimo va a más en el torneo, más alemanas se echarán a la calle y gastarán en medio de cierta euforia. En términos más generales, la afluencia de visitantes será mayor al incluir la competición a 24 países.

En el aspecto puramente futbolístico, la Mannschaft, como se conoce a la selección alemana absoluta masculina, cuatro veces campeona del mundo y tres de Europa, está capitaneada por un Toni Kroos que disputará su última competición antes de la retirada tras una excelsa temporada en el Real Madrid, culminada con el triunfo en la Champions League. La presencia de otros destacados futbolistas como el jugador del Barça Ilkay Gündogan o Jamal Musiala, del Bayern de Múnich, también fomenta el optimismo. El pasado 23 de marzo, Alemania ganó con bastante suficiencia 2-0 a la todopoderosa Francia de Kylian Mbappé, campeona del mundo en 2018 y finalista en 2022. Pocos días después, Alemania se impuso a Países Bajos.

Desde que en 2014 la selección alemana ganó el Mundial celebrado en Brasil y se convirtió en tetracampeona del mundo, el papel de la Mannschaft en los grandes torneos ha sido más que discreto. En los Mundiales de 2018 y 2022 el equipo no pasó de la primera fase. En la Eurocopa de 2016, el conjunto llegó a las semifinales, pero en la de 2020, celebrada en 2021 por el covid, los teutones se quedaron en octavos de final.

Recuerdos del Mundial 2006

"Vuelven los recuerdos colectivos del Mundial de Alemania 2006 y de la victoria en el Mundial de Brasil 2014, así como los de una Alemania más alegre y también con mejores resultados económicos", apuntaba Brzeski. Sin embargo, el experto redoblaba inmediatamente las cautelas: "No queremos aguar la fiesta, pero las pruebas económicas contundentes que vinculan la celebración y/o la victoria de grandes acontecimientos deportivos con los resultados económicos siempre han sido muy indistintas".

Los habituales oráculos del sentimiento económico alemán tampoco quieren descorchar el champán todavía. La Eurocopa impulsará la economía un 0,1% en el segundo trimestre, según el célebre instituto Ifo. "Sin embargo, el efecto sólo será efímero, lo que significa que las exportaciones de servicios debidas a los turistas que regresan a casa tras el final de la Eurocopa probablemente volverán a caer en el tercer trimestre y, en conjunto, se mantendrán igual", señala Gerome Wolf, investigador del Ifo, en un informe.

Los grandes acontecimientos deportivos suelen "tener un impacto bastante menor, con la excepción del turismo", argumenta el Ifo, estableciendo comparaciones con la Copa del Mundo de 2006. Aunque los consumidores nacionales impulsan brevemente los desembolsos en hostelería y alimentación, reducen otros gastos, por lo que el consumo privado en su conjunto "probablemente no se verá afectado", defienden también.

"Al comienzo del Mundial de 2006 en Alemania, las llegadas y pernoctaciones de extranjeros aumentaron respectivamente un 25%", añade Wolf. "Si tomamos eso como base para la Eurocopa de 2024, podemos esperar más de 600.000 turistas extranjeros adicionales y 1,5 millones de pernoctaciones más", afirma. "Eso se reflejará probablemente en un aumento de las pernoctaciones y de las ventas en el sector hostelero", concede.

Tibias expectativas cuando la economía alemana necesita un fuerte rayo de sol que aparte los nubarrones. El último informe de perspectivas económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicado en abril, recoge una proyección de crecimiento para Alemania del 0,2% para 2024 y del 1,3% para 2025 tras el -0,3% del año pasado. La cifra para este año palidece ante el 1,9% de España, el 1,7% de EEUU e incluso el 0,7% de Francia e Italia.

Es cierto que el optimismo va en aumento entre los analistas, pero sin exageraciones. Desde Oxford Economics, Alexander Valentin señala como factor positivo el inicio de los recortes de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE). "Nuestra previsión es de una recuperación del consumo apoyada por la caída de la inflación y la recuperación de los salarios, así como por unos tipos de interés más bajos que, en el margen, aumentarán el consumo y desincentivarán el ahorro". "Creemos que la combinación de un mercado laboral robusto, unas subidas salariales comparativamente fuertes y una inflación inferior a la del año pasado se traducirá finalmente en una recuperación moderada del gasto de los consumidores en los próximos trimestres", coincide Andreas Rees, de UniCredit Research. Mientras tanto... que el balón eche a rodar.

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